Por Cruz García Lirios

Investigador, docente y consultor en Desarrollo Organizacional Sustentable. Universidad Autónoma Metropolitana. E-mail: csh96327267@titlani.uam.mx


Resumen
La participación sostenible es evidenciada como una consecuencia de la influencia social ante las problemáticas hidrológicas (escasez, abasto irregular e insalubridad). Ambos procesos se complementan porque implican un conflicto cognitivo en el individuo que se amplifica a los grupos y a las movilizaciones (mítines, manifestaciones, marchas, plantones).

Descriptores: Problemáticas hidrológicas, influencia social y participación sostenible

Abstract
The sustainable participation is demonstrated as a problematic consequence of the social influence before the hydrologic ones (shortage, irregular supply and unhealthiness). Both processes are complemented because they imply a mental conflict in the individual that amplifies itself to the groups and the mobilizations (meetings, manifestations, marches, shoots).

Keywords: Problematic hydrologic, social influence and sustainable participation



Las problemáticas hidrológicas


La situación hidrológica mundial

La problemática del agua en el mundo esta interconectada climática y económicamente. El 97.5% es salada, 2.24% es dulce y solo 1% esta disponible en ríos, lagos y acuíferos para el consumo humano. 113000 km3 de agua, se precipitan anualmente. En el mundo, 7100 km3 se evapora, 42000 km3 regresa a los océanos y se filtra a los acuíferos. Anualmente, el 70% entre 9000 y 14000 km3 mantienen los ecosistemas y sólo 4200 km3 (30%) está disponible para irrigación, industria (23%) y uso domestico (8%). Se estima que en el 2025 el 80% de la población mundial estará en alta escasez. La Organización de Naciones Unidas (ONU) en su informe correspondiente al 2005 señala que 23,8 millones de km3 de agua se encuentra congelada, 74200 km3 se evapora, 119000 km3 se precipita en los continentes, 458000 km3 se precipita en el mar, 502800 km3 se evaporan de los océanos, 10,4 millones de Km3 están depositados en acuíferos, 900900 km3 se encuentran disponible en lagos, 1,350 millones están depositados en los océanos. Anualmente, en los océanos (que contienen 1,350 millones de km3), el ciclo hidrológico implica la evaporación de 502 800 km3 de agua de los cuales 458 000 km3 regresan en precipitaciones, 42 600 km3 regresan en derrames superficiales y 2 200 km3 en derrames subterráneos. En los continentes (que contienen 23 800 000 km3 de agua en hielo y nieve, 10 400 000 km3 en acuíferos y 901 000 en lagos y ríos), 119 000 km3 de agua se precipitan y 74 200 km3 se evaporan al año.

La Organización de Nacional Unidas (2005) pronostica para el año 2050 un rango de aumento de la temperatura de 1,4 a 5,6 centígrados causando un incremento de 44 centímetros del nivel del mar, un 5% más de las precipitaciones y la extinción de una cuarta parte de las especies.

Hasta aquí la descripción de los flujos hidrológicos del sistema mundial. A continuación se expone los flujos hidrológicos del sistema nacional.


La situación hidrológica nacional

La Conagua (2005) señala que más de 11 kilómetros cúbicos anuales han sido concesionados en la zona del centro occidente; el 53% se extrae de acuíferos y el 47% de lagos, ríos y manantiales. El 82% esta destinado a la agricultura, el 15% al abastecimiento público y el 3% a la industria. Debido a que la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) es de alto riesgo hidrológico sólo se han restringido las concesiones para la explotación a menos de 3000 km3, el 78% es extraído de las tomas superficiales y el 22% de las tomas subterráneas. El 48% destinado a la agricultura, el 46% a la industria y el 6 al servicio público. La Conagua (2005) señala que la disponibilidad del agua por región hidrológica (m3/habitantes/año), en la ZMVM esta clasificada como baja, siendo la causa principal del abasto irregular de agua. Las inversiones del subsector en zonas urbanas fueron en la ZMVM de 394.200 pesos y se canalizaron única y exclusivamente al saneamiento de aguas residuales. El suministro de agua en la ZMVM es de 68 m3/seg., los cuales provienen de pozos explotados 25.16 m3/seg. (37%), pozos recargados 15 m3/seg. (22%), manantiales 1.32 m3/seg. (2%), del Río Cutzamala 13.6 m3/seg. (20%) del Río Lerma 6.12 m3/seg. (9%) y saneamiento con 6.8 m3/seg. (10%). Respecto al grado de presión del recurso, la ZMVM ocupa el primer lugar con una sobreexplotación del 120% del agua disponible. A pesar de que la situación hidrológica es extremadamente comprometida en la ZMVM, las demás regiones hidrológicas se encuentran muy cercanas a dicha problemática. Las zonas norte, noreste y centro explotan el 40% de sus recursos hidrológicos. El agua en el Distrito Federal, esta destinada a la industria (17%), el comercio (16%) y uso domestico (67%), el cual, se divide en el uso de excusado (40%), regadera (30%), ropa (15%), trastes (6%), cocina (5%) y otros (4%).

Hasta aquí la descripción de los flujos hidrológicos del sistema. A continuación se expone el dispendio hidrológico de las zonas incluyentes en los proyectos de Desarrollo Sostenible.


