Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
En ese sentido éstos, como sus candidatos, están invadiendo, invitando, ofreciendo, postulando, prometiendo –ojo– a la ciudadanía, para que voten por ellos, es decir, están ofreciendo el oro y el moro para resultar triunfadores en los comicios que se avecinan.
De sus intervenciones de todo tipo (en anuncios espectaculares, en la invasión de líneas telefónicas privadas, en anuncios en autobuses urbanos, en pancartas, en la radio, en visitas domiciliarias, en reuniones masivas, y en todo lo que a usted le consta), se desprende el que cada uno de ellos pretende ser la mejor opción para el gobierno municipal y la futura legislatura estatal, según se colige de sus promesas de campaña.
Y aquí es donde surgen las dudas, la incertidumbre, vamos, la desorientación.
En efecto, lamentablemente la experiencia histórica que vivimos en el país nos ha hecho desconfiar de los políticos o de quienes se dicen políticos, habida cuenta de que es un hecho incontrovertible el que durante las campañas hacen promesas tales que cuando merced al voto obtenido con la mayor limpieza posible, en el mejor de los casos, o a través de marrullerías múltiples que todo mundo conoce y que por desgracia para nuestra pretendida democracia, se siguen sucediendo, se olvidan de dichas promesas, así como de sus electores (para no enfrentarlos por sus incumplimientos a la palabra dada). Y ante esta lamentable realidad, la gente se ha vuelto desconfiada, tanto esto es así, que ahora los candidatos firman pactos y compromisos ante fedatarios públicos para que la gente les crea y en el supuesto de que creyese en tales promesas la desorientación se enseñorea a plenitud, toda vez que se prometen acciones genéricas que no obedecen siquiera a un programa de gobierno completo, vamos ni siquiera a puntos concretos del mismo; se promete la solución del gravísimo problema del abasto del agua potable, pero al apuntar las posibles soluciones no dicen cómo piensan obtener los fondos para tal efecto, si aumentando los impuestos o contribuciones o pidiendo a los gobiernos estatal o federal que sufraguen dichos gastos, sin perjuicio de que cada uno tiene una posible solución distinta; se sabe, de dar pánico, la inseguridad que se vive en nuestra entidad y si a nivel nacional no puede “el gobierno del cambio” y sucesores, enfrentar con eficacia ni con eficiencia este problema, ya sea por falta de capacidad o por ignorancia plena, amén de la consabida corrupción, no vemos cómo podría hacerse en nuestro terruño, considerando que los medios nos señalan a policías asaltando turistas y lugareños; se dice, también de combatir la drogodependencia, pero no se incide en la creación de campos deportivos, de pugnar por una mayor y mejor cultura cívica, de la forma en la coadyuvancia y responsabilidad de los padres en la educación y formación de los hijos, para acabar con las plagas de pandillas juveniles que asolan a toda la ciudadanía; rara vez se habla de reformas administrativas (muy necesarias, por cierto) y cuando se hace, es sin señalar en qué consistirán éstas, sin especificidad, ni para qué efectos, siempre se habla de generalidades, razón por la cual se recrudece la desorientación; sin perjuicio de lo anterior, también se hacen promesas de campaña que consisten en pretender realizar acciones tendentes a resolver múltiples problemas o a satisfacer tantas carencias, que si se analizan no están en el ámbito de competencia de los puestos por lograr, lo que agrava aún mas la desorientación.
Sería prudente y recomendable que los candidatos dejen de hacer promesas u ofrecimientos que no puedan cumplir, que no esté en sus manos satisfacer y que no contraigan compromisos que no está en las facultades de los puestos a los que aspiran, Si se quiere ganar la confianza ciudadana, se debe de ser más directo y veraz, más claro en las propuestas y que éstas sean viables. Nuestra comunidad lo merece. O usted, desorientado lector, ¿qué opina?
Una vez más, al ir acorde con la etimología y la semántica, encontramos que desorientación es la acción y efecto de desorientar y a su vez ello significa hacer perder la orientación, o sea, confundir, ofuscar, turbar, ya que a contrario sensu, orientar es determinar dónde está la dirección que se ha de seguir.
