Sensaciones

Por Zaidena

Me senté bajo el aromo.

Sus hojas verdes mezcladas con el amarillo de sus flores y la sombra que prodigan sus ramas son el marco perfecto para una semisiesta.

Esas en las que uno se sienta a leer un libro y luego no sabe si leyó o durmió.

Esas en las que uno trata de recordar alguna palabra, alguna oración, alguna frase, pero no lo consigue… entonces piensa… ¿me quedé dormida y no me dí cuenta?

Porque el marco suele ser único; la hierba que acaricia las piernas, la espalda apoyada en ese tronco grueso y rugoso; la brisa cálida que nos acaricia; el aroma inconfundible del pasto verde y fresco; el aire puro; los distintos sonidos que producen los pájaros que, confiados, caminan a los saltitos cerca nuestro, ¡y el silencio!... ese único e inconmensurable silencio que envuelve todo este cuadro que sólo lo surca nuestro pensamiento, nuestra mirada, nuestra respiración, que poco a poco se transforma en suave y apenas imperceptible como este escenario , sólo comparado al paraíso.

Este silencio con sabor a música interior hace que nuestros ojos queden fijos en un punto pero no vemos, sólo miramos para adentro… y empezamos a sentirnos etéreos, leves, inocentes, inmensos, pequeños.

Se nos llena el alma de esa paz compartida con nosotros, los olores se tornan más intensos, las vivencias más profundas, y los párpados comienzan a cerrarse para escuchar la música que nos sale del alma y que podemos oír.

Nada cuenta ya, sólo esta paz, este silencio, este libro, esta siesta, esta sensación de plenitud, de libertad, de nada.

2009