La situación hidrológica incluyente

Las ciencias de la sostenibilidad plantean que esta problemática tendría su origen en la industrialización de las naciones que participaron en la segunda guerra mundial. En la década de los sesenta del siglo anterior, la explotación de los recursos bioenergéticos correspondió al crecimiento económico de dichas naciones. Este proceso económico industrial inició una era de globalización financiera que configuró un mundo en centros financieros y periferias maquiladoras (Guillén, 2007). La situación de escasez hidrológica y su disponibilidad concesionada, al combinarse con la nula subvención del Estado hacia las zonas de producción agrícola comprometen el desarrollo sostenible. Sin embargo, son las crisis financieras las que tienen un efecto mucho más significativo. La inversión extranjera, al entrar directamente a los sectores bursátiles y financieros, provoca la sobrevaluación de la moneda del país receptor. Las instituciones otorgan crédito con tazas de interés atractivas provocando el sobreendeudamiento de los sectores productivos, comerciales y, sobre todo, financieros. Los flujos de capital, al orientarse a sectores estratégicos de la economía nacional, propician una falacia de crecimiento económico. Cuando en el mercado hay mucha oferta y poca demanda, las economías entran en recesión y estancamiento económico. Al incrementarse el desempleo por la desaceleración económica, los flujos de capital promueven los flujos migratorios. La pérdida de esta mano de obra propicia el abandono de las zonas agrícolas. La falta de cultivos y riegos de temporada contribuye a la erosión de la tierra y se incrementan las zonas áridas que, al complementarse con las sequías, los incendios, las precipitaciones y las inundaciones características del cambio climático, hacen insostenible cualquier sistema ecológico. La disponibilidad de los recursos se distribuye caóticamente incidiendo en el comportamiento humano tanto en los campos como en las ciudades. Según datos de la ONU (2005) La globalización de los años noventa registra a Irlanda como el país más favorecido que crece sostenidamente en relación a la calidad de su economía, política, tecnología y ambiente. Los flujos de capital repercuten en los flujos turísticos de Norteamérica y Europa. Irlanda es un nodo de importación y exportación de los flujos de capital y turísticos (más de 25 millones al año) interrelacionados con Norteamérica y Europa. Los flujos turísticos representan alrededor de 80 millones de visitantes al año en Francia, 60 millones en España, 50 millones en los Estados Unidos y China, 40 millones en Italia, 30 millones en el Reino Unido, 20 millones en Alemania, Austria, Rusia y México. La derrama económica de los flujos turísticos implica el ingreso de cerca de 90 millones de dólares anuales para los Estados Unidos, 50 millones para España, 45 millones para Francia, 40 millones para Italia, 35 millones para China, Reino Unido y Alemania, 15 para Australia, Turquía y Austria.

Los flujos turísticos estarían relacionados con los flujos hidrológicos. Las zonas opulentas económicamente serían nodos de entrada y salida de turistas. La percepción de riesgo explicaría el dispendio hidrológico que se derivaría de los servicios turísticos. La calidad de las zonas hoteleras estaría determinada por su costo y beneficio. Sin embargo, la seguridad personal sería el principal factor que determinaría los flujos turísticos. De este modo, una percepción de riesgo alta estaría relacionada con el consumo de servicios turísticos en las zonas turísticas de Norteamérica o Europa.

Hasta aquí la descripción del dispendio hidrológico de las zonas incluyentes en el Desarrollo Sostenible. A continuación, se expone la problemática de escasez, abasto irregular e insalubre del agua en las zonas excluyentes.


La situación hidrológica excluyente

Los flujos hidrológicos son cada vez más insostenibles. La disponibilidad del recurso ha disminuido paulatinamente. En 1950 sólo el continente asiático tenía una baja disponibilidad y para el año 2025 esta escasez se extenderá a los cinco continentes. La problemática hidrológica tendría en el bloqueo de la Corriente del Golfo sus catástrofes principales indicadas por el desequilibrio de la temperatura en el planeta y los costes económicos y sociales correspondientes. El desequilibrio entre la explotación (se estiman 4600 km3) del recurso y su recarga natural afectará su disponibilidad para el consumo (2400 km3 aproximadamente) en la agricultura, la industria y las actividades domesticas. En el mundo, las principales problemáticas en torno al recurso agua son su abasto irregular e insalubre. Se estima que una quinta parte de la población mundial sufre escasez del vital líquido y que cinco millones de personas mueren cada año por beber agua contaminada. En este sentido, se estima para el año 2025 una crisis mundial de abasto irregular e insalubre de agua en la que 2000 millones de individuos no dispondrán de agua bebible.

La Conagua (2005) al evaluar los porcentajes de calidad del agua superficial de 393 estaciones en 225 ríos, 81 estaciones en 62 lagos y presas, 26 estaciones en 13 santuarios y sitios costeros, 15 estaciones de descarga de aguas residuales, así como de la subterránea que consta de 228 estaciones en 24 acuíferos, estableció el Índice de Calidad del Agua con valores entre 0 y 100, siendo este último valor excelente, después aceptable, levemente contaminada, contaminada, fuertemente contaminada, y el último como excesivamente contaminada. Demostró que el 60.7% del agua superficial y el 46.3% de subterránea están contaminadas y fuertemente contaminadas, clasificando al agua superficial del Valle de México como excesivamente contaminada con un 32.49.

La densidad poblacional (número de personas que viven en una casa habitación) y la escasez, desabasto e insalubridad del agua que se espera para el 2030 en las zonas marginas del mundo (ONU, 2005), implica a México como el onceavo país con más población (101,7 millones de personas), con una densidad de 52 personas por km2 en promedio, una población menor de 15 años que es el 33% la cual contrasta con el 5% que son mayores de 60 años, el 74% vive en zonas urbanas y su ingreso per cápita al año es de 8,790 dólares norteamericanos trabajando 40 horas a la semana. Además, su población crece anualmente a un ritmo de 2,1 millones y se espera que en el 2050 aumente 48%, estimando su población para el 2030 de 131,7 En la ZMVM habitan cerca de 21 millones de personas, de las cuales 7 millones tienen menos de 15 años (siendo la mitad mujeres) y 12 de millones los que habitan en el Estado de México. Respecto a la densidad poblacional, el Estado de México y el Distrito Federal son la primer y segunda entidades con mas viviendas ocupadas siendo la delegación Iztapalapa la mas poblada con 1 750 336 de los cuales la mitad son menores de 15 años.

Además, el 27.7 de la población infantil mexicana es extremadamente pobre y está concentrada en 4 millones en el Estado de México los cuales contrastan con los 8 millones de personas entre 15 y 64 años. Ambos grupos coexisten en la zona con mayor densidad poblacional aproximada de 12 472 648 de habitantes (Unicef, 2007).

La Comisión Nacional de Población (Conapo) en su informe de 2005 ha proyectado para el año 2030 el crecimiento poblacional de 32 ciudades con más de 500000 habitantes destacando la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) con 22.5 millones de habitantes, la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) con 4.8 millones de habitantes y la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM) con 4.9 millones de habitantes.

La Comisión Nacional del Agua (Conagua) en su informe de 2005 señala que de los 48 huracanes que han azotado al país desde 1980 destacan los huracanes con categoría H5 en la escala SafinSimpson tales como Gilberto en 1988, con categoría H4, los huracanes Wilma en el 2006 y Emily en el 2005. Históricamente, tales catástrofes habían provocado que la distribución hidrológica se concentrara en el sureste, occidente y centro de México dejando en una severa sequía al norte y noreste del país. Sin embargo, la distribución hidrológica es incompatible con las zonas económicas. Precisamente, la zona de mayor industrialización y comercio ha sido clasificada con un índice de disponibilidad extremadamente baja con menos de 1000 metros cúbicos por habitante al año. Respecto a las zonas centro y norte del país donde el crecimiento económico es significativo, la disponibilidad del recurso esta clasificada como muy baja con 1000 a 2000 metros cúbicos por habitante al año. Sólo el sureste de México que ha tenido un crecimiento económico poco significativo, ha sido clasificado con una alta disponibilidad de 10000 metros cúbicos por persona al año.

