De la Revolución...

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Por Rodrigo Juárez Ortiz


El lunes retropróximo se suspendieron labores, de todo tipo, merced a una disposición sui generis que crea los fines de semana “largos” para evitar los llamados “puentes” cuando caen las fechas de efemérides nacionales en dichos fines y así, la Patria se “salva”, dejando como días festivos o inhábiles a aquellos que siguen a dichas fechas. De esta guisa, se pierden los auténticos días que deben de ser feriados y nadie sabe, a ciencia cierta, cuál es el día que se festeja, dándose el hecho que entonces, en su caso, hay una doble celebración, la del día del fin largo y la del verdadero día festejable.¡Qué país!

De esta suerte, dicho lunes se celebró el día 20 de Noviembre ( que cayó en domingo) conmemorando el CVI aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, evento trascendental en la vida política de México equiparable a la Guerra de Independencia y el Movimiento de la Reforma, cada uno con sus peculiares características, pero todos con el propósito de darnos a los mexicanos, una Patria que cobijara a todos sus hijos y les diera las mismas oportunidades para el mejor desarrollo de sus potencialidades, así como una mejor y mayor distribución de la riqueza generada tanto por quienes aportan y arriesgan su capital, como por los trabajadores que aportan su fuerza de trabajo, con cuya conjunción, se puede aspirar a una mejor condición de vida para todos.

En la especie, empecemos por entender qué quiere decir revolución para darnos cuenta del alcance de la nuestra. En efecto, el término revolución tiene varias connotaciones, pero el término revolución al que nos referimos es al cambio brusco y violento en la estructura social o política de un estado, generalmente de origen popular y a ese cambio nos referimos cuando hablamos de la Revolución Mexicana, la cual propició la creación y elevó a rango constitucional toda una rama del derecho a la que se llamó Derecho Social ( por encontrar un área en donde colocarlo, que no fuera el llamado derecho público o el llamado derecho privado), antítesis, por cierto, que implica que “el método del uno no puede ser  mas que el mismo seguido por el otro; el que se funda en el derecho positivo, por cuanto no existe ningún criterio objetivo para diferenciar las normas jurídicas en públicas y privadas”, Maestro Vallado Berrón dixit, interpretando al maestro vienés Hans Kelsen. Con todo respeto para los juspublicistas y los jusprivatistas.

Es el caso que desde mi infancia, y en la adolescencia he escuchado “n” número de discursos, panegíricos, odas, envíos, poesías, sonetos, alegorías, relatos vivos de participantes en dicho movimiento, así como he leído libros, historias, novelas, cuentos, ensayos, y visto fotos, películas, videos, corto metrajes, y un sinfín de relatos glorificando tan trascendental movimiento que cimbro y trastocó, desde los cimientos, a esta Patria nuestra; unos tratando de ser los mas cercanos a la realidad y otros, ideológicamente manipulados  (como siempre) por las corrientes reaccionarias y retrógradas de nuestro país.

En efecto, se luchó por cambiar algunas estructuras jurídico-político-económicas y sociales del país las cuales, en algunos renglones, implicaron cambios sustanciales en dichas estructuras con sus resultados positivos; sin embargo, con el tiempo, la participación ignorante, irresponsable, y lo mas grave, corrupta (con su consabida impunidad) de nuestros “próceres” (encargados del manejo de la cosa pública, con las excepciones de rigor) devino en una desaparición de los principios e ideales de la gesta revolucionaria teniendo como consecuencia una situación actual de franco deterioro en nuestra vida cotidiana, con millones de pobres, y mexicanos en pobreza extrema, enfermos, con hambre crónica, ignorantes y analfabetos, con una desigual distribución de la riqueza y una depauperación de nuestro agro, salarios de miseria para los trabajadores, pero en cambio grupo pequeño de familias (y sobre todo compañías extranjeras) con la mayoría de las utilidades de las empresas; y como cerecita del pastel, la nefasta actividad de la delincuencia organizada o no, provocando una violencia inconcebible y alejando de nuestra vida los conceptos de paz y (con suerte) prosperidad.

Resultado: que ya en las campañas políticas no se oye hablar de la revolución, ni se siguen escuchando los logros que prometía, pero sí en cambio hay pretensiones absurdas de disque historiadores ensalzando la obra y gobierno de Díaz, que si bien tuvo un mérito inicial en la república, también lo es que devino en un dictador, en un autócrata al servicio del capital extranjero (como ahora).

Ello nos mueve a la reflexión. A retomar el camino de la reivindicación de nuestros valores patrios. O usted, idealista lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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