Hoy reaparecen aquellas voces desde el dormitorio del fondo. Miro a mi alrededor mientras todos se prestan a ser los oídos sordos de la casa, quieren hacerme creer que yo estoy loca. Pero voy lentamente hacia mi cuarto y me inclino para oír más atentamente qué es ese murmullo que proviene de abajo de la cama. Susurra, pero lo hace muy sigilosamente como si alguien se contara un secreto a sí mismo para llamar la atención. Entonces introduzco mi cabeza debajo de la cama, para desenmascarar a algún pariente haciendo una broma pesada, pero no logro ver muy claro, la mano con la que me sostengo del colchón tirita y sacude polvo, lo cual lo hace más borroso. Luego detrás, bien en el fondo, descubro los ojos brillosos que se acercan lentamente y se atreven a balbucearme: soy tu miedo. Y yo me apeno por no poder deshacerme de él.
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