Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
Se han señalado fallas tremendas que se padecen e inciden en el tema. También se han apuntado posibles soluciones, las cuales, van desde las mas simplistas hasta las más complicadas y costosas.
El caso es que Acapulco sigue padeciendo un sinnúmero de problemas, el tiempo sigue transcurriendo y, al parecer, la situación no tiene visos de remediarse.
En efecto, cotidianamente nos enteramos por los medios de una serie de eventos, acciones, omisiones, reacciones, iniciativas, consecuencias y otras lindezas, las cuales en principio desprestigian al destino que se pretende reivindicar, con notas (como la roja) que ni siquiera suceden en nuestro puerto y son recabadas de distintas partes del estado, en detrimento de la imagen turística de Acapulco, así como eventos que lejos de promover nuestra riqueza turística, la depauperan.
Ya hasta resulta ocioso mencionar (porque no tienen visa de resolverse), entre otros, los casos de la falta de eficacia y eficiencia en algunos servicios municipales; la falta de señalamientos en las playas para evitar los fatales desenlaces y sus consecuencias por falta de avisos adecuados e indicaciones a los turistas, así como la falta de un equipo de salvavidas adecuadamente adiestrados y equipados para ese efecto, sin perjuicio de un mejor control de los prestadores de servicios marítimos, los cuales están poniendo en constante riesgo la integridad personal e, incluso, la vida de los bañistas, al invadir las zonas reservadas para éstos y la falta de pericia de sus arrendatarios, así como la falta de tratamiento de las aguas residuales y su consiguiente efecto contaminador.
La plaga que significan los vendedores ambulantes y que fastidian a nuestros visitantes y que, si bien tienen todo el derecho del mundo para realizar una actividad que les permita ingresos para alimentar a sus familias, también deben sus actividades de regularse para evitar así, los abusos de quienes ya fueron dotados de locales ex–profeso y todavía siguen vendiendo en el ambulantaje; la comisión de asaltos, latrocinios y crímenes que las policías no pueden, ni saben evitar o resolver, según se reporta, ya que siempre huyen los maleantes y nunca se sabe que fueran atrapados, sin perjuicio de que se acusa a policías de abuso de autoridad y de asalto y lesiones por parte de ciudadanos inermes. Todo esto y más, ha llevado a la ciudadanía a hacerse justicia por propia mano, lo cual es un síntoma evidente de la falta de orden y concierto en las autoridades de los tres órdenes de gobierno.
Nuestro bello puerto, la ciudad y, por ende, la bahía de Acapulco, se encuentran en un verdadero caos. ¿Y es así como se pretende hacer llegar más y mejor turismo?
Lo anterior no es una suposición. Es una verdad con carácter de evidencia. Está a la vista de todos, como la falta de pago a la CFE por parte de CAPAMA y el consiguiente corte de la electricidad y la suspensión del bombeo de agua, con su inevitable escasez (la cual lleva varias semanas).
Ergo, es obvia la carencia de políticas públicas tendentes a la solución de estos, entre otros, problemas que nos aquejan. Especialmente en materia turística. Y si existen, entonces no hay capacidad para resolverlos y si la existiera, entonces no hay decisión política y de haber ésta, entonces estaríamos en una franca actitud de corrupción o de deslealtad a la función pública aceptada, a pesar de todas las pretensiones que se quieran para desvirtuarlo.
Ya están por abrirse, oficialmente, las campañas para puestos de elección popular. Los pretendientes ofrecen el oro y el moro a los votantes para ser electos. Los votantes están ahítos de tantas y tantas promesas vacías que nunca se cumplen cuando se accede al poder o se cumplen, a veces, ni a medias. Esto trae como consecuencia la abstención en el sufragio y el desencanto hacia los políticos. Es el momento de ser conscientes, responsables, y querer mucho a Acapulco, para brindarle las soluciones que requiere, Es un imperativo categórico hacerlo. Los ciudadanos tenemos la palabra. Votemos por quien realmente tenga visos de cumplir con sus promesas. El futuro de Acapulco nos lo agradecerá. O usted, futurista lector, ¿qué opina?
Constantemente, se ha estado escuchando una cantaleta que no deja de tener visos de impactante realidad y que se refiere a la manera de atraer y mejorar el turismo hacia nuestro puerto.
