Sello encubierto

Por Guillermo Exequiel Tibaldo

Se coloca solo uno, aunque no disimula en absoluto con el color elegido. No quiere responder al por qué de tal vestimenta habitual y prefiere silenciar los rumores justificando que ha perdido uno de ellos, que ya no puede formar el par, y espera encontrar el que le falta algún día; claro que todos saben que miente ¿pero que otra explicación puede tener?

Con su destacada figura política, saluda a sus compatriotas con la mano derecha, sin dejar rastros de su presencia ni huellas que lo descubran ¿Tendrá aquella mano dañada y por tal razón se niega a mostrarla? Nadie lo sabe, pero lo que es seguro es que por alguna extraña razón se niega a revelarla, la oculta bajo ese negro guante y firma todos los acuerdos que lo llevan a una vida exitosa.

Dice que esta noche terminará con todo esto, misteriosamente ha encontrado el guante que le faltaba, y esta dispuesto a incriminarse en la muerte de su mujer. Quizás tema por la ruina y el cargo de conciencia que le pudiesen provocar sus actos impunes, su falsa presencia.

Carga sobre sus guantes las penas que ha cometido y luego de quitárselos, se podrá sentir libre de pecados. Y hasta tendrá el alto coraje de decir ciegamente que él es inocente, pero que sus guantes no lo son.