De la ignorancia...

Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

Todos somos ignorantes en menor o en mayor medida, toda proporción guardada, cuenta habida de que no existe alguien que lo sepa todo y menos tratándose de conocimientos con una especificidad evidente, tal seria el caso de cómo lanzar un satélite para que gire alrededor de la tierra o cómo curar la influenza (ahora llamada porcina).

En suma, concomitante a que la ignorancia es la falta de conocimiento acerca de una materia o asunto determinado, debe entenderse como la falta general de instrucción y al ignorante, obviamente, que carece de instrucción.

¡Que feo es ser ignorante! Resulta que dentro de las tantas vicisitudes que estamos padeciendo, inmersos en una crisis económica tendente a agravarse; con una pandemia que invade al centro del país y otros países de la tierra, lo cual trae aparejada una pérdida económica de miles de millones de dólares, en especial para la industria turística, y por si fuera poco (como cerecita del pastel), el temblor que padecimos el lunes 27 de abril con una intensidad de 5.7 de la escala de Richter, ya es de considerarse.

Todo ello es intimidante e invita a la gente ignorante a dejarse llevar por el pánico, lo que la convierte en agresiva e intolerante.

En efecto, en relación con la pandemia de mérito, hemos accedido a la información merced a los medios que lo tratan de diferente manera, vr.gr.: en E.U.A se dio la noticia, se aceptó la gravedad del asunto y se dieron las indicaciones para enfrentar el problema de inmediato; en México en cambio se dijo que no era grave como el “catarrito” de Carstens y ya poniéndose las pilas el gobierno federal admitió la gravedad del problema y actuó en consecuencia. Una vez más el gobierno federal, carente de experiencia para gobernar y no siendo congruente con sus críticas hacia gobiernos anteriores de la República, ahora no solo hacen lo mismo que criticaron, sino peor, dígalo si no, el informe que se dio a la Cámara de Diputados sobre el gasto público 2002-2003 del Foxiato que no se aceptó; ya que hubo aumento de la corrupción, a partir del año 2000 y otra serie de pifias, excesos y fracasos del gobierno federal, que le dan poca credibilidad en el ánimo de la población.

Al respecto se ha estado especulando con este fenómeno y ya se pretende politizarlo, en tanto que hay quienes dudan de la gravedad del fenómeno y creen que se trata de una táctica política para que las elecciones próximas carezcan del respaldo popular en tanto que la gente no va a asistir a los mítines políticos ni a cualquier reunión masiva que se pretenda; también se ha mencionado una pretendida intención del gobierno federal para llamar la atención de la población hacia este problema y así poder disfrazar, aunque sea temporalmente, la ineficiencia e ineficacia en el combate a la delincuencia organizada; existen también mexicanos ignorantes, pero eso si muy machos que dicen que de todos modos nos vamos a morir de algo, que nadie tiene la vida comprada, entonces para qué tanto alboroto con las compras de pánico para encerrarse en sus casas, con la compra neurótica y compulsiva de antigripales y, en especial, de cubre bocas, que ni siquiera saben usar ya que dejan la nariz al descubierto, no lo renuevan cada 6 horas, y las más de las veces lo traen enredado en el cuello; en cambio no atienden a la indicación de que el contagio es sólo de persona a persona y que son nuestras propias manos las que nos inoculan del contagio al dar la mano y besar a la gente, para luego tocarse los ojos y la nariz, olvidándose de la indicación fundamental que es: al llegar a su casa lavarse inmediatamente las manos y evitar contaminar objetos de uso común.

Hay ignorantes, que los vemos estornudando y tosiendo en lugares públicos, sin cubrirse, forzando a la gente a darles la mano y besando a las mujeres como un reforzamiento de su “valentía”; gente que se conduele sólo de los inmunodeficientes, pues parten del principio de que son espíritus puros y a ellos no les afecta la peligrosidad del virus.

Ya sabemos que se trata de un virus nuevo, o sea, con características diferentes, que los virus son mutantes, pero sin exageraciones, sin manifestaciones de pánico, sin paranoia y sin actitudes extremas de machismo, o de ignorancia o más bien de irresponsabilidad, deben de tomarse las precauciones mínimas o elementales para que cada quien, en su esfera de influencia, pueda reaccionar positivamente ante esta peligrosa forma de ir disminuyendo la sobrepoblación, según el criterio de algunos.

Seamos sensatos. Seamos cuerdos. Prevenir no nos resta hombría ni responsabilidad. No hacerlo nos arraiga más en la ignorancia y la fatalidad. Hagamos lo propio. O usted, responsable lector, ¿qué opina?