A río revuelto.... 10

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Por el Ing. Sergio A. Amaya

Ramón se levantó temprano, ahora estaba laborando en el primer turno, por lo que debería entrar a las seis de la mañana. Su madre, madrugadora, estaba entrando con el pan recién horneado para el desayuno del joven.

_Buenos días hijito, _saludó sonriente,_ qué bueno que ya te levantaste, no se te vaya a hacer tarde.

_No se apure jefecita, _contestó Ramón tomando una toalla y dirigiéndose al patio para lavarse en los lavaderos,_ nada más me lavo y vengo a desayunar.

El joven salió, aún estaba obscuro y un viento frío se sentía correr; el agua de la pileta estaba helada, por lo que dejó correr el agua del grifo, metiendo la cabeza bajo el chorro. Una vez limpio y seco regresó a su vivienda a terminar de arreglarse.

Mientras se peinaba, comenta con su madre.

_Ahora sí, creo que los patrones nos van a hacer caso, me urge llegar a la fábrica para ver qué han organizado los compañeros.

_Mi'jito, _repuso la madre preocupada,_ no te vayas a meter en problemas, por ahí me he enterado que andan investigando unos hombres, cuídate mucho.

_No se preocupe mi Lupita, _dijo cariñoso el muchacho tomando las manos de su madre entre las suyas,_ es lo mismo que me dijo Rosi, pero si queremos salir de fregados, tenemos que luchar por ello. Vamos a aprovechar la campaña del Licenciado para hacernos oír.

El joven desayunó rápidamente y dando un beso a su madre salió apresurado rumbo a la fábrica. Una ligera llovizna había caído en la madrugada y las calles se sentían frescas. Todavía estaba muy obscuro, pues era a finales del otoño y las noches ya eran mas largas.

Llegando a la puerta de la fábrica, Ramón se dio cuenta de que algo andaba mal, los trabajadores se apretujaban a la entrada y era muy extraño. Los vigilantes estaban revisando minuciosamente las ropas y loncheras de los trabajadores.

_¿Qué pasa?, _preguntó Ramón,_ ¿por qué no entramos?

_Sabe, _repuso alguno,_ quesque no quieren que váyamos a meter papeles, sabe a qué se refieren.

_Lo que pasa es que los patrones están "chiviados”, _repuso otro,_ es que por todas partes aparecen papeles en que se pide aumento de salarios. Apenas estaría bien que nos aumentaran, yo ya no la veo llegar.

_Es cierto, _intervino un tercero,_ mi vieja ya está por tener otro escuincle y no sé cómo le voy a hacer, si con los dos que tengo me las veo bien negras.

Cuando al fin Ramón llegó a la puerta preguntó:

_Buenas mi "poli", ¿qué pasó?, ¿por qué tan revisadores?, ¿pues qué se les perdió?

Guzmán que estaba supervisando la revisión contestó:

_No hagas preguntas "güey”, vale mas que te estés callado y te vayas a trabajar.

_¿Usted quien es y por qué me insulta?, _repuso Ramón ofendido,_ tengo mucho tiempo de trabajar en la fábrica y a todos respeto, pero no permito que nadie me insulte.

_Mira, mira, _contestó burlón Guzmán,_ es muy valiente este “changuito”. Mejor vete a trabajar, no te vaya a partir la madre.

Hirviéndole la sangre de coraje, Ramón se contuvo, pues comprendió que no le convenía dar lugar a ningún problema y optó por retirarse a su lugar de trabajo. Detrás de él escuchó la risa burlona de Guzmán.

Al pasar por el andén del Almacén se encontró con Teófilo y se dirigió a él.

_¿Qué pasa “Teo”?, ¿qué nuevas tienes?

_Pues nada Ramoncito, que la gente anda alborotada por estos papeles que encontraron hoy en la mañana.

Ramón tomó el papel que le entregó su compañero y leyó:




"COMPAÑERO, HA LLEGADO EL MOMENTO DE QUE HAGAS OIR TU
VOZ, ES TIEMPO DE QUE LOS PATRONES DEJEN DE EXPLOTARTE
Y QUE TÚ PUEDAS DAR A TU FAMILIA UN MEJOR MEDIO DE VIDA”
“DESCONOCE AL SINDICATO BLANCO QUE SÓLO
CUIDA LOS INTERESES DEL PATRON”

“COMITE DE LUCHA”


_¡Ah caramba!, _dijo sorprendido Ramón,_ así es que de esto se trata, ya se me hacía raro que estuviera en la puerta el mono ese, se me hace que es Agente de la Judicial.

_Pues claro que sí, _repuso Teófilo,_ ese y otro han andado dando vueltas por toda la fábrica, debemos tener mucho cuidado. Me acabo de enterar de que ayer detuvieron a Fermín y a Erasmo.

_¡Cómo!, _contestó Ramón sorprendido,_ ¿dónde los tienen?.

_No, ya los soltaron, _pero les dieron una buena joda. Ya se Presentaron a trabajar los dos, pero andan asustados.

_Dile a Fermín que nos vemos a la salida para irnos juntos, nos tomamos un refresco y vemos qué hacer.

