De la necesidad...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Cuando viajamos, ya sea a lugares cerca de nuestra ciudad o dentro de nuestro territorio, así como hacia el extranjero (cuando se puede), ineludiblemente observamos e incluso sin querer comparamos, una serie infinita de datos que desde múltiples puntos de vista contrastan con nuestra realidad cotidiana, así como con nuestro entorno, unos para bien y otros no tanto.

Y este contraste se hace sentir más, en el momento en que retornamos a nuestro pueblo, nuestra ciudad, nuestra población. Contraste urbanístico, vialidad, limpieza de calles, parques, lugares públicos (hay ciudades en nuestro país cuya limpieza es notoria, así como en otras ciudades del mundo cuya limpieza en la vía pública es verdaderamente ejemplar), agentes de la autoridad, servicios públicos y servicios al público, trato de la gente, etc.

Acapulco, la bahía de Acapulco es uno de los sitios privilegiados por la naturaleza al darnos un clima excepcional con una temperatura media anual de 28º. C., así como una belleza única cuya vista desde cualquier ángulo que se le contemple, resulta espectacular; sin perjuicio de las playas que la circundan, así como el disfrute de otros atractivos culturales, gastronómicos y de esparcimiento. En suma un lugar privilegiado y paradisíaco.

Esta condición hace que sea motivo de visita de connacionales y extranjeros los cuales, dentro del renglón turístico, son quienes sostienen, principalmente, la economía del Estado, aunado a las participaciones federales que correspondan. Pero también atrajo a muchísima gente, masas depauperadas, de todas las regiones del Estado y de algunas entidades federativas, toda vez que en sus lugares de origen no se dan las condiciones ni siquiera para subsistir, hecho por todos conocido y que sin tener capacitación alguna para la convivencia urbana ni tampoco a la actividad turística, se han ocupado como peones, albañiles, empleados o vendedores ambulantes, en el mejor de los casos, pero también se han convertido en precaristas (eufemismo para despojadores o paracaidistas), creando verdaderos problemas de urbanismo, de transporte e, incluso, de violencia y delincuencia, ya no solo en los cinturones de miseria, sino en toda la ciudad.
Uno de los mas graves problemas es el de arrojar basura en la vía pública, no solo por el aspecto siniestro que implica, sino por el riesgo de transmisión de enfermedades que producen los llamados focos negros de acumulación de basura y que ratas, cucarachas, perros, gatos y demás fauna, se encargan de desperdigar por calles y avenidas, así como por la falta absoluta de educación, de urbanidad, de civismo y de solidaridad social, de las que mucha gente de nuestro pueblo adolece.

Muchos son los problemas, pero también es de reconocerse el esfuerzo palpable de nuestra autoridad municipal para sobre la marcha estarlos atendiendo de acuerdo a un Plan Municipal previo, así como la participación federal, especialmente en el llamado Plan o Programa de Saneamiento Integral de la Bahía de Acapulco que atiende al tratamiento de aguas residuales y que lleva un avance serio.

Causa, pues, agrado y una positiva expectativa, el saber que la autoridad municipal anuncie que “…el gobierno de Acapulco aplicará multas a todo aquel ciudadano que sea sorprendido arrojando basura en la vía pública”, al poner en marcha el programa de Horarios y Frecuencias para la Recolección de Deshechos Sólidos en una colonia del puerto.

Plausible a todas luces, solo que se requerirá de gente que vigile que se cumpla con el programa y para levantar multas que se reclute personal idóneo y se capacite para este efecto y no salgan con su domingo 7 como los 17 inspectores de Reglamentos que fueron cesados por corruptos o los policías que se dedican a asaltar a la ciudadanía y, a veces, hasta a turistas, y también distribuir por las principales avenidas botes para basura y lo mas importante, una campaña permanente, por todos los medios posibles, para que la gente no practique el deporte nacional ( salvo las honrosas excepciones de siempre) de tirar basura en las calles.

Tenemos el derecho y la necesidad de ser una ciudad limpia. Cooperemos todos para lograrlo. Y lo que sigue es ya no tener una ciudad ruidosa. O usted, civilizado lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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