De la realidad…

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

Resulta una verdad con carácter de evidencia, el hecho de que el gobierno federal no cuenta con la capacidad suficiente para combatir la ola delictiva que el país entero está padeciendo.

Ante el embate de la delincuencia, organizada o no, la federación, pero también los gobiernos locales y, por supuesto, los municipales (se ha demostrado), no cuentan con el armamento, la capacitación del personal que se ha utilizado para tal efecto, ni una capacidad de reacción suficiente, ya no para juzgar y condenar a los delincuentes, sino siquiera para detenerlos.

Nuestras policías no estaban, ni están preparadas para lograrlo. Infructuosamente, se ha pretendido reaccionar ante los ataques de los delincuentes y así se ha aumentado el presupuesto para pagarles mejor, se ha procurado armarlos mejor, se ha intensificado el enseñarles técnicas propias para lograr éxito en estos menesteres, se les ha dotado de un parque vehicular vasto, se les están proporcionando armas de mayor calibre, en fin se está empezando, apenas, a preparar una policía, en los tres órdenes de gobierno, capaz de combatir el crimen de que estamos siendo víctimas la ciudadanía en general.

Lamentablemente tenemos que recurrir a lugares comunes, pero muy comunes, como el mencionar de que después de suceder un asalto bancario, un asesinato o el enfrentamiento entre bandas rivales, en plena calle y a la luz del día (por poner solo algunos ejemplos), las policías llegan media o una hora después, si es que llegan, en un alboroto y manifestación de ataque, pero, obviamente, no encuentran a los autores de los ilícitos, sin perjuicio de destruir todas las evidencias que pudieron haber servido para iniciar sus investigaciones, ya sea borrando las huellas o tomando armas u otros objetos con sus propias manos distorsionando estas evidencias, en fin, lo de siempre, por falta de capacitación y preparación; proceden entonces a “peinar la zona”, pero nunca encuentran a nadie a quien responsabilizar, como tampoco saben donde se encuentran las narcotienditas, a pesar de que en las colonias hasta las amas de casa y los niños saben en donde se encuentran y así, ad nauseam.

El asunto es que aún en el supuesto de que se equipara, uniformara, dotara de armamento y demás, a las policías, vamos, aún si fueran ellos un verdadero “robocop”, mientras no se combata, desde su origen la corrupción, no tendrán eficacia plena estas medidas.

Desde luego que para ello también es necesario crear cuerpos u organismos de inteligencia, que manejen información suficiente para atacar a los cabecillas y no solo a eventuales drogodependientes. Ahí es donde poner el acento, aun cuando la investigación se lleve su tiempo, pero los resultados serán mejores y, desde luego, sin inmiscuir al ejército cuya función es otra y no la labor policíaca.

La propuesta de una policía nacional, con un solo mando, que incluya a los tres órdenes de gobierno, en principio, atenta en contra del pacto federal, razón por la cual debe hablarse de una mejor y mayor coordinación entre la federación, los gobernadores y los presidentes municipales, pero jamás un mando único, vertical. ¡Imagínense! Y en todo caso, ¿quién lo ejercería?

Nos parece inadecuado que el cumplimiento de la ley se pacte, como el caso reciente del Acuerdo por la Seguridad, la Legalidad y la Justicia, habida cuenta de que la ley se cumple, simplemente, no se conviene.

Suena interesante, sí, la creación del Sistema Nacional de Evaluación y Control de Confianza propuesto por el ejecutivo federal, pero insistimos, queda sui generis el poder captar la confianza de la ciudadanía, ya que se requerirá de mucho para demostrar que la corrupción se ha eliminado de los cuerpos policíacos, lo cual no se hará de la noche a la mañana. Tendrán que hacerse ajustes a varios cuerpos de leyes antes de aprobarse estas propuestas, las cuales deberán ser enriquecidas por los legisladores pero con visión y patriotismo y sobre todo, realismo.

De ahí que ahora que en Acapulco, Guerrero (México) se van a celebrar las elecciones para presidentes municipales y diputados locales, el 5 de octubre vayamos a las urnas a votar por la mejor opción, por quien o quienes creamos que verdaderamente harán un máximo esfuerzo por lograr dar certidumbre, seguridad y elevar la calidad de vida de nuestra comunidad sirviéndola y no para servirse a ellos mismos y su camarilla. Razonemos nuestro voto. O usted, realista lector, ¿qué opina?

1 Comentario:

fernando reyes baños dijo...

¡Excelente artículo Mtro. Juárez! Aunque, al ternor de los comentarios hechos a otro artículo suyo, siguen manteniendose las mismas preguntas que se derivan de tales comentarios: 1) Si se promueve que el pueblo razone su voto, ¿es por qué tenemos opciones razonables por las cuales votar? Porque, ciertamente, no es el pueblo el que elige a los candidatos que van a contener, sino los partidos y sus militantes; 2) ¿Puede esperarse que, al menos una de esas opciones, represente a una persona que no tendra, como primera y cosntante ocupación, beneficiarse a sí misma y a su camarilla?; 3) No sólo se trata de honestidad o de que algún candidato refleje que hará el máximo esfuerzo para cumplir con nuestras expectativas, sino también de competencia y de visión para trabajar, en conjunción con otras fuerzas de nuestra sociedad (que no necesariamente políticas nada más), proyectos que aspiren a tener una vigencia que trascienda periodos de mandato y coyunturas electorales, ¿tenemos eso en nuestra entidad o en nuestro país? 4) ¿Cuánto razona, realmente, el pueblo su voto? ¿Fue razonable, por ejemplo, la elección que hizo la última vez? ¿Con base a qué criterios, información y convicciones vota la gente en nuestra entidad? ¿Todo se limita a los resultados que las encuestas de opinión generan, supuestamente, con un apropiado sustento metodológico? Actualmente, se hacen debates entre los candidatos que aspiran a un puesto de elección popular, pero es una verdadera lástima que no se hagan también debates ciudadanos que sirvan de contrapeso y momentos de información y reflexión para quienes, supuestamente, hacemos finalmente la elección. Si alguien propone hacer una consulta ciudadana en este país sobre aspectos tan importantes, políticamente, para quienes nos gobiernan, se le hacen toda clase de atribuciones cuya intención es desprestigiar su iniciativa: "eso es violentar al pueblo", "el pueblo no sabe de esas cosas", "no es lo apropiado", etc., entonces... ¿Somos o no somos capaces, como pueblo, de asumir la responsabilidad que implica vivir en un sistema político como el nuestro? O, dicho de otra manera, ¿Le hacemos el juego a la democracia o creemos, realmente, que así es la democracia? ¡Saludos!



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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