En la especie, inmersos como estamos en pleno auge de las campañas políticas para puestos de elección popular, los partidos políticos registrados y, por ende, con derecho a postular candidatos para ocupar dichos puestos, están haciendo todo lo que en sus posibilidades está para atraerse el voto ciudadano, para de esta manera ocupar los puestos públicos que están en disputa.En ese sentido éstos, como sus candidatos, están invadiendo, invitando, ofreciendo, postulando, prometiendo –ojo– a la ciudadanía, para que voten por ellos, es decir, están ofreciendo el oro y el moro para resultar triunfadores en los comicios que se avecinan.
De sus intervenciones de todo tipo (en anuncios espectaculares, en la invasión de líneas telefónicas privadas, en anuncios en autobuses urbanos, en pancartas, en la radio, en visitas domiciliarias, en reuniones masivas, y en todo lo que a usted le consta), se desprende el que cada uno de ellos pretende ser la mejor opción para el gobierno municipal y la futura legislatura estatal, según se colige de sus promesas de campaña.
Y aquí es donde surgen las dudas, la incertidumbre, vamos, la desorientación.
En efecto, lamentablemente la experiencia histórica que vivimos en el país nos ha hecho desconfiar de los políticos o de quienes se dicen políticos, habida cuenta de que es un hecho incontrovertible el que durante las campañas hacen promesas tales que cuando merced al voto obtenido con la mayor limpieza posible, en el mejor de los casos, o a través de marrullerías múltiples que todo mundo conoce y que por desgracia para nuestra pretendida democracia, se siguen sucediendo, se olvidan de dichas promesas, así como de sus electores (para no enfrentarlos por sus incumplimientos a la palabra dada). Y ante esta lamentable realidad, la gente se ha vuelto desconfiada, tanto esto es así, que ahora los candidatos firman pactos y compromisos ante fedatarios públicos para que la gente les crea y en el supuesto de que creyese en tales promesas la desorientación se enseñorea a plenitud, toda vez que se prometen acciones genéricas que no obedecen siquiera a un programa de gobierno completo, vamos ni siquiera a puntos concretos del mismo; se promete la solución del gravísimo problema del abasto del agua potable, pero al apuntar las posibles soluciones no dicen cómo piensan obtener los fondos para tal efecto, si aumentando los impuestos o contribuciones o pidiendo a los gobiernos estatal o federal que sufraguen dichos gastos, sin perjuicio de que cada uno tiene una posible solución distinta; se sabe, de dar pánico, la inseguridad que se vive en nuestra entidad y si a nivel nacional no puede “el gobierno del cambio” y sucesores, enfrentar con eficacia ni con eficiencia este problema, ya sea por falta de capacidad o por ignorancia plena, amén de la consabida corrupción, no vemos cómo podría hacerse en nuestro terruño, considerando que los medios nos señalan a policías asaltando turistas y lugareños; se dice, también de combatir la drogodependencia, pero no se incide en la creación de campos deportivos, de pugnar por una mayor y mejor cultura cívica, de la forma en la coadyuvancia y responsabilidad de los padres en la educación y formación de los hijos, para acabar con las plagas de pandillas juveniles que asolan a toda la ciudadanía; rara vez se habla de reformas administrativas (muy necesarias, por cierto) y cuando se hace, es sin señalar en qué consistirán éstas, sin especificidad, ni para qué efectos, siempre se habla de generalidades, razón por la cual se recrudece la desorientación; sin perjuicio de lo anterior, también se hacen promesas de campaña que consisten en pretender realizar acciones tendentes a resolver múltiples problemas o a satisfacer tantas carencias, que si se analizan no están en el ámbito de competencia de los puestos por lograr, lo que agrava aún mas la desorientación.
Sería prudente y recomendable que los candidatos dejen de hacer promesas u ofrecimientos que no puedan cumplir, que no esté en sus manos satisfacer y que no contraigan compromisos que no está en las facultades de los puestos a los que aspiran, Si se quiere ganar la confianza ciudadana, se debe de ser más directo y veraz, más claro en las propuestas y que éstas sean viables. Nuestra comunidad lo merece. O usted, desorientado lector, ¿qué opina?
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