Precisamente, las zonas norte, centro y noreste que contribuyen con el 85% del producto interno bruto (PIB) y tienen el 77% de la población sólo cuentan con el 32% de la disponibilidad de agua, aproximadamente 1874 metros cúbicos por habitante al año. En contraste, la zona sureste que contribuye con 15% del PIB y concentra el 23% de la población, tiene una alta disponibilidad del 66% de los recursos hidrológicos, aproximadamente 13759 metros cúbicos por persona anuales. De este modo, el promedio de disponibilidad de agua nacional es de 4573 metros cúbicos por individuo al año (Banxico, 2005). Se estima que el 28% del agua disponible es consumida por el 77% de la población que contribuye con 84% del Producto Interno Bruto (PIB) y en contraste, el 72% del agua disponible es consumida por el 23% de la población que contribuye con el 16% del PIB (Banxico, 2005).

Debido a esta situación hidrológica, económica, política y social, en el año 2025 la Conagua (2005) pronostica una extremadamente escasa disponibilidad de agua para la ZMVM.

Hasta aquí la descripción de las zonas excluyentes del Desarrollo Sostenible. A continuación, se conceptúa la problemática de escasez, abasto irregular e insalubre del agua en las zonas excluyentes a partir de los valores, las percepciones y las creencias.


La Influencia social en las problemáticas hidrológicas


La influencia social incluye dos planteamientos: Funcional[1]. Si la injusticia proviene de fuentes mayoritarias y el receptor la percibe como un evento lejano entonces será poco influido. Si la injusticia proviene de fuentes mayoritarias y el receptor la percibe como un evento cercano entonces será influido. Genético[2]. Si la injusticia proviene de fuentes minoritarias y el receptor la percibe como un evento lejano entonces será poco influido. Si la injusticia proviene de fuentes minoritarias y el receptor la percibe como un evento cercano entonces será influido. Ambos modelos presentan una relación asimétrica (uno tiene menos recursos que los otros) entre el receptor y el grupo mayoritario o minoritario que lo quiere influir. Además esta persuasión entra por la percepción que es la segunda fase de este proceso de participación influenciada.

La percepción ubica en un contexto (espacio, tiempo, distancia e impacto) a la información emitida por cualquier fuente. Si el emisor de un mensaje es un grupo mayoritario o minoritario que envían indistintamente información sobre un evento justo o injusto, el receptor ubicará la información en una sola categoría que será justicia lejana, justicia cercana, injusticia lejana o injusticia cercana porque lo hace a partir de tales fuentes, sus recursos y posibilidades de acción.

Precisamente, la categorización, tercera fase del proceso de participación influenciada, explica por qué los eventos o situaciones son etiquetados por una fuente, ajustándose el receptor a dicho sesgo. El receptor carece de información sobre el evento o la situación y se adhiere a la propuesta que se ajusta más a sus preocupaciones.

La preocupación implica una dimensión longitudinal en la que la lejanía del evento es correspondido con una acción general y la cercanía de la situación injusta es correspondido con una acción específica o la omisión del mensaje.

El receptor se ha formado una actitud, es decir, ha evaluado el tipo de fuente, el contenido del mensaje, los recursos con los que cuenta, las consecuencias de su participación o de su inacción y sobre todo el objeto (evento o situación). Si esta actitud es favorable (evaluación positiva) entonces participará. Si esta actitud es desfavorable (evaluación negativa) entonces omitirá su acción.

Hasta aquí se han explicado las fases cognitivas que sustentan una participación inestable. Es decir, si tal participación depende de un procesamiento de información considerando fuente y mensaje, entonces bastará con modificar la fuente y el contenido del mensaje para cambiar la estabilidad de la participación. Ante tal inestabilidad se exponen otras fases que sugieren una participación estable.

Las representaciones sociales[3] son una fase de la participación que supone dos subyacentes; la objetivación (aproximación de la situación injusta) y el anclaje (asimilación a la situación injusta). El receptor que establece una correspondencia coherente entre la información y la fuente con el contexto ha demostrado un proceso de aprendizaje que tratará de aportar mediante el discurso. El evento injusto será interpretado como un problema al que tratará de proponer una solución configurando los elementos de su asimilación. Es decir, el receptor es capaz de interpretar y manejar la situación injusta. Estos conocimientos y habilidades en torno al problema (situación injusta para la fuente y el receptor) son los requerimientos para identificarse, pertenecer y participar en los grupos minoritarios.

La identidad social[4] es la siguiente fase de la participación influenciada. Entendida como la elección sesgada de pertenencia a un endogrupo frente a un exogrupo, el receptor se encuentra ante la disyuntiva de elegir a que grupo quiere pertenecer (exogrupos, por ejemplo: altermundistas, activistas, ecologistas, separatistas, anarquistas, sindicalistas, pacifistas, fundamentalistas, terroristas), aunque sus recursos, conocimientos y habilidades le indiquen lo contrario (endogrupo, por ejemplo: la familia, los amigos, los compañeros de escuela, los compañeros de trabajo). Su elección puede ser opuesta a un grupo acorde a sus posibilidades, implicando una identidad inestable. La identidad estable sólo se revierte cuando se modifica el conflicto cognitivo de pertenencia que llevó al receptor a estar frente a esa disyuntiva. Es decir, cuando el receptor considera que puede contribuir en la solución del problema sin necesariamente pertenecer a un exogrupo y/o dejar de pertenecer a su endogrupo. La pertenencia estable a un grupo es indispensable en una participación comprometida, mientras que una pertenencia inestable esta asociada a una participación efímera o impulsada por otros motivos más económicos que ideológicos.

