De la impunidad...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Uno de los mas graves, gravísimos, diría yo, problemas en nuestro país ( y no es consuelo que también exista en otros países) es el de la corrupción y concomitantemente el de la impunidad.

Van de la mano en un execrable círculo vicioso toda vez que la corrupción propicia la impunidad y ésta, a su vez, invita a la corrupción. No vamos a retrotraernos a su origen en nuestro país, ni tampoco a su desarrollo y florecimiento óptimo en nuestros días, eso todo el mundo lo sabe por ser de evidente actualidad dentro del marco de la reciente finiquitada (esperemos para siempre) docena trágica, bástenos recordar que la impunidad es la acción del impune y éste, a su vez es el que no tiene o no recibe un castigo por su o sus acciones contrarias o en franco enfrentamiento con todo orden normativo, esencial y básicamente el jurídico, el legal, el de las leyes que como sociedad civilizada y democrática nos hemos dado o cuando menos pretendemos hacerlo, las cuales carecen de eficacia si se omite su aplicación por parte de las instancias estaduales encargadas de ello.

Ello ha traído como consecuencia que ahora en un franco reto a las autoridades legítimamente sancionadas por el sufragio popular, y consolidadas por el andamiaje jurídico que creamos (no que reconocemos como sostiene el pensamiento ingenuo), cualquier paisano o paisanos, sabedores de que a los delincuentes especialmente del llamado crimen organizado no se les aplica la ley, obviamente que ello implica que la delincuencia común se dedique a delinquir a sus anchas, teniendo como consecuencia un alto porcentaje de robo de autos, por ejemplo, y la mayoría con violencia en cualquier parte de la ciudad y a cualquier hora del día y nadie sabe qué pasa con los ladrones ya que en los retenes es cuando eventualmente detienen a algunos autos con reporte de robo y no se sabe qué pasa con ellos.

Pero lo mas grave es la impunidad de la que gozan los manifestantes que ahora, con el ejemplo de los cetegistas y los ayotzinapos, ya saben que pueden (sin que se les aplique la ley) tomar carreteras, autopistas, avenidas principales de pueblos y ciudades, interrumpir el tráfico, fastidiar a la población ( la cual está permanentemente secuestrada) y de paso al turismo del cual vivimos en este puerto y en nuestra entidad, llevándonos a un estado de incertidumbre, de inseguridad y de temor que no permite la realización normal de nuestras actividades de todo jaez,

Tenemos mas ejemplos tal el caso de los pobladores del Km 30 quienes atacaron a las fuerzas del orden con rocas, palos y machetes, entre otros, porque fueron a cumplimentar órdenes de presentación de tres jóvenes quienes fueron detenidos con armas y un auto reportado como robado y para salir del peligro dispararon sus armas al aire, (criticado por la Coddehum por violar código de la O.N.U.) y que soltaron a uno en el momento y después a los restantes; también el caso del bloqueo de las calles de Arcelia (por segunda vez) por los transportistas que exigen la salida de las fuerzas federales de la zona por supuestas arbitrariedades, sin perjuicio del bloqueo de la carretera federal Acapulco-Zihuatanejo y de la reciente obstrucción de la carretera Ometepec-Xochistlahuaca pidiendo el reconocimiento del comisario de Gpe. Victoria y como cerecita del pastel la toma de la Costera y la Cuauhtémoc por comerciantes que exigen apoyos porque están en quiebra por las obras del Acabús (sin considerar los grandes beneficios que reportará a todos su terminación).

Y todo esto porque ya se percataron que en principio las autoridades competentes no les hacen caso, entonces con el ejemplo de la impunidad de que gozan los que actúan con violencia y salvajismo, proceden en consecuencia y luego viene el llamado de las autoridades (porque hay que privilegiar el diálogo) y la consecuencia es que no pasa nada, que los alborotadores sacaron todo y mas de lo que pedían, nadie resulta responsable, se desisten de las acciones penales iniciadas y queda el campo fértil para continuar por esa vía. No se trata de implantar el autoritarismo ( como algunos pregonan) solo se trata, cuando hay desorden, de imponer la norma, de respetar el estado y el imperio del Derecho. Si no, entonces para qué hacemos y tenemos leyes. O usted, legalista lector,¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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