De la PROFECO...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz



Recordar es vivir, como dicen los clásicos y esto incumbe tanto a los buenos como a los malos recuerdos, y tanto a los gratos como a los ingratos momentos, así como a las sensacionales y siniestras vivencias, según haya sido el caso, el quid es que al margen de que cada quien habla de la feria como le fue en ella, lo importante es qué tan bien o mal lo pasamos antaño y para ello no importa que tan atrás nos vayamos, cada quien puede hacerlo al gusto. De esta guisa quiero retrotraerme a los años infantiles de nuestros contemporáneos en los cuales, por pura curiosidad “científica” y solo por aportar algunas cuestiones relativas al tema que abordaremos, los precios de los artículos de consumo tenían sus parámetros congruentes con el principio elemental de la oferta y la demanda.

En efecto, Acapulco vivía ya la afluencia del turismo; un huevo valía veinticinco centavos; una pieza grande de pan de dulce valía diez centavos por lo que con un peso se compraba una bolsa lo suficiente para el consumo de una familia; el litro de leche costaba de ochenta centavos a un peso, según fuera de rancho o embotellada, y ambas producían nata para elaborar pasteles o simplemente degustarla con “ conchas” o “ cocoles de anís”; una bicicleta costaba de ochenta o cien pesos, según la marca y calidad; un par de zapatos costaban cuarenta pesos y así por el estilo estaban los precios, pero uno de los problemas con los que se tenía que batallar, era en la calidad de la ropa, de los juguetes, de herramientas de trabajo, de artículos de tocador, y un sinnúmero de productos y también de prestadores de servicios, quienes además de ser malísimos, cobraban como si fueran médicos, abogados o cualquier otro profesionista y a guisa de explicación que no de justificación, se trataba de personas que apenas se estaban familiarizando con el funcionamiento, por decir algo, de los automóviles o de los aparatos electrodomésticos, en fin que prevalecía la mala calidad en múltiples productos de todo tipo, en cantidad de utensilios, en ropa y todo lo que se le ocurra y lo peor era que ante cualquier reclamación que se hiciera al vendedor, si era ropa que se despintó o se deshilachó a la primera lavada, aducía que no se usó el jabón o detergente adecuado o se talló bruscamente:; en tratándose de juguetes decían que el niño tenía “manos de lumbre” y que por eso el artefacto se había roto o descompuesto, cuando en realidad solo al tocarlo o tratar de usarlo, ya se había descompuesto o roto, en su caso, con la frustración correspondiente del menor.

Entonces lo siniestro es que no había para donde correr. Se estaba en manos de los fabricantes, de los comerciantes, de los prestadores de servicios cuyas deficiencias de sus productos o de sus pésimos servicios no eran sancionados por nadie salvo en los casos en que se recurriera a un abogado a exigir la responsabilidad civil, según lo ameritara el caso y eso resultaba muy costoso, toda proporción guardada.

Pero he aquí que, por fin, en el año de 1976 se promulgó la Ley Federal de Protección al Consumidor (LFPC) y surgió PROFECO (acrónimo de Procuraduría Federal del Consumidor), un organismo encargado de defender los derechos de los consumidores, prevenir abusos y garantizar relaciones justasde consumo. De esta guisa, en 1982 esta institución ya contaba con 32 delegaciones en las principales ciudades del país, y ahora ya se aumentaron 19 subdelegaciones, dando un resultado de 51 oficinas a nivel nacional.

En este contexto Acapulco cuenta ya, desde hace mucho, con una delegación federal del ramo y resulta halagüeño escuchar, a través de su delegado el Mtro. Fermín Alvarado Arroyo los resultados obtenidos en el año retropróximo, v.gr.: aumentaron la capacidad operativa de Verificación y Vigilancia, con lo cual se tuvo que imponer, a los infractores, multas por cuatro millones , ochocientos cuatro mil pesos que aunados a las multas del área de quejas, suman 13 millones, 194 mil pesos; qué esperanzas que en aquél ido tempore se hubiera dado semejante sanción a los abusivos e irresponsables; pero sigue la mata dando, y resulta que este delegado, haciendo valer la ley, actúa en defensa de los consumidores, suspendiendo y multando a empresas que antes parecían intocables, como es el caso de C.F.E, Iusacell, Cablemas, Nextel, Telcel, Movistar, Elektra, Coppel, gasolineras, gaseras, grúas, Aeroméxico, Interjet, Viva Aerobús, Chedraui, Aurrerá, Sam´s, Walmart, Soriana, Comercial Mexicana, Estrella de Oro, Costa Line, Futura, Nissan, Ford Acapulco, entre otras no menos importantes.

Entre estas empresas hay quienes se llevan las palmas de las multas e infracciones, como la C.F.E., C.A.P.A.M.A. yde los 10 proveedores con mayor número de quejas, 6 son de telecomunicaciones, tal es el caso de Telmex, Iusacel, Cablemas, Nextel, Radio Móvil Dipsa o Telcel, Comercializadora de Frecuencias Satelitales o Dish; destacándose que incrementan quejas, C.F.E., Iusacel, CAPAMA e Hidrogas, y solo superadas, en quejas, Cablemas, Telcel, Dish y GEO Guerrero, disminuyendo quejas, Telmex y Nextel.

Todo esto es posible utilizando la tecnología adecuada y actualizada, sin perjuicio de la utilización de los nuevos instrumentos legales, aumentando la capacitación de educación para el consumo( rubro muy importante) y aumentando la capacidad operativa en monitoreo e investigación de precios, lo cual resulta de gran valor para los consumidores. De todo esto debemos de congratularnos, pues además de la normatividad vigente al respecto, que resulta tuitiva para el consumidor, es de vital relevancia que estas y todas las instituciones estén manejadas con capacidad directiva, administrativa y operativa, con transparencia y verticalidad como creemos que lo está haciendo el Mtro. Fermín Alvarado Arroyo. Es lo deseable. O usted, convencido lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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