De la legalidad...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


La ley es un término que nos remite a varias connotaciones, pero la que nos interesa en este caso es aquella que la entiende como una “disposición jurídica de carácter general, dictada por el poder legislativo para ordenar las relaciones de los hombres dentro de un estado”, según el Larousse Conciso Ilustrado; de ahí se deriva legal, que es lo relativo a la ley y de ahí nos lleva a legalidad lo cual significa la calidad de legal o el régimen jurídico-político que viene configurado por el conjunto de leyes fundamentales de cada estado.

En este orden de ideas hemos visto como el poder (dominio o influencia que uno tiene sobre alguien) o entendido como tener la facultad o potencia de hacer una cosa, de cualquier tipo (el económico, el político, el social, el físico, el cultural, etc.), y la lucha por el poder es, ha sido y seguirá siendo una de las causas que si bien por un lado ha significado avances y logros en el mundo de la creación humana cuando es ejercido con inteligencia, con eficacia, con eficiencia y, sobre todo, con responsabilidad y solidaridad social, (especialmente el político), sin perjuicio de los otros, por el otro lado ha sido la génesis de las mas grandes muestras de ambición, deslealtades, traiciones, guerras, muertes sin fin, abusos, iniquidades, despojos, violaciones, que han traído consecuencias y retrocesos gravísimos al mundo con su cauda de esclavitud, autoritarismo, despotismo, vasallaje, fanatismo, intolerancia, discriminación, racismo, genocidio, crueldad y toda la gama de contra-valores, valores negativos o disvalores que atentan en contra de la concepción axiológica y también deontológica de Occidente.

De esta guisa se entiende que el derecho, objetivado por la ley, ha sido creado por el ser humano para que pueda realizar sus fines y propósitos, tanto individuales como colectivos y ha creado sistemas jurídico-políticos para su realización y en nuestro caso estamos tratando de tener, gozar y disfrutar de un sistema democrático en donde se privilegie la participación responsable de las mayorías y si bien es cierto que padece de muchos defectos de fondo y forma, también es cierto que nuestra democracia ha tenido avances importantes en las últimas décadas como el paso de gobiernos hegemónicos, autoritarios, con un presidencialismo extremo, también es cierto que en la actualidad ya hay contrapesos, disidencia y una oposición todavía chantajista pero al menos con presencia.

Sin embargo, a pesar de algunos cambios logrados, todavía las autoridades por falta de capacidad, de eficacia y de eficiencia como el caso lamentable de la docena trágica panista que acabamos de padecer, y la inercia consabida también de siglos de corrupción e impunidad, también de los otros sexenios anteriores, han hecho de nuestros ” próceres” personajes sordos a las solicitudes, planteamientos, peticiones y gritos pidiendo solución o paliativos, en el peor de los casos, a sus múltiples problemas y carencias.

Pero se llega al extremo de una sordera absoluta o una acción paternalista y dadivosa que no resuelve los problemas de fondo y ante eso ya se les tomó la medida y para que hagan caso, se ha llegado a los extremos de que los “ maistros” quienes ( todos los vimos en los noticiosos) actuaron vandálicamente en sus ”peticiones” que por muy legítimas que pudieran ser, no justifican esos extremos, han predicado con el ejemplo y actualizado las expresiones populares de que “ el que no llora no mama” o peor, “ el que no araña no saca sangre” y con ello ahora se han dejado sentir múltiples violaciones a la ley, como las tomas de carreteras, de oficinas públicas, la invasión de los carriles principales de circulación urbana, de secuestro de autoridades, de confrontación con las fuerzas de seguridad y un sinfín de acciones en donde el común denominador es que no se aplica la ley, que los manifestantes obtienen todo lo que quieren, que se les perdonan los delitos cometidos, que se liberan a los infractores, que se les indemniza por daños alegados, etc. Entonces la pregunta sería ¿para qué tantos gritos, golpes, balazos, traiciones y demás para obtener curules en el poder legislativo local o federal, para legislar o porqué exigir leyes si no se respetan, ni por gobernantes ni por gobernados? Y no se trata de una actitud legalista. O usted, responsable lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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