Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
México, nuestro hermoso y gran país (aunque algunos “mexicanos” no lo consideren así), es un ejemplo vivo de esta lucha tenaz y permanente por lograr antes que nada libertad, sin menoscabo de la independencia, la paz y la justicia social, que en todas nuestras Constituciones hemos impreso con sangre y fuego, pero también con un espíritu humanista y ecuménico.
Tan esto es así que seguimos y seguiremos afirmando que la historia de México no es otra que la historia de sus Constituciones.
Y precisamente ahora que estamos próximos a conmemorar el Bicentenario del inicio de nuestra gesta de Independencia, se nos hace muy oportuno recordar, una vez más, el CCXXVII aniversario del natalicio de uno de los dos consumadores de la Independencia de nuestro país, acaecido el 9 de agosto de 1782, el prócer Don Vicente Guerrero Saldaña.
Solo un bosquejo rapsódico de sus datos biográficos son y, en su caso, deben ser conocidos por todos los beneficiarios de la libertad en este país, habida cuenta de que sin su concurso, su participación de manera valiente, audaz, inteligente y tenaz, no hubiéramos tenido la patria que actualmente tenemos en donde campea, a pesar de todo, la libertad y tan esto es así que cuando viajamos al extranjero a países que se jactan de ser libres, la verdad su libertad está tan restringida que de inmediato se nota el autoritarismo y entonces es que añoramos la libertad que vivimos en México.
Todos debemos de saber que Don Vicente Guerrero Saldaña fue hijo de Don Juan Pedro Guerrero y de Doña María Guadalupe Saldaña; fue oriundo de Tuxtla, ahora estado de Guerrero y cuyos padres fueron campesinos. En su adolescencia su padre le enseñó los oficios de la arriería y así, de una manera, por demás rústica, se desarrolló entre las montañas de su patria chica. Combatió con verdadero denuedo en contra de las tropas realistas desde 1810 en Técpan (esperando a Morelos), lo que motivó a Iturbide (quien representaba a las fuerzas más reaccionarias del país: los ricos hacendados, el alto clero y la milicia), a pactar con él para la consumación de nuestra independencia y fue precisamente el General Don Vicente Guerrero “quien proclamó el decreto de emancipación de la esclavitud en la República Mexicana”.
De su participación efectiva en la lucha por nuestra independencia y libertad no hay la menor duda. Sin embargo, a casi doscientos años del inicio de estas luchas libertarias, es penoso e incluso denigrante, el que nuestro pueblo tenga que seguir luchando por la igualdad de oportunidades, por tener una mejor preparación, por quitarse el caciquismo execrable que padecemos desde tiempo inmemorial, por evitar la violencia en contra de las mujeres, por acceder a muchísimo mejores niveles en la procuración y en la administración de justicia, por conseguir la paz social ahora tan gravemente distorsionada y agredida por la narcoviolencia, los secuestros, los asaltos y homicidios cada vez mas cruentos.
No olvidemos el ejemplo heroico de nuestros verdaderos próceres. Sigamos con nuestra lucha a pesar de la siniestra influencia gringa en todos los órdenes de nuestra vida, de nuestros gobiernos entreguistas y de muchos de nuestros “paisanos” apáticos y malinchistas. Guerrero merece un mejor destino. O usted, luchador lector, ¿qué opina?
El simple y llano hecho de vivir es e implica una lucha. Se lucha en contra de los elementos naturales como el frío, el calor, el hambre y la sed, en contra de las distancias que hay que recorrer para alcanzar los lugares a donde queremos o tenemos que ir, se lucha contra la adversidad, contra el dolor, en contra de la desigualdad, de la miseria (material y moral), se lucha en contra de los prejuicios, de la ignorancia, de los abusos, en contra de las enfermedades, en contra del paso del tiempo, también se lucha en contra de la esclavitud y en contra de todo aquello que implique el sometimiento del ser humano a otros seres humanos, merced al terror, la violencia, el ejercicio abusivo del poder político, del económico o simplemente físico.
Y es precisamente en este último renglón en donde el ser humano ha demostrado una capacidad increíble de reacción, de resistencia al vasallaje, a la dominación por la fuerza bruta o los excesos y cuando las situaciones se dan extremas, entonces también las reacciones se dan en formas por demás extremas.México, nuestro hermoso y gran país (aunque algunos “mexicanos” no lo consideren así), es un ejemplo vivo de esta lucha tenaz y permanente por lograr antes que nada libertad, sin menoscabo de la independencia, la paz y la justicia social, que en todas nuestras Constituciones hemos impreso con sangre y fuego, pero también con un espíritu humanista y ecuménico.
Tan esto es así que seguimos y seguiremos afirmando que la historia de México no es otra que la historia de sus Constituciones.
Y precisamente ahora que estamos próximos a conmemorar el Bicentenario del inicio de nuestra gesta de Independencia, se nos hace muy oportuno recordar, una vez más, el CCXXVII aniversario del natalicio de uno de los dos consumadores de la Independencia de nuestro país, acaecido el 9 de agosto de 1782, el prócer Don Vicente Guerrero Saldaña.
Solo un bosquejo rapsódico de sus datos biográficos son y, en su caso, deben ser conocidos por todos los beneficiarios de la libertad en este país, habida cuenta de que sin su concurso, su participación de manera valiente, audaz, inteligente y tenaz, no hubiéramos tenido la patria que actualmente tenemos en donde campea, a pesar de todo, la libertad y tan esto es así que cuando viajamos al extranjero a países que se jactan de ser libres, la verdad su libertad está tan restringida que de inmediato se nota el autoritarismo y entonces es que añoramos la libertad que vivimos en México.
Todos debemos de saber que Don Vicente Guerrero Saldaña fue hijo de Don Juan Pedro Guerrero y de Doña María Guadalupe Saldaña; fue oriundo de Tuxtla, ahora estado de Guerrero y cuyos padres fueron campesinos. En su adolescencia su padre le enseñó los oficios de la arriería y así, de una manera, por demás rústica, se desarrolló entre las montañas de su patria chica. Combatió con verdadero denuedo en contra de las tropas realistas desde 1810 en Técpan (esperando a Morelos), lo que motivó a Iturbide (quien representaba a las fuerzas más reaccionarias del país: los ricos hacendados, el alto clero y la milicia), a pactar con él para la consumación de nuestra independencia y fue precisamente el General Don Vicente Guerrero “quien proclamó el decreto de emancipación de la esclavitud en la República Mexicana”.
De su participación efectiva en la lucha por nuestra independencia y libertad no hay la menor duda. Sin embargo, a casi doscientos años del inicio de estas luchas libertarias, es penoso e incluso denigrante, el que nuestro pueblo tenga que seguir luchando por la igualdad de oportunidades, por tener una mejor preparación, por quitarse el caciquismo execrable que padecemos desde tiempo inmemorial, por evitar la violencia en contra de las mujeres, por acceder a muchísimo mejores niveles en la procuración y en la administración de justicia, por conseguir la paz social ahora tan gravemente distorsionada y agredida por la narcoviolencia, los secuestros, los asaltos y homicidios cada vez mas cruentos.
No olvidemos el ejemplo heroico de nuestros verdaderos próceres. Sigamos con nuestra lucha a pesar de la siniestra influencia gringa en todos los órdenes de nuestra vida, de nuestros gobiernos entreguistas y de muchos de nuestros “paisanos” apáticos y malinchistas. Guerrero merece un mejor destino. O usted, luchador lector, ¿qué opina?
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