Principios y valores

6

Por el Ing. Sergio Amaya Santamaría

Cuántas veces hemos hablado u oído hablar de los “principios y valores” y en cuántas ocasiones los hemos aplicado en nuestra propia vida.

Recordemos aquella vez que, por la prisa de llegar a la escuela con los hijos, nos pasamos un alto, no cedimos el paso a unos peatones y al llegar a la escuela nos estacionamos en doble fila, para llegar a tiempo con los niños.

O aquella otra en que, de paseo con la familia, fuimos regando con nuestros desperdicios las calles por donde circulamos. Todo esto en presencia de los niños.

Recuerdas cuán sorprendido quedaste aquella vez que encontraste en un tianguis una buena cámara digital a un precio ridículo, ¡de inmediato la adquiriste!, no podías dejar de pasar aquella oportunidad.

Cuando éramos jóvenes, y me refiero a los que ya somos viejos de más de sesenta años, recuerdo que en casa nos asignaron obligaciones a realizar en beneficio de toda la familia, según nuestras edades. A los más pequeños, barrer patios, baños y banqueta; los mayores, a asear habitaciones, hacer camas, etc. Eran otros tiempos y otras economías, podríamos decir, pero no se trata de eso, sino de que desde pequeños nos daban obligaciones que teníamos que cumplir para ganarnos el derecho de salir a jugar con nuestros amigos.

Desde pequeños nos inculcaron principios: honradez, cumplimiento de obligaciones, respeto a nuestros padres y a las personas mayores. Eso era en casa, en la escuela estudiábamos civismo, el policía de la esquina era una persona respetable y valiosa, pues aseguraba nuestra seguridad; los chicos pendencieros no eran bien vistos, los vicios eran cosas lejanas a nosotros; honrábamos a nuestros héroes y estábamos orgullosos de ser mexicanos, guiados por una hermosa bandera y un himno imponente, lo cantábamos emocionados, imbuidos por un amor patriótico.

Cuando algo hacíamos, fuera de esos principios básicos, éramos reprendidos o castigados y también, si se consideraba oportuno, recibíamos algunos manazos.

De pronto surgieron voces de alarma: ¡no le pegues a los niños, pues los vas a traumar!; no los castigues, déjalos que tomen sus propias decisiones porque así serán mejores seres humanos. Hasta donde mi ignorancia me hace comprender, yo que recibí alguna que otra tunda y fui obligado a cumplir con mis obligaciones domésticas, no he presentado ninguna tara importante ni he odiado a mis padres ni a la sociedad.

El cambio fue paulatino, fue reptando lentamente en las conciencias de las nuevas generaciones. Cuando eduques a tus hijos, hazlo sin obligarle a nada que no sea de su voluntad, convéncelo de que es necesario que sea honrado, aunque por otra parte vea que la honradez es un intangible negociable: “soy honrado, pero no fanático”.

La materia de civismo fue suspendida y aquellos entrañables maestros, dedicados con amor a la enseñanza, fueron substituidos por otros mentores mas preocupados por las juntas sindicales que por su asistencia al salón de clases.

¿Barrer la calle? ¡Para qué! ¿Acaso tú la ensuciaste? Y fue común que el niño viera cómo su padre deslizaba un billete al oficial de tránsito que lo detuvo por pasarse un alto. Qué listo es tu padre, para qué ir a perder tiempo a pagar una infracción, si aquí nos sale mas barato. Luego llegó la “fayuca” y, reconociendo que alguna vez adquirí algún artículo, aceptemos que de los incipientes “fayuqueros” siguieron los grandes contrabandos de mercancía que invadieron nuestros mercados. El dinero corrió como impetuoso río, mojando a chicos y grandes. Al amparo de políticos sin escrúpulos proliferaron los líderes que manejan grandes contingentes de vendedores ambulantes, clientes potenciales a la hora de hacer frente común a demandas, justas o injustas, que podían aportar buen número de votos a la hora buena.

