Del evento...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Un día como antier, 20 de Agosto, pero en diferentes años, nos recuerda efemérides de eventos que tuvieron relevancia en nuestra historia patria, tal es el caso de la defensa de Churubusco encabezada por el Gral. Pedro María Anaya contra los invasores gringos en 1847 en esa guerra imperialista cuyo desenlace fue la pérdida de mas de la mitad de nuestro territorio; o ese día pero de 1914 cuando entró a la capital de la república Venustiano Carranza tras vencer al chacal Victoriano Huerta; sin embargo, fue en el año de 1813 cuando uno de los héroes más relevantes del demos de nuestro acaecer histórico, en el período de la guerra de Independencia, el Generalísimo Don José María Morelos y Pavón tomó el Castillo de S. Diego, fortaleza que le había sido arduo conquistar y que dominaba a la bahía de Acapulco, centro estratégico en su campaña por el Sur del país, en obsequio a las instrucciones recibidas para tal efecto por parte del Padre de la Patria Don Miguel Hidalgo y Costilla.

No olvidemos, sin embargo, que para lograr esta hazaña fue menester haber pasado por una serie de vicisitudes como el hecho de que. enterado “…de que los sitiados tomaban agua de dos veneros que manaban en los Hornos, dispuso que se levantase en ese sitio un baluarte cuya guarda confió a Don Hermenegildo Galeana, y para reducir al enemigo trazó una línea de contravalación que partía de la garita de México y terminaba en la punta de Icacos, pasando por el cerro de las Iguanas, Casa-mata, la Candelaria y cerro del Grifo”, nos dice la historia.

Sin embargo un hecho de gran relevancia lo significó que ante la terquedad del defensor del Castillo a rendirse, la forma para lograrlo era la toma de la isla de la Roqueta para privarlo de los auxilios que recibía de ahí. Hay que recordar que a isla estaba defendida por una compañía de infantería realista, así como contaba con varias embarcaciones y la goleta Guadalupe con lo que surtían abundantemente de víveres a los sitiados por lo que Don Hermenegildo Galeana ordenó a su sobrino el joven coronel Pablo Galeana la misión de apoderarse de la isla, lo cual logró con 80 soldados, un teniente coronel y un capitán, después de cuatro viajes sin ser vistos, suceso del 9 de Junio y dos meses después que duró todavía el asedio en donde la falta de carne y de leña para el fuego, los sitiados usaron todo lo de madera, incluyendo las puertas, así como no resistir las enfermedades y Morelos, enterado de esto por un tal Liquidano que salió del fuerte el 17 de Agosto, y así ordenó al Mariscal Hermenegildo Galeana, con una corta división, apretara el cerco y con sus consabidas arremetidas audaces y valientes logró espantar a los realistas y pidieron parlamento con lo cual el coronel Pedro Vélez se rindió ante el gran Morelos el cual les concedió una capitulación bastante honrosa y le fueron entregadas las llaves de la fortaleza al Mariscal Galeana precisamente ese 20 de Agosto de 1813.

La magnanimidad del héroe Morelos se evidenció al permitir a los españoles que se fueran a donde quisieran, jurando no volver a tomar las armas en contra de la independencia y se les dieron todos los medios para el viaje y el gran Morelos cumplió su palabra.

Es obvio que la toma de Acapulco sentó los pródromos del viaje a Chilpancingo que se elevó a ciudad y ahí se llevó al cabo el Primer Congreso de Anáhuac en donde nuestro héroe presentó el documento histórico conocido como Los Sentimientos de la Nación el 13 de Septiembre ( hace doscientos años) que fue el inicio de la producción constitucional del país, así como el Decreto de la Abolición de la Esclavitud en favor del sagrado derecho de la libertad que benefició a las masas indígenas que guardaban ese denigrante status.

Morelos realmente merece no solo el recordatorio de sus gestas y los logros de su visión de estadista, así como su entrega total a la causa de la Independencia de México, sino una estatua monumental que se puede erigir en Pueblo Nuevo, en El Veladero, desde donde se domina una vista panorámica excepcional de la bahía de Acapulco y podría ser admirada desde cualquier punto de este puerto. Es lo menos que podemos hacer para cubrir nuestra deuda histórica con tan grande héroe. O usted, agradecido lector, ¿qué opina?



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