Sesudos investigadores académicos, experimentados ex -funcionarios, comerciantes interesados, prestadores de servicios turísticos, “políticos” partidistas, estudiantes, líderes sindicales, líderes de campesinos, en fin, un sinnúmero de personas interesadas en revivir el esplendor de nuestro puerto se han manifestado al respecto.Se han señalado fallas tremendas que se padecen e inciden en el tema. También se han apuntado posibles soluciones, las cuales, van desde las mas simplistas hasta las más complicadas y costosas.
El caso es que Acapulco sigue padeciendo un sinnúmero de problemas, el tiempo sigue transcurriendo y, al parecer, la situación no tiene visos de remediarse.
En efecto, cotidianamente nos enteramos por los medios de una serie de eventos, acciones, omisiones, reacciones, iniciativas, consecuencias y otras lindezas, las cuales en principio desprestigian al destino que se pretende reivindicar, con notas (como la roja) que ni siquiera suceden en nuestro puerto y son recabadas de distintas partes del estado, en detrimento de la imagen turística de Acapulco, así como eventos que lejos de promover nuestra riqueza turística, la depauperan.
Ya hasta resulta ocioso mencionar (porque no tienen visa de resolverse), entre otros, los casos de la falta de eficacia y eficiencia en algunos servicios municipales; la falta de señalamientos en las playas para evitar los fatales desenlaces y sus consecuencias por falta de avisos adecuados e indicaciones a los turistas, así como la falta de un equipo de salvavidas adecuadamente adiestrados y equipados para ese efecto, sin perjuicio de un mejor control de los prestadores de servicios marítimos, los cuales están poniendo en constante riesgo la integridad personal e, incluso, la vida de los bañistas, al invadir las zonas reservadas para éstos y la falta de pericia de sus arrendatarios, así como la falta de tratamiento de las aguas residuales y su consiguiente efecto contaminador.
La plaga que significan los vendedores ambulantes y que fastidian a nuestros visitantes y que, si bien tienen todo el derecho del mundo para realizar una actividad que les permita ingresos para alimentar a sus familias, también deben sus actividades de regularse para evitar así, los abusos de quienes ya fueron dotados de locales ex–profeso y todavía siguen vendiendo en el ambulantaje; la comisión de asaltos, latrocinios y crímenes que las policías no pueden, ni saben evitar o resolver, según se reporta, ya que siempre huyen los maleantes y nunca se sabe que fueran atrapados, sin perjuicio de que se acusa a policías de abuso de autoridad y de asalto y lesiones por parte de ciudadanos inermes. Todo esto y más, ha llevado a la ciudadanía a hacerse justicia por propia mano, lo cual es un síntoma evidente de la falta de orden y concierto en las autoridades de los tres órdenes de gobierno.
Nuestro bello puerto, la ciudad y, por ende, la bahía de Acapulco, se encuentran en un verdadero caos. ¿Y es así como se pretende hacer llegar más y mejor turismo?
Lo anterior no es una suposición. Es una verdad con carácter de evidencia. Está a la vista de todos, como la falta de pago a la CFE por parte de CAPAMA y el consiguiente corte de la electricidad y la suspensión del bombeo de agua, con su inevitable escasez (la cual lleva varias semanas).
Ergo, es obvia la carencia de políticas públicas tendentes a la solución de estos, entre otros, problemas que nos aquejan. Especialmente en materia turística. Y si existen, entonces no hay capacidad para resolverlos y si la existiera, entonces no hay decisión política y de haber ésta, entonces estaríamos en una franca actitud de corrupción o de deslealtad a la función pública aceptada, a pesar de todas las pretensiones que se quieran para desvirtuarlo.
Ya están por abrirse, oficialmente, las campañas para puestos de elección popular. Los pretendientes ofrecen el oro y el moro a los votantes para ser electos. Los votantes están ahítos de tantas y tantas promesas vacías que nunca se cumplen cuando se accede al poder o se cumplen, a veces, ni a medias. Esto trae como consecuencia la abstención en el sufragio y el desencanto hacia los políticos. Es el momento de ser conscientes, responsables, y querer mucho a Acapulco, para brindarle las soluciones que requiere, Es un imperativo categórico hacerlo. Los ciudadanos tenemos la palabra. Votemos por quien realmente tenga visos de cumplir con sus promesas. El futuro de Acapulco nos lo agradecerá. O usted, futurista lector, ¿qué opina?
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