Del síndrome...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

El domingo 8 de marzo se celebró, con bombo y platillo, en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer.

Obviamente, el estado de Guerrero y sus municipios no podían soslayarse de tan merecidísima celebración que realizaron a través de ONG’s y de organismos gubernamentales y, por supuesto, el municipio de Acapulco también, por conducto del Instituto Municipal de la Mujer, presidido por la inteligente y dinámica joven, Teresa Pizá Vela, quien realizó no solo los eventos correspondientes sino le siguió imprimiendo su espíritu de solidaridad social a la dependencia citada, en aras de integrar y equiparar en las áreas que evidentemente han demostrado la igualdad de géneros para no solo menguar sino erradicar los abusos de que son víctimas las mujeres.

No olvidemos que en medicina, un síndrome es un cuadro clínico o conjunto sintomático con cierto significado y que por sus características posee cierta identidad; es decir, un grupo significativo de síntomas y signos (datos semiológicos), que concurren en tiempo y forma, y con variadas causas o etiologías. De esta suerte, al margen de la denominación tenemos el síndrome en todo el planeta, de la mujer abusada, de la mujer violada, de la mujer maltratada, de la mujer violentada, de la mujer golpeada, de la mujer asesinada, de la mujer explotada, de la mujer minusvaluada y una serie infinita de situaciones que degradan de alguna manera a la mujer.

Todos recordamos que desde el hombre de las cavernas, cuando el varón salía de cacería, la hembra se quedaba en la cueva curtiendo pieles, cocinando y sobre todo, atendiendo a la progenie.

Esta situación provocó el nacimiento del matriarcado que por cierto en algunos países ha subsistido como en los E.U.A., dígalo si no, el control que ejercen las féminas sobre los varones creando el síndrome contrario del varón domado o coloquialmente como se dice en México, el síndrome del “mandilón”.

Ello no bastó para que con base a la atención de las labores domésticas y el cuidado de la progenie, la mujer perdiera las oportunidades de desarrollar a plenitud multitud de cualidades y talentos que potencialmente todo ser humano tiene. De ahí se creó un mundo de hombres para hombres con la consabida disminución del género femenino.

Por fortuna en los tiempos modernos, la mujer se ha sabido ganar a pulso un lugar muy honroso en las relaciones entre ambos géneros, v.gr.: en el arte, en la religión, en la política, en la economía, en la ciencia, en la técnica, en los deportes, en el periodismo y en infinidad de actividades que antes solo pertenecían a los varones.

No hay que olvidar sin embargo, que son las mujeres quienes educan a los hijos y ellas mismas prohíjan las actitudes machistas, chauvinistas, y sexistas de sus vástagos repitiendo moldes adquiridos en familia en donde el padre grita y violenta de manera brutal toda la esfera jurídica y de dignidad personal de la mujer.

Curiosamente esta situación de violencia y abuso que se da en contra de la mujer encuentra actualización en el síndrome de la “luna de miel”, el cual es producido en términos generales por el abuso constante y permanente que el varón ejerce sobre su pareja y ante esta violencia el varón reacciona en un supuesto arrepentimiento y trata gentil y amorosamente a su pareja provocando en ella una reacción de júbilo y bienestar, pero como hay incidencia y repetición ad nauseam del fenómeno, e incluso se llega al extremo de que la mujer lo provoca para volver a disfrutar de la reconciliación. Es decir, masoquismo puro.

Además de ello, es de sobra conocido el hecho de que en esta sumisión, ignorancia y degradación de que es víctima la mujer, cuando alguien tiene el valor de defenderla de la violencia de su pareja, en la mayoría de los casos defiende a éste con el manido “argumento”, de que es mi marido y puede hacerme lo que quiera. ¡Me doy!

No obstante, seguiremos insistiendo en que la mujer es la máxima creación de la naturaleza y sin cuya presencia y concurso, la vida no tendría sentido para nadie, de ahí que tengamos que respetarla íntegramente. Lo vale a plenitud. O usted, feminista lector, ¿qué opina?

1 Comentario:

Anónimo dijo...

saludos muy buen blog.
estare seguido por aqui. sigue adelante bye :P



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