La participación sostenible subyace a estas problemáticas expuestas porque denota relaciones intersubjetivas que simbolizan procesos de pertenencia a una zona geográfica, cultura étnica y demás recursos comunitarios. La participación sostenible implicaría un proceso que inicia con el arraigo campesino y el sentimiento de comunidad. Este sentido de pertenencia[5] explica las elecciones, decisiones y acciones sesgadas favorablemente al endogrupo. Es decir, en una comunidad los flujos hidrológicos son considerados como un elemento comunitario más que como un recurso disponible para consumo humano. Por ello, las comunidades que en su territorio tienen ríos, lagos o acuíferos superficiales o subterráneos construyen relaciones de respeto en torno al agua. A partir de tales significados se configuraron usos y costumbres hidrológicas que contravienen a las políticas públicas del Estado. Los programas asistenciales, consisten en su inmensa mayoría, en la instalación de una toma de agua comunitaria, cuyo mantenimiento es encargado a las comunidades, y la distribución de agua bebible en garrafones. Posteriormente, el Estado promueve las técnicas de desinfección, filtración o potabilización del agua. En efecto, la participación sostenible subyace del sentido de comunidad en relación con la intervención del Estado a través de la asistencia tecnológica. Ahora bien, el sentido de pertenencia y la asistencia técnica del Estado orientan el uso del agua más en función de la identidad comunitaria[6] que de sus necesidades. Este es el caso de las comunidades de la zona oriente del Valle de México. Durante la década de los sesenta cuando los primeros pobladores urbanizaron la zona, el agua potable escaseó desde entonces. Esta situación hidrológica llevo a los habitantes a desarrollar habilidades de ahorro de agua y sobre todo a representarla como un elemento indispensable en la convivencia vecinal.


Un caso de participación sostenible

Durante los sismos de 1986 los habitantes de Iztapalapa compartieron la escasa agua que les llegaba cada tercer día unas seis horas. La solidaridad en torno al recurso fue una muestra del núcleo central de una representación social entorno a la escasez, abasto irregular e insalubre del agua. Esta solidaridad fue el sustento de las comunidades de Iztapalapa para enfrentar la crisis de fugas provocadas por daños a la infraestructura durante los sismos. Un elemento periférico a esta representación social fueron las creencias en torno a la insalubridad del agua. En efecto, el agua distribuida por el gobierno a través de pipas era hervida para poder ser injerida[7].

Precisamente es a partir de estos elementos centrales y periféricos que la participación de los habitantes de la zona oriente del Valle de México se transformó en una acción sostenible. Es decir, la solidaridad y las prácticas de higiene fueron esenciales para construir un sentido de pertenencia, una identidad, una representación y una participación favorable a la preservación del agua. Se trata de símbolos, significados y sentidos que convergen en conflictos entre habitantes y autoridades por la escasez, abasto irregular e insalubre del agua. Esta discrepancia dio origen a un cambio en torno a la relación ciudadanía–naturaleza entre la que el agua es un elemento central que vincula la pertenencia al lugar, la identidad vecinal, la representación comunitaria y la participación ambiental.

Se trata de procesos (influencia, percepción, categorización, preocupación, actitud, representación, identidad y participación) que evidencian un conflicto entre las necesidades de las personas, la disponibilidad de los recursos y los programas asistenciales que promueven el voto a favor del partido al que pertenece la administración o el delegado. Dichos conflictos muestran un cambio social que consiste en el cuidado del agua por considerarse un elemento comunitario. Es este cambio el que llevó a las autoridades a visualizar mecanismos de asistencia tales como; abasto de agua en pipas y garrafones, a través de la infraestructura cada tercer día durante unas cinco o seis horas, promoción del ahorro de agua en sanitarios utilizando materiales lubricantes, financiamiento e instalación de WC de 8 litros que sustituyeron a los de 16 y 32 litros y campañas de reutilización.


Algunos constructos en torno a la participación sostenible

Hasta aquí el marco teórico que explica los procesos de influencia para propiciar la participación influenciada a partir de un conflicto cognitivo.

Para los propósitos del presente proyecto, la participación influenciada se operacionaliza como la dosificación, la reutilización y el emplazamiento hidrológico (la recopilación de firmas, donación de dinero y manifestaciones de protesta) generados a partir de una necesidad de abasto regular y salubre de un recurso natural: en la que no intervienen los intereses de partidos políticos. Las ciencias sociales pueden utilizar la variable de participación comunitaria para explicar acciones colectivas tales como: marchas, manifestaciones con bloqueos en avenidas y sitios web, así como en confrontaciones verbales y físicas contra autoridades para exigir a las autoridades deslindar, exhortar, sancionar y castigar a los responsables, prevenir e indemnizar a grupos vulnerables afectados por las problemáticas.

Dicha variable implica acciones necesarias para el ahorro a partir de deliberaciones y normas. Las primeras sugieren un crecimiento económico y psicológico orientado a sus límites, las segundas indican un desarrollo comunitario que comparte los recursos naturales como forma de convivencia y solidaridad. Sin embargo, se ha soslayado su aspecto normativo, en consecuencia, sólo se han medido las formas en que la gente optimiza los recursos.

Las habilidades han sido conceptualizadas como las acciones eficientes que responden a requerimientos ecológicos. Son el consumo de cantidades mínimas de recursos naturales energéticos. Han sido consideradas como predictores de comportamientos a partir de la preposición: si una actividad es realizada eficientemente entonces se obtendrán resultados eficaces.

Sucede que no siempre ocurre este silogismo porque una persona puede almacenar, dosificar, realmacenar y reutilizar el agua potable en primera instancia y jabonosa en un segundo momento, sin embargo este proceso no necesariamente nos lleva a la solución de necesidades básicas tales como bañarse, lavar trastes y ropa porque las personas pueden creer que “alguien” o “algo” queda limpio sólo si utilizan mucha agua potable en proporción a determinados minutos, soslayando la reutilización de agua para enjabonar los trastes o la ropa.

En torno a las problemáticas sobre la distribución hidrológica sostenible, los proyecto de nación en América Latina fueron diseñados e impuestos por las elites criollas y mestizas que lograron la independencia nacional y con ella su administración bajo formas liberales de gobierno[8].

Esta problemática estructural e histórica de América Latina se evidenció en los estudios antropológicos simbólicos, los conflictos mestizos–étnicos de reconocimiento e interétnicos que desembocaron en la intolerancia y discriminación hacia los pueblos originarios de América. Tales estudios simbólicos consistieron en la búsqueda de los indicadores o evidencia de significados atribuidos a procesos, coyunturas o fenómenos que ocurren en las comunidades étnicas. Se consideró que los conflictos intergrupales obedecían a relaciones asimétricas que sojuzgaban a un grupo y enaltecían a otro. El lenguaje fue el principal instrumento de ataque a la dignidad de los grupos sometidos[9].

