De la debacle...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Un día como antier, 13 de Agosto, pero de 1521, después de 80 días de asedio, de ver cortados los suministros de alimentos y padeciendo los estragos de una epidemia brutal de viruela, enfermedad traída por los aventureros españoles, cayó la gran Tenochtitlan conquistada por los ejércitos tlaxcaltecas y otros ad lateres, con la tecnología y barbarie de los peninsulares enviados por Diego Velázquez a quien traicionó quien posteriormente se desempeñó como Gobernador y Capitán General de la Nueva España.

Recordemos que los nahuatlacas, los mexicas, también conocidos como nahuas, llegaron a los lagos del centro del actual México en 1325. Y fue con Acamapichtli con quien se inició su desarrollo, toda vez que se aliaron con Texcoco y Tlacopan y se extendió con las chinanmpas y la anexión de Tlatelolco.

Esta gran ciudad era una de las mas grandes y bellas del mundo antes de ser destruida por los españoles en este día aciago para la cultura universal, cuenta habida que su desarrollo y magnificencia evidenciaban un alto grado de cultura y civilización, pero considerando la “cultura” de los ganapanes destructores, dicen las crónicas que “ tal vez pensóse mas por entonces en el poder que daba la conquista que en el estudio de las materias del espíritu humano; valió mas el oro que se rescataba que el jeroglífico que se arrojaba al fuego; destruyéndose pirámides y monumentos para levantar claustros y catedrales; y lo que la guerra no pudo destruir, encargáronse de exterminarlo con el hambre y la peste, siendo tanta la desolación que no hubo choza á que no tocara su parte de dolor y llanto”.

Todo ello porque la relación de las riquezas culturales que había en estas tierras fueron consideradas salvajes y horribles, además de tener visas de una gran idolatría y eso chocaba con su posición religiosa vigente en la península e inmersos en el obscurantismo de la Edad Media que apenas en Italia empezaba a diluirse con el advenimiento del Renacimiento. Hay que reconocer, sin embargo, que los primeros doce frailes franciscanos que llegaron a catequizar a estos pueblos, miembros del bajo clero, realmente realizaron una labor de apostolado, desde aprender la lengua de los naturales del territorio, hasta sus usos y costumbres para canalizar sus enseñanzas como vehículo del fenómeno de enseñanza-aprendizaje, contrastando esta labor con la del alto clero que solo se dedicaba a la acumulación de riquezas y poder, a costa de la esclavitud de estas masas, lo que llevó a la penosa Guerra de Tres Años y por fortuna las Leyes de Reforma, creadas por la pléyade de grandes patriotas, intelectuales y militares mexicanos , encabezados por el epónimo Benito Juárez.

Con la caída de la Gran Tenochtitlan y con el inicio de la etapa mas dolorosa, cruenta e inicua que significó el virreinato para los miles de naturales del país, también debemos admitir que fue el precio que tuvimos que pagar para ser introducidos a la cultura y civilización de Occidente, aun cuando la factura fue verdaderamente muy alta.

Ahí fue donde se sentaron los pródromos, entre otros, de la corrupción y de la impunidad que actualmente son un verdadero cáncer social en nuestra patria, habida cuenta de que en la cultura nahua, según nos lo reporta el Códice Mendocino en su tercera parte, considerada la mas importante, porque nos representa las costumbres de los antiguos mexicanos, que hablan desde el nacimiento de un niño, así como su educación desde los tres a los quince años, y luego del matrimonio y sus ritos. Educación que contempla a los mancebos en los colegios de los templos y su instrucción en el ejército. Recordemos el Calmecac y el Tepochcalli, así como lo estricta de su impartición, aunado ello a los tribunales y manera de hacer justicia .

Y la aplicación de la justicia hacía que quien infringía las leyes verdaderamente encontraban sanciones ejemplares que limitaban al máximo la reincidencia. Baste saber que entonces una doncella podía caminar en el monte, sola, sin la mínima preocupación de ser violentada, con la certidumbre de que no habría nada que atentara en contra de su vida, de su integridad física o su bienestar y tranquilidad, cosa que en la actualidad cuesta muchísimo trabajo sostener o ni siquiera predicar, menos practicar, así como tampoco existían las maldiciones y palabrotas que usaba la soldadezca conquistadora, según nos refieren los frailes cronistas. Así ha echado raíces la corrupción galopante que es practicada a cabalidad por aquellos que saben que existe la impunidad y que pueden hacer y deshacer sin las consecuencias inherentes a sus pillerías y comisiones delictivas, a sabiendas que las únicas consecuencias van a ser los llamados a la participación en negociaciones, (privilegiando el diálogo), y en donde van a obtener la satisfacción de sus deseos y/ o peticiones o, en su caso, la absolución en sus sentencias, contrastando con la ejecución de las mismas en personas inocentes, pero carentes de poder e influencias. Aún así, no hay que perder la esperanza de la reivindicación socio-cultural de nuestro pueblo. O usted, honesto lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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