De la frivolidad

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

El domingo 30 de agosto del año en curso me sorprendió enormemente ver en los medios que “pese a una tarde nublada y con lluvias intermitentes, 12, 937 personas bailaron en la Plaza de la República el “Thriller” del fallecido Michael Jackson y rompieron el record Guinness. Según autoridades capitalinas, en el lugar hubo alrededor de 50 mil asistentes. México superó a Londres, Inglaterra y Barcelona, España, donde horas antes se reunieron mil 200 y 697 personas, respectivamente, para tratar de imponer una marca.” ¡Me doy! ¡El colmo de la frivolidad!

Recordemos que la frivolidad es la calidad de frívolo y este término significa ligero, veleidoso, insubstancial. Fútil y de poca substancia.

Además a la acción descrita yo agregaría estulticia, superficialidad, ignorancia e irresponsabilidad, cuenta habida de que estamos hablando de que la inmensa mayoría de esa multitud, estaba integrada por jóvenes (jóvenes mexicanos, el haber humano, el presente de nuestro país, el divino tesoro de nuestra patria), y ver este tipo de actividad tan irrelevante, tan ociosa, no deja menos que asustar por el cauce que están tomando estas nuevas generaciones.

No se trata de rasgarse las vestiduras ni hacer presencia en el muro de las lamentaciones. Ni se trata de una actitud de incomprensión de tipo generacional. Se trata de una reflexión sobre el nivel que guarda nuestra juventud urbana en relación con nuestros problemas (se necesitaría ser un topo para no darse cuenta) y la forma de solucionarlos. De ello depende su futuro y el de nosotros, también.

No se trata de quitarle méritos a este bailarín y cantante de música popular estadounidense (si nos agringamos diríamos música “pop”), pues es público y notorio el gran talento que evidenció en su actuar artístico y el impacto brutal y la histeria colectiva que logró producir en las grandes masas del orbe.

Sin embargo yo me pregunto en dónde estaban estas masas cuando fue procesado por pederasta, cuando empezó a perder dinero porque esas masas ya no compraban sus discos, y ahora resulta que al morirse, reverdecen sus laureles y sus fanáticos se desembozan y le hacen grandes homenajes y proclaman a los cuatro vientos su adhesión y culto.

El problema es que esa mercadotecnia en nuestro país no falla. Tiene a los jóvenes urbanos y poco a poco también a los del medio rural, en la enajenación y en la estulticia total. Y no es para menos, pues que se puede esperar de jóvenes víctimas de hogares desintegrados por el divorcio de los padres; de quienes no recibieron educación cívica en la secundaria; de quienes ignoran la existencia de la escala axiológica (se salvan solo quienes sí la conocieron); de quienes recibieron “clases” de profesores ignorantes y descalificados (según se probó en los últimos exámenes que les aplicaron para otorgarles plazas); de quienes se ven asediados por la violencia, por la inseguridad; de quienes se ven rendidos por la drogadicción galopante y que ha disminuido la edad en el consumo; de aquellos que al salir de las universidades no ven futuro inmediato en el ejercicio profesional o que no hay empleos para los demás; de quienes tienen que padecer a gobernantes corruptos, ineficientes y demagogos y que lo último que les importa es el bienestar de la comunidad.

Con estos antecedentes, solo enunciativos, que no limitativos, ¿qué puede esperarse de una juventud sin esperanza y sin un futuro promisorio ?Ahí está el gran reto para profesores, padres de familia, políticos y adultos.

Reivindicar a nuestra juventud, haciendo crecer en ellos el amor a la patria y a su comunidad; el que los estudiantes estudien y los que trabajan, que trabajen; el hacer que de nuestro lenguaje desaparezca la mentira, la falacia y hablarles con la verdad; hacer que el producto de su trabajo sea remunerador; que tengan acceso a los bienes de consumo elemental; que tengan una educación ética basada en el actuar dentro del deber ser ; y un sinfín de cosas que necesitan de una forma vital. Y aquí está un gran reto para los políticos jóvenes (pues los mayores ya no tienen remedio), que tomen a la juventud en sus manos en acciones políticas reivindicatorias y con ello alcanzar un gran capital político, pero encaminado a luchar por México y su pueblo, sin demagogia ni mentiras, sino con acciones y no con “reventones”, con alcohol y “carnitas” gratis y ya. Esta juventud lo está necesitando a gritos. Cada quien en su esfera de acción tiene que hacer lo propio. O usted, activista lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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