Las relaciones asimétricas de poder entre dos grupos parten de un conflicto de reconocimiento que consiste en la reivindicación del grupo oprimido a partir de su dignidad, usos y costumbres[10].

En otras palabras, se trata de procesos de inclusión y exclusión en los que los grupos muestran elecciones, decisiones y acciones sesgadas a favor de ellos y en detrimento de otros grupos. Tal es el caso de los conflictos entre comunidades por el recurso hidrológico. En las zonas rurales la intolerancia tiene un rostro, además de intolerante, discriminatorio porque al cerrar los caudales de un río o impedir el acceso a lagos o acuíferos a quienes lo necesitan pero no pueden pagar el servicio de riego, las autoridades estatales o municipales atentan contra el futuro de las comunidades excluidas estigmatizándolas de insalubres[11].

Por su parte en las ciudades la gente que es abastecida por el recurso se muestra intolerante ante quienes ni siquiera tienen una toma de agua directa y son abastecidos por pipas. En la zona oriente del Valle de México la gente excluida del recurso se manifiesta cerrando avenidas para exigir el abasto de agua que los automovilistas desaprueban confrontándose verbalmente con los manifestantes[12].

En tal sentido, se exponen los elementos socioeconómicos planteados por Marx (1859/1973), se contrastan con los elementos socio-institucionales planteados por Durkheim (1897/1974) y los elementos sociopolíticos planteados por Weber (1919/1986), para el estudio de la participación influenciada. Se plantea la participación influenciada a partir del sistema económico globalizado, político neoliberal, social antropocéntrico y psicológico pragmático.

Marx (1859/1973) plantea que la estructura económica determina las superestructuras social, política y ambiental. En tal estructura económica se genera el conflicto (procesos antagónicos o contradicción de procesos) que generará el cambio estructural económico. La economía política ha tratado de explicar el conflicto y a partir de ello predecir el cambio. Sin embargo Smith (1776/1982), el arquitecto de esta disciplina, ha soslayado al conflicto y el cambio como sus principales fundamentos estructurales.

La participación influenciada podría ser considerada por el materialismo histórico como una acción derivada de la estructura económica. Es decir, las condiciones materiales de existencia, además de estructurar a los individuos en clases económicas (dueños de los medios de producción o vendedores de su fuerza de trabajo), determinan su participación.

El estudio de la participación influenciada desde el materialismo histórico sugiere su análisis a partir de las condiciones materiales de existencia, el conflicto observado en la lucha de clases y el consecuente cambio estructural.

La participación influenciada al ser definida como la acción sistemática de grupos abiertos al cambio sostenido económicamente, puede ser estudiada a partir de los elementos socioeconómicos propuestos por el materialismo histórico.

De este modo, el crecimiento del capital financiero en función de la disponibilidad de los recursos, ha sido el principal objetivo de la participación influenciada. Precisamente, fueron los grupos sindicalistas, ecologistas, después los ambientalistas y finalmente los altermundistas quienes han exigido este cambio estructural económico a las corporaciones financieras. Desde el materialismo histórico, tales grupos sólo estarían actuando en la superestructura política, ideológica, cultural y ambiental.

Sin embargo, la participación influenciada puede ser conceptuada, desde el materialismo histórico, como una fase intermedia entre el conflicto y el cambio estructural económico.
Es así como, el proceso estructural económico de la lucha y la supresión de clases, planteado por Marx (1859/1973), ha soslayado la superestructura política en la que los grupos promueven las mejores condiciones de existencia económica para las generaciones futuras.

Antes de la aparición del capitalismo, las comunidades han actuado política y sostenidamente para garantizar las capacidades económicas de sus sucesores. Es decir que las condiciones materiales de existencia han sido determinadas por la disponibilidad de los recursos en el entorno de las comunidades. Tal disponibilidad ha estado determinando las estrategias de subsistencia de las comunidades. A partir de estas estrategias habrían sido diseñados los mecanismos de representatividad necesarios para la subsistencia de las comunidades.

El materialismo histórico ha sido pertinente en la descripción de las condiciones materiales de existencia como las determinantes de la estructura socioeconómica. No obstante, dichas condiciones económicas tendrían en la disponibilidad de los recursos, su principal factor explicativo.

La economía política que desarrolló Smith (1776/1982) contribuye sustancialmente al estudio de la participación influenciada. Plantea que la disponibilidad de los recursos, sobre todo los energéticos, determinan la capacidad y ventaja comparativa de las naciones. En la medida en que los recursos escasean y las naciones son superpobladas, las condiciones materiales de existencia disminuyen y con ello los grupos compiten por los recursos. En este escenario, las formas de elección y decisión política regulan la competencia y con ella la disponibilidad de los recursos.

Es aquí donde Smith (1776/1982), Durkheim (1897/1974) y Weber (1919/1986) sólo observan la competencia (nacional, gremial o política) por los recursos y Marx (1859/1973) sólo las condiciones materiales económicas de existencia.

En la economía política y la sociología, la participación influenciada no ha sido considerada ni como un elemento socioeconómico estructural, ni como un elemento político e institucional superestructural.

La participación influenciada, al ser conceptuada como una acción determinada por la disponibilidad de recursos en el entorno del grupo disidente, puede ser intermediaria entre el conflicto y el cambio estructural no sólo económico, sino también político e institucional. La conservación de los recursos, sobre todo los energéticos y los minerales, para garantizar el crecimiento de las generaciones futuras, legitima al sistema capitalista, sus estructuras y la competencia por los recursos en un marco de crecimiento económico. Es decir, la explotación, trasformación, distribución, venta y consumo de los recursos se fundamenta económicamente, se regula políticamente y se promueve socialmente.

En la ciencia política, la ciencia económica, la ciencia sociológica y la ciencia psicológica, la participación ha sido considerada como un efecto de los sistemas económicos, políticos, sociales y psicológicos.

A pesar de que Durkheim (1897/1974), Marx (1859/1973) y Weber (1919/1986) sólo explican un determinado sistema, es posible inferir la relación de sus categorías con cada uno de los sistemas.

Weber (1919/1986) demuestra la legitimación de los sistemas políticos a partir de la coexistencia entre las convicciones y las responsabilidades. De este modo, la forma de Estado y la participación influenciada tienen una relación directa, positiva y significativa con la ética de la convicción y una relación directa negativa y significativa con la ética de la responsabilidad. Tanto las convicciones como las responsabilidades, derivan en primera instancia y alimentan en segunda instancia, la competencia por el poder político.

