A río revuelto... 7

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Por el Ing. Sergio A. Amaya Santamaría

En las oficinas de la fábrica se estaba realizando una junta que presidían los hermanos Bermúdez como Directores, habiendo citado a Justo como Jefe de Producción y Cándido como Representante Sindical y a los investigadores enviados por el Licenciado, los señores Gaitán y Guzmán.

La sala de Juntas era espaciosa y confortable, amueblada sobriamente con muebles de caoba tallados y sillería de cuero negro; una gran mesa para quince personas dominaba el amueblado de la sala. Los muros se encontraban decorados con bellas pinturas al óleo con paisajes españoles. El muro de enfrente estaba totalmente cubierto por un librero, conteniendo una respetable cantidad de libros, algunas pequeñas figuras de bronce y una discreta discoteca de música de concierto. Los hermanos eran buenos lectores y apasionados melómanos. En una fina vajilla de porcelana decorada, los seis hombres saboreaban un aromático café. El que hablaba era Don Cástulo:

_Bien Cipriano, estáis informado de las gestiones que hice con nuestro buen amigo el Licenciado y como resultado de ello, nos envía a los señores investigadores; ahora quisiéramos escuchar el informe de los señores ¿te parece bien?.

Dando un pequeño sorbo a su café, Gaitán se puso en pie y mirando de frente a los hermanos, dijo con voz melosa.

_Caballeros, realmente de momento es poco lo que podemos informarles, estamos seguros de que los volantes no se imprimieron en la región, por lo que debemos suponer que los trabajadores están recibiendo apoyo del Centro. Desde luego creemos que esto no viene de la Central Obrera, dado que el Sindicato local no tiene informes a este respecto. Ahora bien, existen dos o tres organizaciones de carácter político que podrían estar implicadas, pero eso sólo lo sabremos cuando podamos interrogar a algunos trabajadores. ¿Están ustedes de acuerdo en que procedamos?

_Desde luego que sí, _repuso Justo rápidamente_ debemos actuar con mano dura con estos agitadores, ¿no lo piensa así Don Cipriano?

_Bueno “coño”, en principio así lo creo, pero me gustaría mas que Cástulo y Don Cándido nos dieran su opinión, pues realmente ellos son quienes están mas enterados de la gente que trabaja en la fábrica. ¿Qué podéis decir al respecto Don Cándido?

Cándido se puso ceremoniosamente de pie; era un hombre de unos cuarenta años de edad, de estatura media, moreno, de cuerpo tendiendo ligeramente a la obesidad. Vestía un bien cortado traje de fino casimir, camisa de seda y corbata de vivos colores. Una incipiente papada era aprisionada ligeramente por el nudo de la corbata. Extrajo de un bolsillo un encendedor de oro y encendió con calma un cigarrillo Dunhill de caja metálica, como tomando tiempo para pensar bien las palabras que iba a dirigir.

_Señores, _repuso al fin_ debo decirles que yo estoy tan sorprendido como ustedes por estos acontecimientos. Tanto ml equipo de colaboradores como yo mismo, hemos estado investigando entre los compañeros y no hemos dado con los causantes de esta inconformidad. En virtud a que desde hace varios años hemos podido controlar a los compañeros trabajadores, no consideramos posible que alguno de ellos sea la cabeza de este movimiento, es verdad que existen algunos inconformes, un tanto renuentes a aceptar la guía que desinteresadamente les he dado, pero al fin de cuentas mis ayudantes los han “convencido” de que este Sindicato es el camino ideal y legal para el logro de todas sus aspiraciones de clase.

_Yo quisiera pensar, _continuó el Líder_ que la semilla viene de fueras de la fábrica, sin embargo, por el bien del movimiento obrero organizado, quisiera pedirles a ustedes como Directores y a los compañeros investigadores aquí presentes, que a la mayor brevedad inicien los interrogatorios entre algunos trabajadores, a fin de lograr esclarecer este asunto. Como ustedes comprenderán, nuestros Líderes Nacionales ya están enterados y me están urgiendo a resolver este problema. Tengo la necesidad de organizar a la gente a fin de demostrarle nuestro apoyo al Licenciado en el transcurso de su campaña política y no quisiera que en el momento menos oportuno fuera a surgir un movimiento desestabilizador de la conciencia obrera que, como siempre, se encuentra fuertemente solidarizada con los guías políticos de nuestro País.

Recorrió con la vista a cada uno de les asistentes y con una ligera genuflexión hacia los patrones tomó asiento, cuidando esmeradamente que su pantalón no se arrugara.

