Estamos inmersos en plena actividad política en una etapa llamada de las precampañas. Los partidos políticos han lanzado convocatorias para que todos aquellos que pretenden obtener cargos de elección popular se registren como precandidatos para que, dentro de ellos, los militantes voten por quienes serán los candidatos de su partido y así contender con los candidatos de los otros partidos y ostentar la titularidad de los cargos por los que están luchando.
Se pretende, entre otros, devolverle a Acapulco su antiguo esplendor, sin considerar la existencia de toda aquella población que fue atraída por los pseudos luchadores sociales, quienes crearon el modus operando y el modus vivendi del “paracaidismo”, o sea, los asentamientos irregulares, por precaristas y que sin tener documentación legal para el uso de sus predios, ahora exigen servicios municipales como drenaje, pavimentación, alumbrado y demás, sin perjuicio del aumento considerable del ambulantaje que resulta una competencia desleal para los comerciantes que si pagan sus impuestos, así como una verdadera plaga que atosiga indiscriminadamente a los turistas y a los locales cuando de ir a la playa se trata.
Se pretende mejorar los servicios municipales con la concomitante crítica a los actuales servidores públicos, como si de la noche a la mañana esto fuera posible.
Se pretende también mejorar nuestro nivel de vida partiendo de la gobernabilidad adecuada y el desarrollo económico y si nosotros siguiéramos comentando todos los ofrecimientos que hacen los precandidatos nos percataríamos que el cuento de Las mil y una noches, sería el más ocre, gris y triste de los cuentos.
En realidad, los buenos propósitos nos invaden y no sólo por parte de los precandidatos. Se vale soñar. Sin embargo, debemos de ser concientes de que todos los lastres que actualmente tenemos en nuestro municipio son consecuencia de la mala administración, así como de las actitudes corruptas aunadas a la impunidad, de algunas administraciones, en lo general, lo cual es vox populi y, una vez más, con las honrosas excepciones de siempre.
El caso es que en estas precampañas están saliendo a la luz una serie de deficiencias que se dice, se vienen arrastrando desde administraciones anteriores.
Hay sin embargo, quienes pretenden repetir en los cargos con la pretendida idea de mejorar y enriquecer a la administración a partir de la experiencia adquirida y toda vez que tres años no es nada, se requiere duplicar el tiempo para, ahora sí, satisfacer a plenitud los requerimientos ciudadanos.
De todo esto, entre promesas y ofrecimientos, dándose entre si, hasta con la cubeta, no vemos cómo van a resarcirse los daños y cómo van a curarse las heridas que se causen cuando salga electo el candidato por el partido que lo propone, ya que se llenan de resentimientos, alimentan el deseo de venganza y, en el mejor de los casos, el no apoyar con su voto al candidato de su partido y así votar por el contrincante de los otros partidos.
Todo esto es desgastante. Resulta en detrimento de la tranquilidad social. El precio es muy alto habida cuenta de que se trata de la lucha por el poder que tergiversado, las más de las veces, no es para servir a la comunidad sino para servirle a quienes acceden a los puestos en pugna.
Sin embargo, todas estas promesas, todos estos ofrecimientos no los encontramos sustentados en la planeación democrática ni tampoco en los “programas” que algunos manifiestan.
Es decir, nos prometen muchas cosas que suenan gratas al oído, sobre todo entre las masas desposeídas, pero no nos dicen cómo las van a instrumentar, cómo las van a realizar, cómo las van a llevar a cabo y cuando acceden al poder, tres años no son suficientes para tratar siquiera de cumplir las promesas de campaña, aduciendo mil y una dificultades que no estaban programadas y que se presentaron de repente en su administración.
No se vale prometer lo que no se puede cumplir. Ahí está la falacia de los ofrecimientos vacuos. Debe tenerse conciencia de la responsabilidad inmensa que significa encabezar la administración pública de nuestro municipio, por lo que queda abierta la invitación para conducirse con objetividad, con veracidad y con un verdadero y auténtico sentido de responsabilidad social. Acapulco lo merece. O usted, politizado lector, ¿Qué opina?
1 Comentario:
Maestro Juárez, coincido con usted en su apreciación de nuestros políticos, los que hemos visto pasar tanta agua bajo el puente, ya hemos perdido la esperanza de que acceda al poder alguien que en realidad pretenda hacer algo en beneficio del pueblo, pues aunque hubiera un hombre honesto, recto, decente y comprometido con la sociedad, siempre será mas el compromiso que adquirirá con el sistema que lo lleve al poder, pues bien sabido es que en política no hay favores gratuitos. Todos los que quieren participar, pretenden también obtener algo para roer. Ahora tiende a estar peor, pues con los cambios que hicieron los 3 grandes, ya no puede haber Candidatos independientes, todos tienen que salir de sus mismas madrigueras.
Reciba usted un abrazo.
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