El crecimiento económico liberal y neoliberal serían la causa y el efecto de las convicciones más que de las responsabilidades. En contraste, sería el crecimiento de bienestar social la causa y el efecto de las responsabilidades más que de las convicciones.

La forma de Estado tradicional, autoritario y totalitario produciría y reproducirían más convicciones que responsabilidades. Sin embargo, la forma de Estado de transición a la democracia y la forma de Estado democrático seguirían produciendo más convicciones que responsabilidades.

La participación influenciada sería la antecedente y la consecuente de las convicciones más que de las responsabilidades, ha generado y ha absorbido responsabilidades y convicciones.

Weber (1919/1986) plantea la hegemonía de un sistema político sobre el sistema económico, el sistema social y el sistema psicológico a partir del grado de competencia por el poder. Los grupos que compiten por el poder tienen un agente de cambio con las convicciones y las responsabilidades políticas necesarias para equilibrar los recursos económicos con las necesidades sociales y los intereses personales.

Durkheim (1897/1974) establece la legitimación y la hegemonía de un sistema social sobre el sistema económico, el sistema político y el sistema psicológico a partir de la alternancia del poder. Las nomias se solidarizan en la consecución del poder social a través de los gremios y las instituciones. En contraste, las anomias legitiman la hegemonía del sistema económico sobre los otros sistemas.

El crecimiento económico liberal y neoliberal produciría y reproduciría las anomias más que las nomias. Es en el crecimiento de bienestar social donde las nomías proliferarían más que las anomías.

Es en la forma de Estado tradicional, autoritario y totalitario donde las nomias serían producidas y reproducidas más que las anomias. En la forma de Estado de transición democrática y en la forma de Estado democrático, las nomias serían sus determinantes significativas.

Weber (1919/1986) y Durkheim (1897/1974) resaltan la influencia de lo político y lo social, más relacionado con la forma de Estado tradicional, autoritario y totalitario y con la participación de los grupos, sobre lo económico y lo psicológico, más relacionado con la forma de Estado democrático y con la participación de los individuos.

Es posible interceptar las categorías de ética de la convicción y ética de la responsabilidad de Weber (1919/1986) con las categorías de nomias y anomias de Durkheim (1897/1974) para entender la noción de cambio. Las nomias serían aquellos grupos con responsabilidades pertinentes frente a las anomias con convicciones itinerantes.

Tales categorías denotan la influencia de los grupos sobre los individuos. Esto implica que el cambio social se observa al interior de los individuos orientados éticamente y determinados grupalmente como agentes sociales.

La agencia social, es el efecto y la causa de la estructura política y social. Tal estructuración se origina en un grupo nomicamente responsable o bien, en un grupo anomicamente convincente.

La participación influenciada ha sido establecida a partir de grupos éticos. Tales modos de participación se relacionan con sistemas económicos, políticos, sociales y psicológicos, así como con las formas de Estado tradicional, autoritario, totalitario, transición y democrático.

Este esquema denota un ciclo de retroalimentación entre los sistemas, las formas de Estado y las participaciones que puede extenderse a la consolidación de los sistemas, las formas de Estado y las participaciones ambientales.

Desde que se propuso el término economía sustentable en referencia a la tasa de ahorro que debe ser mayor a la tasa de depreciación combinada con el capital natural (recursos energéticos y productos agrícolas) y el capital productivo, se han planteado sistemas de crecimiento concomitante con los recursos naturales (sobre todo energéticos y minerales) se ha planteado una distinción entre “crecimiento” y “desarrollo”. El primero, sugiere una compatibilidad con los procesos ambientales que resulta en una explotación moderada de los recursos naturales. En contraste, el segundo implica una armonía con la naturaleza que resulta tanto en el retorno de tradiciones que respetan el medio ambiente como en nuevas identidades tales como bioseguridad y bioética (Leff, 2004).

Esto implica a los procesos psicológicos como mediadores de los efectos del crecimiento económico sobre el comportamiento humano. Es decir, los individuos razonan, planifican y sistematizan un determinado comportamiento porque creen en la escasez o abundancia de un recurso natural. Más aún, la experiencia de vivir en una situación de escasez de recursos energéticos y minerales incide sobre el comportamiento humano y dicho efecto es indirecto al ser mediado por variables psicológicas.

Por lo tanto, las percepciones, creencias, actitudes, conocimientos, habilidades e Intenciones ecológicas son pertinentes para explicar conceptualmente a la participación influenciada que implica una serie de acciones razonadas, planeadas y por tanto intencionales para solucionar problemas a partir de preservar eficazmente el medio ambiente.

Durante la década de los noventa, la participación influenciada fue la variable más importante en los modelos conservacionistas. La austeridad, la reutilización y el reciclaje fueron los principales indicadores.

Sin embargo, las personas que boicotearon los productos y servicios de empresas contaminantes propiciaron su cierre. En consecuencia, muchos trabajadores perdieron sus empleos. Más aún, el reciclaje de vidrio y aluminio implicaba el consumo de incalculables cantidades de agua y la afectación de ríos contaminados por desechos tóxicos al reciclar papel.

Asimismo, los métodos para medir un mismo rasgo no han podido correlacionarse positiva y significativamente.

Más aún, las mediciones objetivas de abasto de agua se han incluido en pocos estudios debido al alto costo que implica observar sistemáticamente la cantidad y calidad de abasto de agua que llega a las residencias. En las zonas marginadas que no cuentan con el servicio público de agua potable y con un medidor, no es posible establecer una medida objetiva a partir de la cantidad de agua destinada a las comunidades. Otro caso es el de las zonas conurbanas en las que si hay un servicio público de agua potable pero no cuentan con un medidor. Esta situación es una consecuencia de la proliferación de predios irregulares los cuales una vez ocupados o invadidos solo tienen una conexión improvisada con otra que si esta conectada a la toma principal.

La mayoría de los estudios que utilizan esta medición objetiva se realizan en las ciudades de Hermosillo y Ciudad Obregón, Sonora. Mediante el sistema aleatorio que utiliza el INEGI, se establecen zonas representativas de estratos económicos medio alto y medio bajo económicamente y en cuanto a servicios públicos. Estos estudios han encontrado bajas correlaciones entre el consumo de agua autoreportado y el uso de agua observado. Asimismo, se han hallado altas correlaciones entre el derroche de agua observado al lavar un automóvil y comportamientos antisociales. Finalmente, los utensilios tales como cubetas, botes y tambos son determinantes para almacenar el agua.