Don Cipriano lo miró irritado pensando, _este petulante habla siempre de la clase trabajadora y es más burgués que ninguno de nosotros_ ¡so bestia! Ahora se dirigió a su hermano.

_Y bien Cástulo, ¿qué nos podéis decir?

_Yo creo que debemos investigar, pero sin ser muy violentos con los muchachos, yo estoy seguro de que son buenas personas, lo que pasa es que están inquietos por la carestía de la vida y no comprenden que la fábrica está pasando por una época especialmente difícil, debido a la tremenda competencia que nos están haciendo las fibras sintéticas. Ellos podrán pensar que por qué no hilamos estas fibras, pues desconocen que necesitaríamos una gran inversión en maquinaria nueva y de momento no estemos en condiciones de realizarla. Esta es la razón de por qué no podemos pagar mejores sueldos. Ahora bien, nosotros estamos pagando lo que la Ley tiene estipulado, pero debemos lograr que los trabajadores tengan más rendimiento en el trabajo y de esa forma, poder otorgarles algunas compensaciones extra, ¿no les parece?

_Yo pienso, _volvió a intervenir Justo_ que lo que esta gente quiere es crearnos problemas, no están de acuerdo con Don Cándido como Líder Sindical para representarlos y han tomado como pretexto los sueldos que ellos dicen “insuficientes”. Visto de esta forma, insisto, hay que actuar con mano dura. El que no esté satisfecho que se largue,

_Pero eso sí, tendrá que renunciar, pues no estoy dispuesto a que se les dé ninguna liquidación. ¡Faltaba más!

_Bueno señores si ustedes me permiten, _intervino Gaitán_ nosotros iniciaremos las investigaciones en forma tranquila, con preguntas a algunos trabajadores, pero si consideramos necesario, creo que debamos actuar con métodos que nos permitan llegar rápidamente al fondo del asunto, pues debemos evitar que este problema trascienda al dominio público, pues están por iniciarse los trabajos de la campaña electoral del Licenciado y de ninguna manera quiere que esto la pueda empañar. Así que, si no tienen inconveniente, vamos a quedarnos un rato por la fábrica para ver qué averiguamos. Los mantendremos informados.

_Muy bien, _aceptó Don Cástulo_ creo que es razonable lo que dice, Sr. Gaitán, dejamos en sus manos este asunto, pero le suplico que en caso de detención de algún trabajador, me lo informe de inmediato.

_De acuerdo, contestó Gaitán, _mirando significativamente a su compañero_ que como siempre, había permanecido silencioso en la reunión.

Los hermanos Bermúdez se levantaron dando por terminada la junta. Cándido se quedó platicando con los hermanos en tanto Justo salía, acompañando a los Agentes.

Los tres hombres se dirigieron a la oficina de Justo, la que estaba localizada frente al área de carga y descarga de vehículos, entre los departamentos de acabado y el Almacén general, pues ese era el lugar con menos ruido en la fábrica y podía trabajar con cierta tranquilidad.

En la oficina había espacio para dos escritorios, los cuales estaban ocupados por dos hombres casi ancianos, empleados de la fábrica desde que inició sus operaciones. Al fondo, un pequeño privado era la oficina de Justo, su mobiliario estaba compuesto por un escritorio común, un sillón giratorio, un archivero y dos sillas para visitantes. En un muro un calendario con una bonita pintura de Helgueres y unas gráficas de producción. Una vez en el privado Gaitán preguntó:

_Don Justo, necesito que nos diga si usted ha tenido problemas con algún trabajador, o si ha notado alguna particularidad en alguno de ellos; si ha notado que de forma poco usual se reúne algún grupo a la hora de la comida y dónde lo hacen. Necesitamos saber por donde empezar.

_Pues los problemas que tengo realmente son los usuales, lo que pasa es que con estos holgazanes tengo que ser drástico, de lo contrario se me suben a las barbas. Ahora, por lo que respecta a la comida, realmente no me doy cuenta, pues siempre se reúnen en el patio de maniobras. Todos juntan lo que traen en los itacates y después todos comen de todo. Como disponen de una hora, pues les queda tiempo para platicar, pero de qué podrán platicar estos mugrosos, fuera del futbol o de cualquier otra simpleza.

Enterándose de las cosas de la fábrica, los agentes permanecieron en el privado de Justo hasta que oyeron el silbato que anunciaba la suspensión de labores para comer. Los amigos se despidieron de Justo y salieron rumbo al patio de maniobras.

_Mira Guzmán, vamos a separarnos, nos mezclaremos con los trabajadores, puede que algo escuchemos, cuando se termine la hora de la comida nos reuniremos en la puerta de salida.