Pero la “fayuca” ya no fue suficiente y entonces llegaron los “piratas” y qué cómodo se hizo ir a comprar la película que aún no se estrenaba, o poseer el último disco del cantante de moda y los jueguitos para los chamacos y los tenis y pantalones de marca. Los perfumes, camisas y playeras…¡Qué inteligentes nos vimos al poseer esas prendas que eran tan caras en los aparadores si las pedíamos tener por unos cuantos pesos! Nosotros contribuimos con nuestra ceguera y las autoridades se llenaron los bolsillos por hacerse los sordos y ciegos ante una situación que “a nadie parecía perjudicar”.

Han pasado cincuenta o sesenta años y ahora nos lamentamos de vivir en una ciudad casi sin ley, en la que se nos dificulta caminar por las banquetas, pues estas se encuentran ocupadas por los vendedores ambulantes. La corrupción se yergue imponente ante el azorado ciudadano. La delincuencia ha tomado las calles y aparte de matarse entre ellos, ha realizado un acto de narcoterrorismo, asesinando a ocho personas e hiriendo a muchas más que celebraban nuestra tradicional fiesta de Independencia. Ahora viene el “crujir de huesos y el rechinar de dientes”

Pero se nos ha olvidado que les preguntamos a los niños ¿desean hacer esto o aquello? ¿Que mi hijo barra el patio? ¡Ni pensarlo! Obedece niño, si no Santa Claus no te traerá nada ¡Cómo que te pegó ese niño! Pues si no le pegas tú, yo te pego a ti, anda, vamos, no seas cobarde.

Y ahí vamos, haciendo caso a esas voces que nos dicen cómo debemos educar a nuestros hijos, dándoles malos ejemplos y peores consejos: recuerda que “el que no tranza, no avanza”, no lo olvides nunca.

Y nos seguimos quejando de maestros que hacen grandes marchas y plantones y malos alumnos, que han llevado nuestra educación escolar a niveles nunca antes vistos, casi a la altura de países del centro de África. Maestros que reprueban sus evaluaciones profesionales y que se niegan a firmar y respaldar un plan de superación para la educación. Creo que valdría la pena recordar a nuestros padres y tratar de enderezar a nuestros hijos; hay ocasiones en que unas buenas nalgadas son altamente recomendables. Tal vez un manazo a tiempo sea mejor que una lamentación a posteriori.

Tal vez mis nietos, y mas adelante mis bisnietos, puedan lograr un mejor país, para que esos niños del futuro tengan, como la tuvimos nosotros, la libertad de salir a jugar a la calle por las noches, sin temor a ser asaltados, secuestrados o violados y volvamos a ver a ese hombre orgulloso de portar su uniforme, el policía que nos cuide y nos conozca y hayan quienes, al viajar en algún transporte, no duden en cederle el asiento a una dama o un anciano.


Septiembre 23, 2008 - Ciudad Juárez, Chihuahua

6 Comentarios:

fernando reyes baños dijo...

