Lo increíble de ser verdes

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Por Fernando Reyes Baños



A mediados del año pasado, aproximadamente, por mayo de 2015, se difundió en algunos medios electrónicos y redes sociales, la noticia de un joven brasileño de 25 años, Romario Dos Santos Alves, que estuvo a punto de perder sus brazos por la obsesión de parecerse a Hulk, el increíble hombre verde de los comics. La historia es como sigue:

Resulta que Romario asistía al gimnasio con frecuencia para ejercitarse, pero al percatarse de que su esfuerzo no parecía redituarle en acercarlo a su propósito “marveliano” mientras que otros aumentaban su musculatura notoriamente (y sin tanto esfuerzo), comenzó a indagar con sus compañeros cómo podía lograr él mismo tales resultados, descubriendo así que ellos complementaban sus rutinas con esteroides y otras sustancias, entre ellas, el Synthol, un aceite que se inyecta localmente para aumentar la masa muscular, por lo que el joven brasileño decidió inyectarse Synthol en los bíceps, lo que ocasionó un gran problema: "Mis músculos _explica Romario para el diario británico Mirror_ comenzaron a solidificarse y no podía siquiera inyectarme los brazos, estaban llenos de piedras. Decidí que lo único que podía hacer era comprar agujas de especialistas para poder inyectarme. Sé que suena estúpido, pero era lo único que podía hacer para tener mi Synthol".

Cuanto más se inyectaba Synthol y consumía esteroides, Romario iba perdiendo fuerza, además de sufrir terribles dolores en los brazos que iban in crescendo, hasta que su esposa lo internó en una clínica, en la que después de valorar su estado, le informaron que la única solución era amputarle ambos brazos. "Finalmente _declara Romario_, el médico me dijo que no habría que amputar. Podrían remover el Synthol solidificado que se había formado en mis brazos". Está alternativa, claro, tuvo sus bemoles: el relleno tóxico debía salir por medio de la orina, lo que le causó un dolor constante e intenso, y que casi padeciera una insuficiencia renal debido a las toxinas en el aceite.

¿Cuál podría ser la moraleja de la anécdota anterior? Al margen de todo lo que podría acotarse sobre el uso, pero sobre todo del abuso, de sustancias con las que muchos hombres (y algunas mujeres) pretenden en los gimnasios alcanzar límites que superan, evidentemente, la condición física promedio de quienes integran nuestra sociedad (que, por supuesto, es un tema relevante en vista de la afluencia actual a tales establecimientos), resulta más pertinente para nuestros fines, dada la línea que hemos estado siguiendo a lo largo de estos artículos, preguntarnos por el significado que implica para los hombres seguir (o no seguir) ciertos comportamientos que, en ningún momento, deben concebirse como aislados o no implicados con lo que la sociedad espera de los hombres, principalmente, si el modelo de masculinidad que impera en el sistema sexo/género, demanda ciertos imperativos/creencias que regulan las notas esenciales de la masculinidad, caracterizándola como si fuera un modelo monolítico y totalizador, que sentencia la única forma en que los hombres pueden ser y estar.

Un refrán de antaño afirma que “el que es verde, es verde en todas partes”. Si el personaje de ficción de Stan Lee es un modelo que pretende emular la imagen prototípica del aspecto físico de la masculinidad, entonces resulta obvio que muy pocos hombres pueden aspirar a alcanzar semejantes medidas. Pero quienes se aproximan, se ganan la admiración de la mayoría: de ellas, porque encarnan, al menos físicamente, lo que “todo un hombre” debe ser; y de ellos, porque es el modelo a seguir, a alcanzar. Después de todo, ¿no se supone que un hombre debe ser fuerte (y no solo serlo, sino también verse fuerte)? Pero… ¿Qué pasa con quienes, por una u otra razón, están lejos de alcanzar las características de este modelo? Cabría suponer que sobrevendría un malestar de alguna clase: conformarse y resignarse con no ser “del tipo fuerte” o hacer mucho ejercicio y, quizá, buscar la asesoría de quienes “lo han logrado”, tener bíceps de más de 60 centímetros como los de Romario y prepararse, si no se jugaron bien las cartas, a sentir dolor, mucho dolor… o, y es aquí donde acude a nuestro encuentro un rayo de esperanza, comprender que la masculinidad no es una y que puede vivirse de muchas formas.

Luis Bonino, autor que ya hemos citado con anterioridad, organizó las problemáticas masculinas que pueden derivarse de intentar cumplir, de manera estricta, con los imperativos que hemos descrito en otros artículos, lo que nos dará la valiosa oportunidad de revisar algunas patologías vinculadas con tales imperativos, mismas que según este autor, son poco conocidas por la mayoría (¿quizá por qué sobre ellas se procura no hacer mucho ruido?).


Referencias:

- Bonino, L. (2000). varones, género y salud mental: desconstruyendo la "normalidad" masculina. En Segarra, M. y Carabí, A. (eds.). Nuevas masculinidades. Barcelona: Icaria.
- Merlo, V. (5 de mayo de 2015). Quiso ser Hulk y casi pierde los brazos. Univisión Salud. Recuperado de: http://salud.univision.com/es-mx/trastornos-mentales-y-de-comportamiento/hulk-m%C3%BAsculos-esteroides-anab%C3%B3licos-romario-dos-santos



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