De antaño y de hogaño...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


No se trata de afirmar que todo tiempo pasado fue mejor, toda vez que cada quien habla de la fiesta como le fue en ella, pero sí se trata de ver cómo se están dando y desarrollando una serie infinita de acciones y omisiones en la actualidad para hacer conciencia y aquilatar lo que se tenía y lo que se tiene ahora.

México – Tenochtitlan cayó en tiempos de Cuauhtémoc un trece de agosto de 1521, habiendo sido la capital del Señorío Azteca, uno de los más poderosos que se dieron en Meso América en su tiempo.

En la madrugada del 16 de septiembre de 1810 Don Miguel Hidalgo y Costilla y una pléyade de conjurados, patriotas y conscientes del oprobio que se vivía entre las castas del pueblo vencido, esclavizado, dominado y vilipendiado durante todos esos años por la avaricia y ambición del pueblo español lleno de corrupción, de ignorancia, de crueldad y fanatismo religioso, clasista y racista, amén de imperialista, por todas las razones ya conocidas se dio, por fin, merced a la lucha sangrienta por la independencia y la libertad, un 27 de septiembre del año de 1821, el logro de ésta formalmente, con los Tratados de Córdoba.

Muy lamentablemente tres siglos de dominación peninsular, en la vida de nuestro pueblo, causó honda y profunda raigambre de todos los vicios que impuso el conquistador, vicios que eran usados para tener un mayor y mejor control de las masas sometidas, y que incluso abarcaban también a las clases dominantes que eran los ricos hacendados, la milicia y el clero político.

Sin embargo, en la vida independiente de nuestro país han persistido muchos de los vicios y calamidades que debían ya de superarse y que nos impiden realizar los sueños de nuestros próceres que realmente ofrendaron su vida para darnos patria y libertad.

Tan esto fue así que hubo necesidad de iniciar una revolución total para que se reencausaran los objetivos propuestos y que una vez mas, la ambición desmedida del poder, había deshecho sin ningún miramiento, proliferando, una vez mas, la corrupción el pillaje, el abuso de los poderosos sobre las masa de desposeídos, de los letrados sobre la masa ignara que por desgracia hace mayoría.

Así tuvimos un período de paz y de institucionalidad pero no fue suficiente para lograr erradicar los vicios de los cuales seguimos arrastrando sus secuelas, como el analfabetismo, la ignorancia, la miseria y como cerecita del pastel, una vez más, la corrupción.

Antaño la celebración de las fiestas patrias henchía de orgullo y de felicidad los corazones de los verdaderos patriotas que sabían aquilatar el esfuerzo heroico de nuestros próceres.

Hogaño la celebración de estas fechas no tiene ninguna connotación que no sea aquella del pretexto para la libación, el desenfreno y descarga de las neurosis propias de nuestro tiempo y que hace mella precisamente en los espíritus débiles y desorientados.

Antaño, a pesar de todo, había hidalguía y honor. Personas cuya palabra valía y se desvivían por cumplirla cuando ésta estaba empeñada.

Hogaño quedar formalmente con alguien en algo, aun cuando se haga por escrito, implica el equivalente a firmarlo en una barra de hielo. Y sin que exista la mínima sensación de rubor, por no decir de vergüenza.

Antaño la educación cívica propiciaba e inducía el amor a la Patria, la solidaridad social (ejemplo de ello la entrega del pueblo de México ayudando a sus semejantes en la tragedia del sismo de 1985 en la ciudad de México rebasando con mucho, la participación gubernamental).

Hogaño, se carece del mínimo sentido del civismo (pues erradicaron esta materia del plan de estudios de nuestras escuelas) y las consecuencias son más que evidentes ya que hablar de patriotismo significa una reacción de mofa o el señalamiento de alguien que perdió la razón. Sin perjuicio de la penetración brutal, vía el dúopolio televisivo que padecemos, entre otros, de los usos y costumbres estadounidenses, que socavan realmente a toda nuestra idiosincrasia e identidad nacional.

Antaño, las fiestas patrias implicaban días de preparativos por parte de toda la familia para tan especiales eventos, adornando sus casas, exhibiendo la bandera nacional en balcones y vehículos y los juguetes de los niños con los colores patrios.

Hogaño la voracidad de los comerciantes hizo (como en otras celebraciones) que abusaran en el precio de sus mercancías y difícilmente vimos en casas y vehículos, los tradicionales adornos referidos.

¿Se tendrá remedio o nos conformaremos con solo mirar el deterioro de nuestro patriotismo? O usted, patriota lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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