Al respecto se ha sugerido que la medición del grado de abasto de agua debe contar con una técnica distinta a la del chequeo del medidor de agua o el recibo. En su investigación encontró diversas irregularidades tales como casas habitación que no contaban con medidores. O bien, en algunas colonias del oriente de la ciudad no se realizaba el pago periódicamente.

De este modo, se conceptúa a las personas como consumidores que toman sus decisiones a partir de una determinada información. Si esta información es explícitamente pro ambiental, entonces habrá percepciones, conocimientos, actitudes, motivos, competencias e intenciones que determinarán conductas eficientes y eficaces en el ahorro de agua y la prevención de fugas.

Consecuentemente, los estudios en torno a la sustentabilidad han sido planteados a partir de lo que motiva a la gente, cree, percibe, evalúa, conoce y lleva a cabo deliberada, sistemática, optimizada, eficiente, eficaz e innovadoramente más en un sentido de protección a sus descendientes que en un sentido integral de bienestar, tanto de la humanidad como de la naturaleza en sus generaciones actuales y venideras. Esto implica la explotación de los recursos naturales en función de las necesidades que una generación antecedente transmite a una generación consecuente.

La sustentabilidad al ser más un proyecto de crecimiento económico que de desarrollo humano, implica al Estado como su principal obstáculo. Asimisma, su principal solución se encuentra en la gestión impulsada al interior de las comunidades. Sin embargo, ante las deficiencias del Estado, se han planteado las competencias ecológicas entre individuos con el propósito de conservar los recursos naturales dosificando su consumo, diversificando su utilización y reciclando su estructura física.

Debido a que las problemáticas seguirán interconectadas, sólo aspiraremos a retardar sus efectos moderando y mediando la explotación, transformación, comercialización, distribución y consumo de productos y servicios para la humanidad, así como orientando el empleo y la educación a tecnologías que garanticen este proceso en las siguientes generaciones y sus correspondientes estructuras.

La participación ambiental implicó un proceso deliberado, planificado y sistemático que evidenció al ambientalismo como el primer movimiento de la humanidad para evitar la extinción de su habitad. Precisamente, esa fue la contribución principal del movimiento ambientalista. Sin embargo, la austeridad, la reutilización y el reciclaje resultaron contraproducentes con los procesos socioeconómicos neoliberales. En consecuencia, se replantearon las premisas del ambientalismo para configurar un nuevo movimiento mucho más integral y radical: la sostenibilidad.

Es así como la participación influenciada se plantea como la preservación del crecimiento económico, los procesos comunitarios que lo sustentan y la conservación de los recursos naturales: energéticos y minerales que le dan relevancia. Por lo tanto, implica la preservación intergeneracional de los recursos naturales y su relación con la humanidad en función de la preservación de la estructura económica (principalmente financiera), ecológica (sustancialmente energética y mineral), política (seminalmente democrática), social (necesariamente consumista), cultural (fundamentalmente antropocéntrica), colectiva (históricamente afectiva), educativa (específicamente tecnológica), organizacional (evidentemente empresarial) y comunitaria (frecuentemente innovadora).


Referencias

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- Jiménez, G. (2007b). Formas de discriminación en el marco de la lucha por el reconocimiento social. En O. Gall (coord.). Racismo, mestizaje y modernidad: visiones desde latitudes diversas. (pp. 37-61). México: UNAM
- Moral, F., Canto, J. y Gómez, L. (2004). Internet y des-individualización. Nuevas perspectivas sobre la des-individualización en la red: el modelo de la identidad social de los fenómenos de des–individualización (SIDE). Revista de Psicología Social. 9, 93-106
- Moya, M. y Morales, E. (2005). Reacciones psicopolíticas ante los ataques terroristas del 11 de marzo de 2004. Revista de Psicología Social. 20, 331-350
- Organización de Naciones Unidas (2003). Agua para todos, agua para la vida. Informe sobre el desarrollo de recursos hídricos en el mundo. Nueva York: ONU
- Pallí, C. y Martínez, L. (2004). Naturaleza y organización de las actitudes (pp. 183-254). En T. Ibáñez, (coord.). Introducción a la psicología social. Barcelona: UOC
- Stavenhagen, R. (2000). Derechos humanos y ciudadanía multicultural. Los pueblos indígenas. En J. Prudhomme (coord.). Demócratas, liberales y republicanos (pp. 73-92). México: Colmex
- Techio, E. y Calderón, A. (2005). Relaciones intergrupales, valores, identidad social y prejuicio en España después del atentado terrorista del 11 de marzo. Revista de Psicología Social. 20, 277-287
- UNICEF (2005). Pobreza infantil en países ricos. Nueva York: UNICEF
- Zúñiga, C. y Asún, R. (2004). Diseño y validación de una escala de identidad regional. Revista de Psicología Social. 19, 35-49


