Del festejo...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

Festejo, todos lo sabemos, es un acto público de diversión, así como festejar implica conmemorar o celebrar; de ahí que conmemorar significa celebrar solemnemente el recuerdo de una persona o acontecimiento y, a su vez, celebrar quiere decir, entre otros, alabar, aplaudir.

De esta guisa mañana, viernes 5 de febrero, conmemoramos, como mexicanos, el aniversario de la promulgación de la Constitución de 1857, lo que nos hace recordar que en ella se establece que los derechos del hombre son base de las instituciones sociales y que los seres humanos son libres e iguales ante la ley; se consagra, además, la libertad de pensamiento, de enseñanza, de asociación, de trabajo y de imprenta, y se introduce ese monumento jurídico de nuestra nación: el juicio de Amparo. Así mismo conmemoramos la promulgación de la Constitución de 1917, que es la Carta Magna en vigor, de los Estados  Unidos Mexicanos, la cual ha sido definida como la primera Constitución social del mundo, ya que incorporó y elevó a ese rango, las demandas sociales y políticas del movimiento revolucionario.

Ambos acontecimientos están señalados por la ley, con la obligatoriedad de izar el lábaro patrio a toda asta, por la trascendencia que estos eventos implican en el desenvolvimiento de la sociedad mexicana.

Sin embargo son ya contadas las personas, incluyendo a los estudiantes de Educación Básica, quienes conocen el significado de tales sucesos, así como su trascendencia, ello debido a la ignorancia o aviesa intención de los gobiernos actuales de tergiversar a nuestra historia Patria, quienes en el afán de desmitificarla, han incidido en cambiar los pasajes y las personalidades de nuestros verdaderos próceres, queriendo presentarlos solo en situaciones que creen que va a disminuir su imagen monumental. Sí es cierto que nuestros patricios fueron seres humanos, con su estructura de cualidades y defectos (según la óptica con la que se les vea), pero eso no minimiza ni erosiona la grandeza de sus actos y menos si su heroicidad se dio en condiciones siempre extremas y poniendo a prueba su valor, su entereza y su amor por nuestra Patria.

Actualmente en México se pretende alcanzar y vivir acorde con los principios democráticos de Occidente y eso me lleva a recordar que en mis lecturas estudiantiles Karl R. Popper, neokantiano, relativista crítico, decía en su libro “La Sociedad abierta y sus enemigos” que: “Cuando decimos que nuestra civilización occidental procede de los griegos, debemos comprender todo lo que esto significa. Significa que los griegos iniciaron para nosotros una formidable revolución que, al parecer, se halla todavía en sus comienzos: la transición de la sociedad cerrada a la abierta”.

Yen efecto, en nuestro país, todavía estamos viviendo la pugna entre la sociedad mágica, tribal o colectivista y la sociedad abierta, en la cual los individuos deben adoptar decisiones personales.

El término democracia se usa demagógicamente solo en lo relativo a la democracia electoral y no en su plenitud de  toda una forma de ser y de vivir, en consecuencia.

Ya se ha dicho que el problema en nuestro país no es la democracia sino la persistencia histórica de la sociedad cerrada. O sea las formas tribales que han subsistido con los dos brazos del retroceso: “el cacique y el cura, autores del fanatismo político y religioso y de resistencia a todo cambio fundamental de la vida”.

Y ante esta realidad, solo en los procesos electorales se habla de una consecución de la democracia en la pretendida interpretación griega y que a este paso está muy lejos de realizarla ni en mínima parte a la deseada.

El tema es muy profundo y muy complejo y no se tiene el espacio para ahondar en ello, sin embargo sí resulta indiciario (hablando de sociedad cerrada), que en una reforma a la ley laboral, en el sexenio perdido de Fox, se haya quitado la posibilidad a los trabajadores de participar en la conmemoración de los días patrios, así como cumplir con sus obligaciones cívicas y sociales al cambiarles estas fechas como el pasado día 1º. que fue de asueto, pero sin significado alguno y mañana que es el verdadero día que hay que conmemorar, resulta que se va a trabajar, aun cuando hay ingenuos o bien intencionados que todavía creen que se hizo para evitar los famosos “puentes” a los que los mexicanos somos proclives.

Todo ello no resulta sano sabiendo las tendencias derechizantes del partido ahora en el poder. Sin embargo, no debemos soslayar estos eventos ni dejar de conmemorarlos, en su día, para no perder la secuencia histórica de los mismos que nos dieron patria y libertad.

La grandeza de México está por encima de esas mezquindades. O usted, patriota lector, ¿qué opina?   



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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