De la monotonía…

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

La monotonía la sabemos como la sucesión de momentos iguales que no se alteran y así podemos decir que lo monótono es aquello que peca de falta de variedad.


Me hizo reflexionar al respecto el haber observado a un par de jovencitas a la hora de la comida, caminando automáticamente por la calle mientras yo esperaba que se le hiciera un servicio a mi vehículo. De inmediato, las vi regresar y deduje (no hay que juzgar) que tal vez iban a algún restaurante para comer, pues era la hora y tal vez estuvo cerrado. Eso me recordó que en una ciudad básicamente burocrática, tuve la oportunidad de observar como los empleados, en general, salían de sus respectivos trabajos, siempre muy puntuales, para ir a comer y esto lo hacían, las más de las veces, en el mismo lugar; de ahí retornaban a sus labores hasta dar la hora de salida por la noche.

Me imagino que después del monótono traslado a sus domicilios, en el mejor de los casos, o de realizar alguna actividad diferente, realizan, en automático, el rito de la cena, el ver la televisión o la película programada y después, también en automático, se van a dormir, lo cual implicaría multiplicar estas acciones, ad nauseam, por todos los días laborables de la semana, dejando para los fines de la misma un espacio abierto para actividades diferentes que, por desgracia, también se llenan de monotonía, ya sea para ver algún partido del deporte que está de moda o para visitar algún lugar, a la familia y, en el mejor de los casos, comer fuera.

Si observamos estas actividades con acuciosidad encontraremos que las más de las veces se hacen de una manera automática, mecánica, sin vida, monótonamente.

Y así se les va la vida. Basta con observar esas conductas sin chispa, sin creatividad y sin interés por lo que se hace para darse cuenta de que falta la energía vital, el poder maravilloso de la creatividad, nacida no sólo del talento sino de un gusto, de una inclinación, de una proclividad por algo en concreto. El hecho de manosear papeles, de usar las mismas herramientas, de trasladarse por las mismas rutas, de comer a la misma hora, de usar el mismo medio de transporte, sin querer, sin amar, sin estar fascinado por lo que se está haciendo, resulta mortalmente monótono, y si además se toma en consideración los bajos salarios y la explotación que de su tiempo se hace, todo ello propicia la automatización en las acciones, quitándole cualquier incentivo a sus actividades laborales.

La gran mayoría trabaja sólo para comer, y dadas las condiciones deplorables, las más de las veces en que los trabajos se desempeñan hacen que el resto de la vida cotidiana de estas personas se vuelva monótona, execrablemente igual en lo cotidiano y es aterrador encontrar esta falta de motivación en la mayoría de las labores productivas, de ahí que si no se tienen objetivos claros, precisos, definidos y creativos, tanto en el desempeño de las labores como en las actividades extracurriculares, se está condenado al aburrimiento, a la simpleza (que no sencillez), a lo aburrido, en suma, a la monotonía de la vida, con su consabida secuela de frustraciones, insatisfacciones, fracasos y su consecuente insatisfacción que se descarga en los miembros más vulnerables de la familia a través de gritos, insultos y agresiones, que las más de las veces devienen en la más brutal y primitiva de las reacciones humanas que son los golpes, más denigrante aún cuando estos se dan en la cara y cuyos recipiendarios directos son los niños y las mujeres.

Es de entender, de comprender, de explicar pero no de justificar, el que una persona así llegue fatigada de su trabajo y si es mujer todavía tiene que atender las labores domésticas para dar seguimiento al papel histórico que ha venido desempeñando en una sociedad sexista como la nuestra, lo cual no les permite educar a su progenie ni diversificar sus actividades en donde no están incluidas las relativas al tiempo libre por lo que hace a la recreación, al descanso, a la educación, a las manifestaciones deportivas, estéticas, científicas y de toda índole.

El estar consciente de una actividad creativa o dentro del trabajo formal tener el sentido de membresía de equipo para realizar un programa único, pero hecho con todos los demás a sabiendas de que se trata de algo que va a mejorar la vida de nuestra comunidad, de nuestro entorno, de nuestra propia vida y la de nuestros seres queridos, es lo que nos da el estímulo suficiente para realizar nuestras actividades llenos de gusto, de positividad, de alegría, de buen humor y, desde luego, conscientes de la seriedad que implica el trabajo por el cual se nos paga, y si cada quien hiciese lo que realmente le gusta, hasta pagaría por hacerlo.

De ahí la importancia que reviste el que cada uno sea consciente de cuáles son nuestros talentos, nuestras capacidades, pero sobre todo cuáles son nuestras inclinaciones, tendencias y preferencias para hacer de nosotros siempre personas contentas y por qué no, satisfechas con las actividades que desempeñemos, habida cuenta de que ello nos motivará a escoger dichas actividades y acceder al mercado de trabajo conscientes de que habrá otras personas que tengan las mismas inclinaciones, pero quizá más talento o más capacidad y que, por selección natural, deberían ser los escogidos para realizarlas, dejando en la obsolescencia total, los amiguismos, los compadrazgos, los favoritismos y las mil iniquidades que se cometen en la selección de quienes deben realizar las múltiples funciones que nuestras sociedades requieren.

Y aun si estas se tuviesen, será cuesta arriba visualizar, en perspectiva, lo que nos depara el futuro en una sociedad “globalizada” como la actual. En el caso nuestro, en el de México, parece que nadie se percata que ya se ha dicho que para el 2012 vamos a importar petróleo, que con la entrada en vigor de algunos renglones del Tratado de Libre Comercio al inicio del 2008, se dará la puntilla al agro mexicano por la introducción de productos agrícolas estadounidenses más baratos por el subsidio que éstos reciben de su gobierno, y aun así el nuestro sigue insistiendo sistemáticamente, en concretizar el deseo del imperialismo estadounidense al enajenarles nuestros energéticos como nuestra electricidad y el petróleo y, en su caso, el agua, recurso este que va a ser las causa de las guerras del futuro.

Ergo, esta perspectiva nada halagüeña es causa de la falta de motivación de nuestra sociedad que solamente, por su malévola distribución de la riqueza, favorece a una minoría en detrimento de las grandes mayorías de nuestro pueblo.

Es menester, en consecuencia, desterrar la monotonía, encontrar los estímulos necesarios hasta en los pequeños detalles de nuestra vida cotidiana para hacer de ella algo pleno, total, que abarque todos los ángulos de nuestra personalidad y luchemos por mejores derroteros, con valentía, con convicción ciudadana, despojándonos de prejuicios, de fanatismos, y de adoración de los falsos dioses como el dinero y el poder per se. La dignidad y la vitalidad de un ser humano están por encima de esas monótonas mezquindades. O usted, vital lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

Periplos en red busca crear espacios intelectuales donde los universitarios y académicos expresen sus inquietudes en torno a diferentes temas, motivo por el cual, las opiniones e ideas que expresan los autores no reflejan necesariamente las de Periplos en red , porque son responsabilidad de quienes colaboran para el blog escribiendo sus artículos.



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