_Está bien, pero si tú me dejas, a la salida agarro a cualquiera y nos dirá todo lo que quiéramos.

_Ya veremos compadre, pero de ser posible lo haremos en forma tranquila, pues si creamos problemas el Licenciado nos dará una buena maltratada. Ahora “pícale” y nos veremos luego.

Los des hombres se dirigieron a diferentes puntos, donde ya los trabajadores se estaban disponiendo a comer. Gaitán se dirigió a un grupo formado por seis trabajadores, sentados en círculo alrededor de una hoguera, sobre la cual habían colocado, a manera de comal, la tapa de un barril de lámina, la que les servía para calentar sus alimentos. Al verlo los hombres se dirigieron a él con ese sentido de la hospitalidad que tan arraigado tienen las gentes de estas tierras.

_Pase uste’ patrón, véngase a almorzar, ¿gusta un taquito de frijoles?

_Gracias compañeros, _respondió Gaitán humildemente_ se los voy a aceptar pues ya hace hambre y todavía tengo que arreglar algunos asuntos pendientes.

Alguien sacó una tortilla del comal y mientras le untaba unos frijoles con chile y frijoles.

Gaitán les dijo como al desgaire:

_Y qué, ¿cómo va la chamba?

_Pos como siempre, _contestó uno del grupo_ p’al pobre no queda más que trabajar como un burro pa’mal comer.

_Si’cierto, _secundó otro como tratando de hacer conversación_ con lo caro que’stá todo, apenas nos queda pa’mal comer.

_Bueno, _repuso Gaitán sin demostrar interés_ pero en esta fábrica tan grande les han de pagar buenos sueldos ¿no es así?

_¡Qué va patrón!, _repuso alguno inocentemente_ son puras apariencias, aquí lo hacen trabajar a uno como burro, malos tratos de Justo y en el sobre unos cuantos centavos, si quiere uno protestar, pue’que hasta lo corran, pero onde nos cansen estos "endinos”, les vamos dar su merecido, ya nos tienen "rete” calientitos.

_No creo que sea para tanto, _contestó Gaitán sintiendo que iba por buen camino_ yo creo que hablando con el Sindicato les harán caso.

_¡Újule!, _contestó otro con sorna_ bien se ve que usté no conoce a esta gente, nuestro representante come en las manos de los patrones. No, con ellos no contamos, antes más bien, serán los primeros en fregarnos, pero eso sí, cuando nos necesita viene a la carrera, ya nos vino a decir que tenemos que ir a la Plaza Principal pa' apoyar al Licenciado en el inicio de su campaña electoral. No nos lo dijo, pero es bien sabido que al que no vaya, le descuentan un día de trabajo,

_Pero es que estas cosas son importantes para el pueblo, _contestó Gaitán como para darles más cuerda_ yo creo que es importante asistir.

_Pues ha de ser como usté dice, _contestó otro rascándose la cabeza_ pero lo que’stos quieren es pararse el cuello con nosotros, porque ultimadamente, onque no váyamos, al tal Licenciado le viene guango. Si de todas formas él es el elegido y a final de cuantas, ¿qué gana el pueblo?, esos méndigos se van y hasta se les olvida donde quedamos nosotros.

_Usté ha de venir de la Capital, _intervino otro_ pue’que allá las cosas sean diferentes. pero aquí, mi amigo, estamos bien jodidos. Llegan les “señorones” cuando andan quesque en la campaña, nos ofrecen hasta las perlas de la Virgen y cuando ya están colocados ni siquiera se acuerdan que existimos.

_No mi amigo, _participó el más anciano_ asegún me contaba mi “tata”, la cosa está más o menos igual que antes de la bola. Estos méndigos nos están cansando y Dios no lo quiera, pero cualquier día se cansa el indio.

La plática había estado interesante y se les había ido sin sentir el tiempo de descanso, sólo se dieron cuenta cuando volvió a sonar el silbato de la fábrica. Rápidamente todos recogieron sus cosas y entre risas y despedidas se dirigieron cada quien a sus zonas de trabajo. Gaitán se dirigió a la puerta de salida, donde ya lo estaba esperando su compañero.

_Qué pasó Jefe, ya te habías tardado, yo creí que te ibas a echar todo el turno.

_No’mbre, no la amueles, _contestó divertido Gaitán_ vámonos por a’i vamos platicando.

Los dos amigos se alejaron de la fábrica charlando animadamente, se unieron a la gente que caminaba por las calles, tomando rumbo a las oficinas del Licenciado.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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