Estimado Sergio:
Leo en tu artículo una serie de sucesos que, en apariencia, tienen una relación causal entre sí y que, de manera paulatina, unos se perfilan como antecedentes de otros que, al ser la consecuencia de aquellos, describen nuestras circunstancias actuales como sociedad. Yo no estaría del todo seguro de que las cosas hayan ocurrido de ese modo o si, realmente, pudiera considerarse esta interpretación como una de las más cercanas a nuestra realidad histórica. En cualquier caso, representa una opinión personal acerca de los hechos que, de algún modo, jugaron y juegan en la actualidad un papel importante en el mosaico nacional. Después de todo, Nietzsche decía que “No hay hechos, sólo interpretaciones”. Sin embargo, y apelando a mi subjetividad para interpretar lo que tu interpretas, me gustaría hacer las siguientes reflexiones: 1) Haciendo memoria de mis años mozos, ciertamente, yo también podría asegurar que “mis tiempos fueron mejores que los actuales” y también que “en mis tiempos” no se veían las cosas que se ven ahora; lo que me lleva a pensar que, quizá todas las personas al llegar a la adultez recuerdan los años de su infancia y de su juventud como tiempos mejores a los que viven actualmente, lo cual no resulta nada fuera de lo común, pues nuestra percepción nos hace apreciar las cosas que sucedieron de un modo distinto a las cosas que vivimos hoy; de manera que, dejando a parte el asunto de la universalidad sobre tales apreciaciones, me preocuparía pensar, si todas las generaciones que han pisado este mundo pudieran, de algún misterioso modo, estar presentes al mismo tiempo para discutir sobre cuál época fue mejor que otra, qué clase de criterios podrían tomar como válidos para poder llegar a un acuerdo al respecto; 2) Dice E. F. Schumacher que "El veneno es veneno, aunque venga en píldoras doradas…" y si el momento oportuno es como una píldora dorada, ¿dejarán de ser por ello las nalgadas una forma que tiene de manifestarse la violencia física en la familia? Si la violencia es recomendable en unas ocasiones y en otras no, ¿lo mismo valdría para otra clase de situaciones?, ¿por eso es justificable que desde el Partido Verde Ecologista, gremio que ha estado en contra hasta el momento de que se apruebe la ley para el aborto _junto con otros grupos conservadores y de ultraderecha en México_ se abogue por la pena capital?; estoy de acuerdo en que debe haber más disciplina, pero me parece que debemos atender al hecho de saber cuán responsables han sido realmente TODOS los padres de familia en México: no sólo los padres de la clase alta o media, sino también aquellos que, lastimosamente, se cuentan como miembros de la clase baja o los que se ubican en la población que vive en la extrema pobreza; por esta razón yo abogaría primero, por un análisis de las familias en México: ¿cómo educan a sus hijos las familias que viven en el campo, las que sólo son atendidas por las madres porque los padres tuvieron que partir (desde hace tiempo) “al otro lado”, las que mandan a sus hijos a las calles desde muy pequeños para que también ellos aporten al ingreso familiar, etc.?, y 3) Una cosa importante que tiene nuestra época es el colapso que han vivido muchos paradigmas que, hasta hace poco, gobernaban con su absolutismo nuestra manera de pensar, sentir y actuar; el cambio ha sido paulatino, pero dista mucho de ser homogéneo, es decir, mientras que en las grandes ciudades en México la gente ya no se cree tan fácilmente los grandes discursos, en muchas otras partes siguen habiendo importantes rezagos en este sentido; el carácter patriarcal de nuestra sociedad, el modelo inmaculado de la familia, la autoridad injustificada de la religión y el machismo, entre otros, han dado cabida a otra clase de aspectos que, querámoslo o no, poco a poco han venido ganando terreno en aras de acoplarnos a las circunstancias que, no sólo involucran a México, sino también al mundo entero; no todo ha sido malo porque, afortunadamente, hoy se habla de aspectos que antes se silenciaban y que han propiciado que la luz de nuestra razón y nuestro sentir los tome en cuenta, además de seguir valorando lo que ya ha sido conquistado; así pues, hoy se lucha por los derechos de la mujer y de los niños, por el respeto a las minorías (entre las que se incluye, para vergüenza nuestra, a los pueblos indígenas de nuestro país) y por una mayor apertura entre los pueblos (gracias a tecnologías que ahora nos lo facilitan como la Internet); ¿qué nos ha hecho falta?, ¿Por qué ahora las cosas parecen estar peor?, ¿realmente es factible creer que todo el problema está en los jóvenes y no tan jóvenes de hoy?, ¿es qué los padres, los abuelos y los bisabuelos están exentos de compartir la responsabilidad por lo que vivimos ahora?; me parece que la cuestión apunta, en primer lugar, a pensar y a evaluar, con criticidad y valor, nuestras acciones pasadas y presentes y cómo estas han repercutido para que las cosas sean las que son ahora y nuestras circunstancias sigan igual o vayan para peor. Erich Fromm tituló a uno de sus libros “El miedo a la libertad”, pero… ¿Cómo lo habría titulado si estuviera presente aún entre nosotros?, ¿”El miedo a la responsabilidad”? Si fuera extremista, me atrevería a decir: no sólo hace falta “enderezar” a los hijos, sino también a los padres, a nuestros políticos y a nosotros mismos por cuanto somos, simultáneamente, individuos y parte de una masa. Más que en otras épocas urge que las personas aprendan a ejercer su libertad con responsabilidad y respeto, conscientes de que a toda acción corresponderá una reacción. No sé si tales cosas se logren con una nalgada a tiempo o con un simple regaño. Me parece que si alguien lo sabe, se ha tardado mucho para hacérselo saber al mundo productivamente. ¿Será que el mundo es más complejo de lo que imaginamos? ¿Será que para ver las cosas como son tenemos que perder, por nostálgico que sea, parte de la inocencia e ingenuidad que tuvimos alguna vez? ¿De veras los niños de antes eran tan inocentes e ingenuos? ¿No es posible entrever que más bien lo que ocurría es que tenían menos chance de expresar su opinión? Y ahora que se animan más a expresar lo que piensan, ¿nos hemos preocupado TODOS por hacerles ver con el EJEMPLO DIARIO Y CONSTANTE cuál es la mejor manera de hacerlo? ¿Realmente sabemos cuál es esa mejor forma de hacerlo o sólo estamos mirando con la nuca una situación que, comparémosla o no con el pasado, es ahora lo que es? ¿No es mejor preguntarnos “bueno, y ahora qué debemos de hacer? Hasta aquí mi “breve” comentario. Felicidades Sergio por tu artículo y te envío, desde Acapulco, Gro., cordialísimos saludos.

