De la irrealidad…

Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

Una vez más se anuncian festejos para hoy, 13 de diciembre, día en que un aventurero ganapán peninsular “descubrió” la bahía de Acapulco.

La verdad Acapulco existe desde antes de que este aventurero llegara a nuestra bahía y como era costumbre entonces, para el que por primera vez conociera un lugar resultaba fácil ponerle el nombre del santo que celebraba su día en el santoral católico de la época; así malhadadamente, el 13 de diciembre de 1521, fecha en que este enviado de Cortés llegara a nuestros lares, coincidió con una santa de nombre Lucía y por ese motivo a la pequeña rada, que se encuentra en lo que actualmente es el Club de Yates en el malecón fiscal, arbitrariamente ese nombre le dio.

Lamentablemente todo ha sido una fantasía, ya que desde entonces todos los mapas, cartografías, planos, litografías, acuarelas, pinturas y textos, siempre han mencionado a nuestra ciudad, a nuestro puerto y a nuestra bahía, como “de Acapulco” y nunca la hemos visto designada como la bahía “de Santa Lucía”. Debemos aclarar que precisamente a esa rada hizo mención el Barón de Humboldt al inicio del siglo XIX cuando la describió diciendo que algunos, a esa pequeña rada, le llamaban de Santa Lucía, pero él siempre se refirió a nuestra bahía como “de Acapulco”.

Asimismo, la fuerza del uso constante, inveterado y general (o sea la costumbre) impone inevitablemente, un sello de permanencia a las cosas y así, la gente de nuestro pueblo, ni conoce ni sabe, y en su mayoría ni ha visto, la imagen de la susodicha santa, apelativo que nunca, desde que tenemos noticia, los acapulqueños han utilizado. Por tanto, de dónde inventan celebraciones pseudo populares para una santa que ni siquiera conocen.

Pero para colmo de la irrealidad y tratando de involucrar a la gente de mar en estos “festejos”, se ha convocado a las personas que comercializan sus lanchas en cuestiones turísticas, para que hagan una procesión, pero llevando como símbolo a nuestra Reina de los Mares, que nada tiene que ver con la multicitada, de nombre Lucía, y cuya imagen no es otra que la de la santísima y mexicanísima Virgen de Guadalupe. ¡Una falacia más!

Asimismo, esta celebración está anunciada para llevarse a cabo con autoridades civiles (y no recuerdo si militares) el día de hoy, 13 de diciembre, en donde se va a celebrar una misa que, como el año pasado, será en un lugar público y no dentro de un templo como dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Tal pareciera que se trata de un reto para que se conozca de la influencia que ciertos ministros de cultos religiosos tienen sobre nuestro sistema jurídico, político y social.

No es un prurito para repetir, ad nauseam, ideas que ya deben quedar claras en el contexto de nuestra sociedad, pero que no nos convencen cuando eventualmente en nuestro medio en los pies de grabado sobre embarcaciones gigantes en nuestra bahía, le siguen llamando con el nombre de la multicitada santa, lo cual evidencia o una crasa ignorancia o toda una intencionalidad y prefiero creer lo primero así como en el caso de llamar al Boulevard de las Naciones, como Boulevard de las Naciones Unidas, como eventualmente en esos medios también lo mencionan.

Quede claro que no se trata de desvirtuar, ni muchísimo menos de atentar en contra de la convicción religiosa de nadie, habida cuenta que es una garantía constitucional perfectamente respetada en nuestro medio, acerca de la libertad religiosa. Pero ha sido muy notoria la intromisión descarada de parte de algunos representantes del Vaticano al declarar, públicamente, que en México no se respeta la libertad religiosa, pues evidencia su intento de volver a hacer obligatoria su religión en las escuelas, en la ley y en todo nuestro entorno. Se trata de una actitud revanchista, obvia e incontrovertible de volver por sus fueros y sus abusos, mismos que afortunadamente, se detuvieron gracias al pensamiento liberal de la generación de La Reforma, la cual, logró separar la Iglesia del Estado como un elemento insoslayable para el mejor funcionamiento de la administración de la cosa pública, encabezados por el ínclito Don Benito Juárez García.

Es de dar pavor la pretensión de los clérigos actuales por regresar a esa siniestra y espeluznante época del oscurantismo virreynal en nuestro país y que nos recuerda al famoso Tribunal del Santo Oficio con sus “sutiles” métodos de convencimiento para la corrección de aquellos que habían “desviado” sus creencias religiosas. Por cierto, vale la pena ver la exposición “Instrumentos de Tortura y Pena Capital” que se presenta en el Museo de Arte Virreynal (Casa Humboldt) en la bellísima ciudad de Taxco y que empezó los últimos días de la semana pasada y estará todo el mes de Diciembre, para que se den cuenta de la imaginación perversa, torva, dolosa y criminal de ese clero católico y la forma en que “convencían” a sus feligreses de no salirse del “huacal”, aunque sabemos que también se utilizaba ese sistema para quitarles sus fortunas a los judíos (conversos o no) y a alguno que otro rico que no era lo suficientemente generoso con estos clérigos de marras.

Una vez más insistimos en que la religión es un área de la persona humana muy respetable y todo el mundo tiene el derecho de creer y practicar la que más le acomode, acorde con su personalísima forma de pensar, sentir y querer.

Lo que no se vale es seguir con las falacias de siempre, con el fanatismo que conlleva la ignorancia, y mucho menos, seguir tolerando las actitudes prepotentes y abusivas de quienes, sin respetar la ley, pretenden seguir haciendo de las suyas. Ya basta de tantas falacias. O usted, consciente lector, ¿Qué Opina?