_Está bueno Ramón, _contestó Teófilo,_ ahora vete a tu chamba, no conviene que nos vean juntos.

Ramón estaba ya en su zona de trabajo cuando hizo su entrada Justo, tan enojado que casi echaba espuma por la boca.

_¡Vamos a ver mugrosos!, _gritó a los trabajadores,_ se me andan saliendo del huacal y eso no lo voy a tolerar, vale mas que me vayan diciendo quienes son los responsables de estos papeles.

Lanzándoles un puñado de volantes a la cara continuó:

_De lo contrario van a saber quien es Justo, se los advierto.

_No nos amenace Don Justo, _repuso Ramón adelantándose,_ nosotros acabamos de entrar a trabajar y no sabemos nada.

_¡Cómo que no los amenace “pendejo"!, _gritó Justo caminando hacia Ramón,_ ahora tú me vas a decir la verdad, _tomó a Ramón por la ropa y lo sacudió violentamente, el muchacho, enojado como estaba, lanzó un fuerte golpe a la cara del iracundo capataz, haciéndolo trastabillar, sangrando por la nariz.

_¡Ahora sí la encontraste indio desgraciado!, _gritó furioso a Ramón,_ te voy a despellejar vivo.

Estaba a punto de lanzarse en contra del muchacho cuando entró Don Cipriano, interviniendo en el acto.

_¡justo!, gritó, ¿te has vuelta loco?, ven a mi oficina inmediatamente y que la gente se ponga a trabajar.

Los dos hombres salieron en medio del silencio de los trabajadores, una vez hubieron salido, todos corrieron a felicitar a Ramón.

_Qué bueno que le rompiste el hocico a ese güey, ya nos tiene hasta el gorro, _dijo alguno.

_‘Ora cuídate Ramoncito, _aconsejó otro,_ el Justo no se va a quedar con el hocico rompido, seguro que te la va a buscar.

Todos felicitaban al muchacho, excepto uno: “El Chino”, que observaba la escena detrás de una tina de teñido. El hombre era una de las “orejas” de Cándido, el líder sindical. Oficialmente trabajaba como barrendero, lo que le permitía caminar por toda la fábrica sin despertar sospechas. Precisamente él había encontrado los volantes, entregándolos en la oficina de los vigilantes.

Don Cipriano entró a su oficina seguido de Justo, quien con el pañuelo se cubría la sangrante nariz; después de haber traspuesto la puerta del despacho, la cerró con fuerza, como queriendo desquitar su frustración y su coraje. Don Cipriano habló enojado:

_Qué pasa contigo Justo, ¿es que has perdido la razón?, ¿no te das cuenta que si golpeas a un trabajador les darás mas armas para que nos sigan atacando?

_Pero Don Cipriano, _respondió Justo quitándose el pañuelo de la nariz,_ para que su jefe lo viera, vea cómo me ha dejado ese infeliz, pero donde lo agarre se va a acordar de mi toda su vida.

_¡Nada!, _casi gritó Cipriano,_ nada le vas a hacer personalmente a ese muchacho, mejor que eso, le vamos a avisar a los agentes del Licenciado para que ellos tomen medidas.

Diciendo lo anterior, Cipriano descolgó el teléfono y personalmente se comunicó a la oficina del Licenciado, habló con él y a los pocos minutos tenía en la línea a Gaitán.

_Señor Gaitán, buenos días, _saludó Cipriano,_ acabamos de tener un problema en la Fábrica.. Sí, aparecieron otros volantes y creo que es importante.... Efectivamente, pero además Justo tuvo un encuentro personal con un trabajador, yo creo que se podría iniciar una investigación directa con él, su nombre es Ramón, trabaja en el Departamento de Teñido.... Sí, sale de turno a las dos de la tarde.... Sí, el señor Guzmán está en la puerta, pero creo que es mejor que lo detengan fuera de la fábrica.... Bien, Justo estará cerca y discretamente les señalará al hombre.... Gracias señor Gaitán, espero sus noticias, salude al Licenciado, hasta pronto.

Cipriano colgó el auricular y después de pensarlo un momento dijo a Justo:

_A la hora de la salida estarás cerca de la puerta, los agentes estarán afuera, les señalarás a Ramón en forma discreta, ellos lo van a seguir y lo detendrán alejado de la fábrica.

_Está bien Don Cipriano, _aceptó Justo,_ se hará como usted lo ha dispuesto.

En esos momentos entró Don Cástulo, quien al ver el estado de Justo exclamó jocoso:

_¡Pero vamos hombre!, que te han dao una buena “hostia"

Justo salió silencioso sin voltear a ver a Cástulo, desde luego que no le hizo gracia la broma.

Después de escuchar la explicación de Cipriano, Cástulo comentó:

_Se lo tiene merecido, es un gran cabrón con la gente.

Ya más sereno, Justo pasó a los baños y se refrescó la cara, después se dirigió a su oficina, donde permaneció encerrado el resto de la mañana. A las dos de la tarde, se dirigió a la Caseta de Vigilancia.

Gaitán y Guzmán esperaban en la acera de enfrente, dentro del viejo Chevrolet sin placas.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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