Anónimo dijo...

aunque hay algunos puntos que si valen la pena de pensar(DISCIPLINA SI ES NECESARIA,UNA BUENA EDUCACION TAMBIEN ETC.) hay muchos que me dan tristeza.esta pais esta donde esta por gente como usted y estes comentarios.el policia de ese entonces si era buena si merecia respeto pero si no no merece nada.otra cosa,que buen tiempo entonces?70 años de dictaduria,wow,eso si es buena vida con disciplina y todo??Si alguin pega a alguien y es bueno pues entonces que bueno que nos matemos entre todos,porque una nalgada a veces es muy buena? violencia,sea fisica,verbal o psicologico nunca es buena ni justificable.que tristeza si los padres no saben recurrir a otros remedios,que calidad de padres es esa? Se debe educar,no solo a sus propios hijos,haciendoles entender el porque de algo para que asi lo hacen por su propia voluntad porque si no lo dejan de hacer en el momento que ya no hay alguien con un palo detras de ellos.
y es uno de los mas grandes malentedimientos conceptuales de este pais:respeto se recibe por algo,nadie merece respeto por su posicion,edad sexo etc.cualqier imbecil,maleducado,intolerante puede tener relaciones sexuales y procrearse asi,haciendose padre,este simple hecho no lo hace merecedor de ningun respeto, por el contrario si alguien es mal padre no merece nada de respeto sino desprecio.por el respeto mal entendido se respetan a los padres malos,los politicos malos,los maestros malos etc..
si alguien quiere respeto se lo tiene que merecer.respeto se da por algo y no se merece por si solo!!!!!
otro punto importante si la educacion de usted y la gente de su edad eran tan bueno,como otros factores en ese entonces,porque usted(no solo usted toda la sociedad de ustedes de ese entonces)crearon un pais asi?.el estado de ahora es el resultado de su trabjo,felicidades...y si es verdad que los proximos generaciones son los que pueden cambiar TODO,SOLO ESPERO QUE NO ESCUCHAN SUS PROPUESTAS QUE NOS LLEVARON HASTA AQUI.

fernando reyes baños dijo...

