Por Fernando Reyes Baños


Ser hombre de acuerdo al ideal masculino tradicional, ¿sigue fomentándose en la actualidad? Todo parece indicar que a pesar de los esfuerzos de muchos sectores de la sociedad, todavía hay mucho que hacer para que entendamos que, además de esa visión que pretende ser la única opción valida para ser masculinos, existen (y siempre han existido) otras opciones (igualmente validas) para que el hombre ejerza su masculinidad.

En la actualidad, niños y adolescentes siguen educándose para ser y demostrar que son “lo suficiente hombres”. Sigue fomentándose, por ejemplo, que los chicos sean agresivos, jueguen bien al fútbol, sobresalgan en juegos competitivos, tengan éxito con las chicas (aunque no necesariamente esto signifique que aprecien su amistad con ellas o valoren sus sentimientos e ideas), transgredan el orden establecido (y evadan el castigo), usen palabras o expresiones obscenas, etc. Gil-Calvo escribió en el año 2006 que "No hay mayor prueba para el heroísmo viril que 'enfrentarse a los pares’, ni mejor manera de 'adquirir actitudes agresivas, violentas y machistas' que matando monstruos" (citado por Salazar, 2013, p. 203). Tales acciones están presentes, en todo momento, en la cotidianidad de los jóvenes de hoy, no solo porque formen parte de su socialización en escuelas y colegios, constituyendo una cultura masculina del patio y el aula, sino también porque son extensivas a cualquier otro ámbito social.

Los chicos aprenden el código masculino en cualquier parte: patios, aulas escolares, gimnasios, lugares de encuentro, plazas comerciales, antro, casa y hasta en la iglesia. Se lo explican sus compañeros, amigos, entrenadores, profesores, medios masivos de comunicación, padres… ¡Prácticamente todo el mundo! En el estudio Listening to Boys'Voices, Pollack (2002) describe que incluso los niños más pequeños afirmaban sobre este código que tenían que tragarse las lágrimas, ser duros, ser “guays” (expresión que significa excelente o estupendo). Para este autor, más que sugerencias de conducta, lo que tales expresiones representan es el seguimiento a ultranza de reglas muy estrictas que indican cómo 'debe' comportarse un hombre “para ser un hombre”.

Con lo anterior como punto de partida, en 1976, los psicólogos norteamericanos Robert Brannon y Deborah David propusieron “los cuatro imperativos que definen la masculinidad”: cuatro categorías de estereotipos masculinos o modelos de conducta concebidos como el centro del código masculino de acuerdo al ideal tradicional. Desde luego, como supondrá el lector(a), los procesos socializadores de los varones siguen respondiendo en gran medida a estos imperativos.

Sobre tales imperativos se tratará en el próximo artículo.


Referencias

Pollack, W. (2002). Comprender y ayudar a los chicos de hoy. España: Editorial AMAT.
Salazar Benítez, O. (2013). Masculinidades y ciudadanía: los hombres también tenemos género. Madrid: Editorial Dykinson.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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