De la memoria...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


El recordar las cosas del pasado, si bien es cierto ya pasaron (con permiso del Sr. Perogrullo), nos permite reordenar nuestros pensamientos, hacer un alto en el camino para mejor ubicar nuestros esfuerzos presentes, nos sirven de parámetro para saber si vamos bien o nos regresamos, por ello no son ni deben ser olvidadas, ni echadas al cesto de los trastos viejos, para que se llenen de telarañas; deben ser repasadas, una y otra vez, para extraer de ellas la savia vital de nuestra existencia, ya sea como pueblo o nación, como familia o como personas en lo individual y, en su caso, para reconocer y agradecer, a perpetuidad, a quienes real y positivamente se lo merecen, por haber arriesgado su hacienda, su bienestar familiar, su salud, su libertad y su propia vida para darle a nuestro pueblo los elementos indispensables para dirigir su propio destino, nacido de sus convicciones y de acuerdo a sus necesidades y experiencias propias.

Es el caso de que un día como ayer, 6 de Noviembre pero en diferentes años, se dieron tres eventos relevantes que influyeron decisivamente en nuestra historia patria.

A saber, en orden cronológico, no en función de su relevancia histórica pues todos tienen bien ganada la suya, dicho día pero de 1813, con la participación principalísima del gran personaje de los poco escogidos para merecerlo, Don José María Morelos y Pavón, en la ciudad de Chilpancingo, del actual estado de Guerrero, se dio la Promulgación del Acta de la Independencia Nacional, entonces llamada de la América Septentrional por el Congreso convocado por él y en donde se presentó el documento trascendental de Los Sentimientos de la Nación, dando pie a lo que después se llamó el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, mejor conocida como la Constitución de Apatzingán, con lo que sentó los pródromos del constitucionalismo mexicano y que en días recientes del mes de Septiembre , se celebró con bombo y platillo el Bicentenario de la instalación del Primer Congreso de Anáhuac.

El día comentado pero de 1825, ya declarada la independencia del trono español y después de mas de trescientos años de explotación de las etnias naturales del país, y de una primitiva y bárbara esclavitud de los miembros de las llamadas Repúblicas de Indios ( con su carga de racismo, soberbia, y una pedestre creída superioridad), se rindió el Fuerte de San Juan de Ulúa, emblemático y último bastión de los españoles, como consecuencia del asedio de que fue objeto por parte del General Miguel Barragán, quien por cierto, llegaría a ser presidente interino del país y de conocida tendencia centralista, a pesar de que el espíritu de la Constitución de 1824 era de corte totalmente republicano.

Y por último, en el día señalado pero de 1911, Don Francisco I. Madero asume la Presidencia de la República, como consecuencia de su triunfo apoteósico en las elecciones efectuadas en Octubre, acorde con los Tratados de Ciudad Juárez, en donde se pactó la renuncia de Porfirio Díaz.

Es de hacer notar que este triunfo electoral, no solo cambiaba al titular del gobierno, a Porfirio Díaz, quien había estado al frente de él por mas de treinta años y traicionando su lema con el que se hizo del poder, o sea que enarboló la bandera del sufragio efectivo y se perpetuó todo el tiempo que ya sabemos, sino que Madero inició lo que devino en una transformación del país, aun cuando disidencias notorias e intrigas de los E.U.A lo derrocaron y que culminaron con su artero asesinato junto con el vicepresidente Pino Suárez, por el golpe de estado del chacal Victoriano Huerta y la complicidad e instigación del embajador de ese país en México.

Es necesario un recordatorio, permanente, de los hechos y logros de nuestros próceres a favor de las mejores causas de México y su pueblo, no para estar guardando rencores ni mucho menos venganzas o propósitos desvelados, sino para enaltecer su recuerdo, para alimentarse de sus acciones patrióticas y para valorar y seguir su ejemplo. O usted, actualizado lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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