Notas

[1] “Analiza la influencia de las mayorías cuya característica principal es que tienen la posibilidad de utilizar el poder para sancionar. Se dirige a provocar conformidad y obediencia en los blancos de influencia. Se basa en la creación de incertidumbre informativa provocando la sensación de inestabilidad sociocognitiva que hace que el grupo sometido a la influencia obedezca los argumentos del grupo mayoritario.” (González, 2005: p. 18)
[2] “Hace hincapié en los procesos persuasivos que ejercen los grupos minoritarios. La acción de la minoria se fundamenta en la creación de un conflicto sociocognitivo entre el nuevo planteamiento minoritario y la organización de categorías preexistente, lo cual obliga al blanco de influencia a obedecer la confrontación suscitada. No tiene un efecto inmediato en las personas que se someten a ella.” (González, 2005: p. 19)
[3] “Estas se componen siempre de un núcleo central relativamente consistente, y de una periferia más elástica y movediza que constituye la parte más accesible, vívida y concreta de la representación. Los elementos periféricos están constituidos por estereotipos, creencias e informaciones cuya función principal parece ser la de proteger al núcleo acogiendo, acomodando y absorbiendo en primera instancia las novedades incómodas.” (Jiménez, 2007: p. 47). “El sistema central estaría de las representaciones sociales está ligado a condiciones históricas, sociales e ideológicas más profundas, y define los valores más fundamentales del grupo. Además se caracteriza por la estabilidad y la coherencia, y es relativamente independiente del contexto inmediato. El sistema periférico, en cambio, depende más de los contextos inmediatos y específicos; permiten adoptarse a las experiencias cotidianas modulando en forma personalizada los temas del núcleo común; manifiesta un contenido más heterogéneo; y funciona como una especie de para coches que protege al núcleo central permitiendo integrar informaciones nuevas y a veces contradictorias.” (Jiménez, 2007: p. 48).
[4] “Establece la adhesión a un grupo endógeno cuando el receptor se identifica con las normas y esta de acuerdo en llevarlas a cabo. Antes bien, cuando dichas normas son percibidas como injustas y cuestionables, la adhesión será hacia un grupo exógeno. A partir de un análisis de identificación con un grupo endógeno y diferenciación con un grupo exógeno a través de la percepción personal de desigualdades, establece la legitimidad de pertenecer a un grupo de referencia. “Apunta que la certeza que pudieran tener los sujetos sociales acerca de que la relación intergrupal es inestable o ilegitima.” (González, 2005: p. 25).
[5] “Implica la inclusión de la personalidad individual en una colectividad hacia la cual se experimenta un sentido de lealtad. Esta inclusión se realiza generalmente mediante la asunción de algún rol dentro de la colectividad considerada pero sobre todo mediante la apropiación e interiorización al menos parcial del complejo simbólico cultural que funge como emblema de la colectividad en cuestión.” (Jiménez, 1997: p. 15).
[6] “Es una consecuencia de la identificación endo grupal o fracasos en la identificación exo grupal.” (Moya y Morales, 2005: p. 333). “Cuando mayor sea el sentido de pertenencia al endo grupo mayor será la tendencia a diferenciar positivamente al endo grupo del exo grupo.” (Techio y Calderón, 2005: p. 278). “Esa parte del auto concepto del individuo que se deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo social conjuntamente con el valor y el significado emocional a esa pertenencia.” (Moral, Canto y Gómez, 2004: p. 101). “Se refiere tanto a la conciencia que un individuo posee de su pertenencia a un determinado grupo social, como a la carga afectiva y emocional que ésta pertenencia trae para el individuo.” (Techio y Calderón, 2005: p. 278). “Aquella parte del auto concepto de un individuo que deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo regional, junto con el significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia.” (Zúñiga y Asún, 2004: p. 38). “Es la auto percepción de un sujeto en relación con los otros, a lo que corresponde, a su vez, el reconocimiento y la aprobación de los otros sujetos. En suma, la identidad de un actor social emerge y se afirma sólo en la confrontación con otras identidades en el proceso de interacción social, la cual frecuentemente implica relación desigual y, por ende, luchas y contradicciones.” (Jiménez, 1997: p. 13). “La representación que tienen los agentes (individuos o grupos) de su posición (distintiva) en el espacio social, y de su relación con otros agentes (individuos o grupos) que ocupan la misma posición o posiciones diferenciadas en el mismo espacio.” (Jiménez, 1997: p. 27) “El proceso mediante el cual un actor social se reconoce a sí mismo y construye el significado en virtud sobre todo de un atributo o conjunto de atributos culturales determinados, con la exclusión de una referencia más amplia a otras estructuras sociales.” (Castells, 1998a: p. 48)
[7] “Estas se componen siempre de un núcleo central relativamente consistente, y de una periferia más elástica y movediza que constituye la parte más accesible, vívida y concreta de la representación. Los elementos periféricos están constituidos por estereotipos, creencias e informaciones cuya función principal parece ser la de proteger al núcleo acogiendo, acomodando y absorbiendo en primera instancia las novedades incómodas.” (Jiménez, 2007: p. 47). “El sistema central estaría de las representaciones sociales está ligado a condiciones históricas, sociales e ideológicas más profundas, y define los valores más fundamentales del grupo. Además se caracteriza por la estabilidad y la coherencia, y es relativamente independiente del contexto inmediato. El sistema periférico, en cambio, depende más de los contextos inmediatos y específicos; permiten adoptarse a las experiencias cotidianas modulando en forma personalizada los temas del núcleo común; manifiesta un contenido más heterogéneo; y funciona como una especie de para coches que protege al núcleo central permitiendo integrar informaciones nuevas y a veces contradictorias.” (Jiménez, 2007: p. 48).
[8] “En América Latina la consolidación de una identidad nacional tomó caminos algo diferentes. Desde el siglo XIX, el proyecto de nación fue definido por las élites mestizas y criollas a su retrato e imagen. Aquí fue la minoría dominante la que impuso sobre las mayorías preexistentes, es decir, los pueblos indígenas, su propia concepción de la nación, incluyendo su lengua, religión, leyes, instituciones y valores culturales, a tal grado que los pueblos indígenas, emergiendo de tres ciclos de coloniaje, no lograron ni han logrado hasta la fecha, reconocerse ni saberse reflejados en estos nuevos Estados naciones que por lo general les otorgaron la igualdad y la ciudadanía formales.” (Stavenhagen, 2000: p. 80)
[9] “Es el mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles, también llamadas formas simbólicas, y que pueden ser expresiones, artefactos, acciones, acontecimientos y alguna cualidad o relación. En efecto, todo puede servir como soporte simbólico de significados culturales: no sólo la cadena fónica o la escritura, sino también los modos de comportamiento, las practicas sociales, los usos y costumbres, el vestido, la alimentación, la vivienda, los objetos y artefactos, la organización del espacio y del tiempo en ciclos festivos.” (Jiménez, 2007: p. 32)
[10] “Una parte, la parte dominada, entra en conflicto esencialmente para exigir o imponer el reconocimiento pleno de su identidad, con todos los derechos que le son inherentes.” (Jiménez, 2007: p. 57)
[11] “Una actitud culturalmente condicionada y negativamente orientada de los grupos dominantes hacia los grupos dominados, que en los procesos de interacción / comunicación se traduce en comportamientos de hostilidad y trato desigual de los individuos identificados con los primeros respecto a los individuos identificados con los últimos.” (Jiménez, 2007: p. 39)
[12] “Es la actitud de rechazo por parte de un grupo generalmente mayoritario de las creencias y practicas de otro grupo generalmente minoritario, porque considera que tales creencias y practicas constituyen una amenaza para la solidaridad del propio grupo o para sus intereses materiales y simbólicos. El fundamento principal de este tipo de discriminación es la diferencia cultural y la percepción de que la cultura minoritaria representa un peligro para la reproducción de la cultura dominante. El antisemitismo y la intolerancia religiosa serían los paradigmas clásicos de esta forma de discriminación.” (Jiménez, 2007: p. 41)



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