Sin códigos 10

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Por Zaidena

Eran las nueve de la mañana cuando Luisa y Samuel partieron hacia el Laboratorio.

__ Si me permitís __dijo Samuel suavemente__ yo soy bastante bueno improvisando. Así que marcaré los pasos y vos sólo tendrás que seguirlos, ¿de acuerdo? Recordá Luisa que “el único trecho que da él adelante es aquel que cubre nuestro pie extendido”, así que avancemos lentamente; nos enfrentamos a peces gordos, muy gordos, y la sutileza y sagacidad son primordiales y fundamentales.

__ Sí __respondió ella__ no hay problema, vos sólo guíame y yo te seguiré.

__ ¿Es realmente lo que querés Luisa?

__ ¿Qué cosa?

__ ¿Seguirme?

__ ¡Por favor, no empecemos!, creo que fui clara la otra noche…. ¿O querés que te repita todo nuevamente?

__ ¡Está bien! ¡Está bien! Te entendí, sólo te voy a pedir un favor… ¿Puede ser?

__ No sé. Vos pregúntame y te diré si puedo o no hacértelo.

__ Bueno, sólo te pido que cuando todo esto termine me aceptes la invitación de llevarte a cenar. He resuelto contarte absolutamente todo lo de mi “abandono”. Sólo necesito que me escuches. Luego de eso no te molestaré nunca más, lo prometo.

__ Está bien, acepto, cuando todo esto termine iremos a cenar y me explicarás, aunque vos sabés que…

__ No digas nada más Luisa, sólo esperá a escucharme.

__ Bien, aunque considero que será un tiempo perdido, te escucharé.

Llegaron a la esquina y cuando Samuel hizo el cambio para disminuir la marcha, sus dedos rozaron la rodilla de Luisa, ésta dio un salto y lo miró como fulminándolo con la mirada.

__ Perdón Luisa, pero si no querés que te toque la rodilla poné las piernas para el otro lado, aunque a mí me encanta que te quedes así.

Mientras decía esto, Samuel se echó a reír con una risa tan clara, transparente y contagiosa, que Luisa miró para otro lado porque se había tentado y no quería que él la viera riéndose. El trayecto siguió normal. Hablaron del caso convocante. Cuando llegaron, como la vez anterior, los estaban esperando.

Fueron directamente al laboratorio aledaño a la gerencia, lugar donde había trabajado el occiso. El Sr. Aumé, les informaron, aún no había llegado. Samuel solicitó que todos pasaran al salón de actos múltiples, previo a mostrarles la orden judicial que autorizaba y avalaba lo que estaban haciendo. Eran veinte personas en total, de las cuales dieciséis eran hombres y cuatro mujeres.

Cuando comenzaron a llegar, se les fue indicando que se sentaran y una vez que todos estuvieron presentes, se los proveyó con una hoja en blanco y una lapicera; acto seguido, se les explicó que se les haría un dictado, que ellos sólo debían limitarse a escribirlo y que al terminar deberían poner, al dorso de la hoja, su nombre, domicilio y un teléfono fijo o móvil donde pudieran ser ubicados. También se les dijo que, como se trataba de una investigación policial, no podían dar más detalles, aclarando que si alguno no quería hacer el dictado, llamara a su abogado para que lo hiciera con él presente o, de lo contrario, deberían hacerlo con su abogado pero en la Agencia.

Todos estuvieron de acuerdo en hacerlo en ese momento.

A los veinte minutos aproximadamente, todo había terminado. Tenían ya las hojas en las manos y como Aumé aún no había llegado, volvieron a la agencia.

Se sentaron en el salón de conferencias y desplegaron las hojas sobre la amplia mesa. Fueron mirando mientras esperaban al perito calígrafo, título que también tenía Luisa, pero que no lo ejercía; por su parte, Samuel sabía hacer interpretaciones de los escritos.

Fueron descartando caso por caso hasta quedarse sólo con dos. Ambos mostraban una dificultad respiratoria, pero uno era “especialmente” significativo. Miraron al dorso de la hoja y en ella decía. Esteban Guindón, España 876, teléfono 0341-4407314.

En ese preciso momento llegó el perito y los tres se enfrascaron de lleno en la discusión de los detalles, omitiendo por supuesto lo que ellos pensaban. El perito le solicitó a Luisa que le prestara el papel que le habían dejado en el bolsillo para cotejarlo con los escritos.

Luego de muchas y cansadoras horas, de mediciones de letras, de curvaturas, de jabas, de palos cruzando las “t”, de rasgos bajos, de la inclinación de las letras, de la amplitud de los márgenes, de cuál margen se respetó y cuál no, el perito se quedó con una sola hoja. Se las mostró a los agentes, quienes al darle la vuelta leyeron: Esteban Guindón, ambos se miraron silenciosamente, no necesitaron decir nada, sus ojos habían hablado por ellos.

El resultado de la evaluación había sido concluyente y aplastante. Los tres habían indicado a la misma persona.

Samuel pidió información sobre Guindón. Fue grande su sorpresa cuando el detective en jefe de datos le informó que no había ningún antecedente del masculino solicitado. Eso para ellos significaba que era como si aún no hubiera nacido.

__ Luego averiguaremos mejor __dijo Luisa cuando éste le contó__ en realidad la base de datos aún no está debidamente completada, luego controlaremos.

__ Está bien Luisa, pero me suena raro que los poquísimos datos que hay comienzan cuando él entra a trabajar en el laboratorio, pero tenés razón, ya veremos ese tema.

1 Comentario:

Guillermo E. TibaldO dijo...

Hola Zaid!

Bueno me ha gustado mucho también este capítulo! En verdad, pues haces un equilibrio mas razonable en cuanto a la situación amorosa, y el caso policial como tal.. como asi tambien una muy buena relación de estas dos partes; comparado con uno de los capítulos en donde creo que mencioné que me había perdido un poco con el caso policial, ya que se deriva en mayor parte a la historia que Samuel y Luisa tenían..

No se si me anticipo a algo, pero cuando les piden el dictado, no necesariamente deben de llamar a un abogado, pues el solo hecho de pedir una muestra de la escritura de cada uno, implica considerarlos sospechosos. Y eso significa que han de tener los argumentos evidenciables de ese hecho. Es decir, mi punto es que no podría haber saltado uno, sino todos reclamando que eso es antilegal (no he dicho ilegal, pues no es lo mismo).

Pero en sintesis, me gusta como va continuando la novela..

Te mando un abrao y muy buena suerte:)

Guillermo Exequiel Tibaldo



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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