De lo trascendental...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


Lo relevante lo entendemos como sobresaliente, importante, significativo, pero lo trascendental deviene en algo muy importante o valioso y en el caso que nos ocupa, implica una prioridad que realmente debemos de atender, habida cuenta de que la situación que prevalece en nuestro entorno como consecuencia de los hechos que nos cimbran desde la base de nuestras estructuras es verdaderamente notable, de una gran relevancia, esto es, verdaderamente trascendental .

En efecto, los acontecimientos sucedidos en Iguala y cuya noticia ha dado la vuelta al mundo, han provocado no solo estupor, sino una justa indignación, coraje y frustración por tratarse de actos ignominiosos que atentan en lo mas sensible de la condición humana que son los derechos fundamentales garantizados en todas las normas constitucionales de los países civilizados y también en los cuerpos jurídicos de organismos internacionales.

Ante esta barbarie (que es lo menos que podemos llamarle) se han provocado reacciones legítimas que han trascendido las fronteras y la indignación se ha manifestado en marchas de protesta y señalamientos acerca de la salvaguarda de los derechos humanos, elemental principio de convivencia en un país que debe llamarse civilizado, en donde se deben de respetar las normas que deben regir en un estado democrático de derecho.

Sin embargo, estas manifestaciones han trascendido el nivel de la, insisto, legítima indignación para convertirse en actos vandálicos, de violencia pura y de tan graves consecuencias que ya sus efectos nos han empezado a afectar en diferentes áreas y en sus diversos niveles.

No es consuelo decir que lo que nos pasa está sucediendo en todas partes, aun cuando sea cierto, sino lo importante, lo trascendental es no solo diagnosticarlo, sino llevar al cabo las posibles soluciones teniendo como parámetro la convivencia social dentro de la paz, la seguridad, la armonía y el desarrollo de la colectividad dentro de un marco normativo que le permita a las autoridades cumplir y hacer cumplir las normas que se comprometieron a realizar cuando protestaron sus cargos y cuando tomaron posesión de ellos, en su caso y por otro lado, compete a la ciudadanía respetar dichas normas sin invadir derechos de terceros cuando se trata de ejercer sus propios derechos.

En la especie, ya se está observando que intereses ajenos al dolor de los familiares de las víctimas de tales hechos, están infiltrándose en este movimiento, pero también ya se está aprovechando para intercalar peticiones, también legítimas, de diferente jaez, peticiones no resueltas por los “ gobernantes” que hicieron oídos sordos a las mismas y que actualizan el dicho de que “ no hay mal que dure cien años, ni tarugo que los aguante”, y a esto hay que recordar la cantidad de millones de mexicanos que están en la pobreza y en la pobreza extrema, y se está aprovechando el viaje, para cada quien llevar agua a su molino, lo que se evidencia por los movimientos que han surgido como hongos por todas partes. El problema es que las autoridades por temor a ser tachadas de represoras, que ya es una frase acuñada por los revoltosos, o por no responder a las claras evidencias de provocación por parte de los rijosos, se han abstenido de participar con el pretexto de evitar las confrontaciones, pero la consecuencia de ello es que quienes se han infiltrado en esto han causado y causan tales desmanes que los medios se han encargado de difundir y, en principio, se habla de que por las protestas desisten turistas de reservar 14 mil cuartos de hotel en Acapulco, ( y el porcentaje mayoritario de los ingresos para nuestros municipios provienen del turismo de Acapulco ); se queman instalaciones de oficinas públicas, de partidos políticos, se toman edificios de los ayuntamientos, se incendian vehículos oficiales, se asaltan tiendas de auto servicio y todo lo que ya es público y notorio, pero las fuerzas del orden no aparecen y si lo hacen solo es para parecer los convidados de piedra, pues sus órdenes son de no entrar en conflicto con los rijosos, creyendo que como antes sucedía, su sola presencia era disuasiva, pero ahora ya se envalentonaron los violentos y los atacan con piedras, machetes, palos, bombas “molotov”, vamos les han perdido el respeto totalmente y el problema se sigue agigantando, el cual hay que resolver de fondo y ya y esto consiste en hacer valer el principio de autoridad, el que les impone la ley, el que tiene que obedecerse para que, siguiendo los protocolos que la propia ley ordena, se imponga el orden, se respeten la integridad, la vida, la propiedad y los derechos fundamentales de los demás.

De esta guisa tenemos como único parámetro válido el respeto irrestricto a la ley, siendo trascendental atacar frontalmente a la corrupción y, obviamente , a la impunidad; encausar la distribución equitativa de la riqueza que se genera por el binomio capital y trabajo; impartir y procurar justicia; acabar con las desigualdades sociales y otra serie de renglones que tenemos pendientes como país, pero ya sabemos que esto lleva mucho tiempo, pero sobre todo la voluntad política, de gobernantes y gobernados para lograrlo y si otros países que estaban peor que nosotros lo han logrado, porqué no habríamos de hacerlo nosotros. Querer es poder. O usted, decidido lector, ¿qué opina ?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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