Anónimo: si “respeto” _según la RAE_ implica desde la veneración y el acatamiento hasta el miramiento, la consideración y la deferencia que se tenga hacia alguien (yo, en lo personal, prefiero estas últimas características que las primeras), definitivamente resulta importante cuidar no sólo por qué debemos respetar a esa persona (haga o no haga algo que la vuelva merecedora de ese respeto), sino también por qué es importante cultivar el respeto en nuestro fuero interno como un aspecto axiológico importante de nuestras vidas; claro está que “este cultivo” (aunado a su posible y subsecuente vigencia), que no es otra cosa que la aprehensión que hacemos de valores en el contexto relacional que nos circunda, tiene que ser promovido por quienes nos rodean: familia, en primer lugar, pero también por todas las demás personas que luego desfilan en nuestra vida, lo cual no es infalible en todos los casos porque tampoco somos, para bien o para mal, “como pedazos de plastilina” puestos ahí para ser moldeados al antojo de quienes nos esperan con sus muchas expectativas, aunque también a veces con sus muchos problemas económicos, emocionales o sociales. Esto es, precisamente, lo que hace de educar en valores una empresa tan delicada: ¿Cuál es la mejor forma de hacerlo? ¿Qué valores y actitudes promover? ¿Qué estamos valorando ya, que sin darnos cuenta, nos hace responsables de generar actitudes no previstas? Para trabajar aspectos semejantes se requiere, indudablemente, de un esfuerzo conjunto de quienes asumen (o intentan asumir) la responsabilidad de ser padres y de ser maestros, como también de aquellos que, con sus acciones y omisiones, pueden representar buenos o malos ejemplos para los demás. Esta es, justamente, la razón de por qué este asunto puede ser tan delicado: no sólo es importante concebir el respeto como algo que siempre estará vinculado a lo que valoramos, también resultará prioritario ser congruentes con lo que hacemos, pensamos y sentimos. ¿Es congruente la persona que, concibiéndose a sí misma como la moral personificada, lanza un comentario por encima del hombro con el propósito de hacer daño, retirándose del lugar rápidamente para dejar a quien arrojó su ponzoña con su malestar como única compañía? Si la congruencia está vinculada a cuestiones tan humanas como la sinceridad y la humildad, resulta comprensible la dificultad que enfrentamos cuando, queriendo entender nuestro mundo, protestamos y proponemos ideas con las que suponemos podemos cambiar nuestras circunstancias actuales por otras que sean mejores. Me parece que el gran reto que tiene la humanidad es aprender a vivir en armonía. Si un día alguien propusiera que la división política entre las diferentes naciones que integran nuestro mundo resulta obsoleta, que la división religiosa no tiene razón de ser, que la concepción de diferentes razas debe por fin caducar o que un comité internacional puede hacerse cargo de resolver problemas ancestrales como la desigualdad, la pobreza y la ignorancia, quizá, antes de prejuzgarlo, de irrespetarlo con nuestra falta de congruencia, debamos valorar si tales aspectos no son el preámbulo necesario que nos permita alcanzar, para todos y no sólo para unos cuantos, la armonía que necesitamos y que anhelamos, no de ahora, sino desde hace años. En este sentido, los de antes y los de ahora no somos tan distintos. Ninguna época ha sido perfecta, pero tal vez ahora podemos ser más conscientes de ello. Anónimo: ¡Gracias por tu comentario! Saludos

Anónimo dijo...

es el tercer intento amigo Sergio de dejar mi comentario, lo hare como anonimo, habia escrito mucho porque me gusto lo que escribio, vere de que otra manera entrar,
cariños
zaidena

Anónimo dijo...

intento nuevo
le comentaba que comparto varias cosas con usted, por lo menos lo que se ve en nuestro pais
Creo que se han perdido los valores y los codigos, y al perderse eso todo se tergiversa
Los niños son nuestros mejores observadores e imitadores, por eso digo que de hogares muy bien constituido salen niños muy bien educados.
todo pasa por el hogar, por la sociedad que nos rodea, pero fundamentalmente por la familia que es el verdadero espejo donde el niño se mira.
intentare ver siesto entra
zaidena

fernando reyes baños dijo...

Zaidena: Nuevamente, te remito a
este artículo donde explico cómo librar las dificultes que tengas a la hora de publicar algún comentario en el blog; asimismo, te sugiero ver los enlaces que están abajo del formulario de comentarios, los cuales, brindar mayor seguridad a la hora de escribir y publicar comentarios en el blog. Espero que esta información te sea útil. Saludos!



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

Periplos en red busca crear espacios intelectuales donde los universitarios y académicos expresen sus inquietudes en torno a diferentes temas, motivo por el cual, las opiniones e ideas que expresan los autores no reflejan necesariamente las de Periplos en red , porque son responsabilidad de quienes colaboran para el blog escribiendo sus artículos.



Periplos en Red

Grab this Headline Animator

 
Ir Abajo Ir Arriba