Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
Con bombo y platillo se ha estado celebrando el Día Internacional de la Mujer instituido así, el 8 de marzo por la Organización de las Naciones Unidas, en todas las regiones del planeta y, como es de nuestra incumbencia, también en nuestros lares.
¿Por qué la mujer? Se preguntan muchos, tratando de minusvaluar el concepto, haciendo abstracción del significado universal que tiene la mujer en la vida misma del ser humano.
Empezando por el propio término que significa hembra persona del género femenino de la especie humana, es decir, el ser humano con quien compartimos la existencia en este planeta y con quien, a través del intercurso sexual, la naturaleza nos dotó de la capacidad reproductora de la especie para que ésta no se extinga. Así de sencillo y así de extraordinario.
La mujer, en este sentido, tiene la función natural de conservar en el claustro materno al producto de la concepción motivada por la unión del espermatozoide al fecundar el óvulo, cuyo embrión crecerá y se desarrollará en un período normal de nueve meses.
De esta guisa, el ser en gestación se nutre de la propia madre, vía el cordón umbilical, está en un medio muy agradable y placentero, protegido por un líquido amniótico que le resguarda y en el acto de amamantar al producto, el hacerlo con el pecho materno, le da seguridad infinita ya que el bebé escucha en el regazo de la madre el palpitar del corazón que estuvo presente en su tiempo de gestación, sin perjuicio de que el calostro que se encuentra en el producto lácteo de la madre, tiene los anticuerpos necesarios para su protección y los nutrientes que son menester para su alimentación.
Ya desde ahí, es innegable la relevancia trascendental del papel de la mujer en nuestra vida, con las consabidas situaciones de abnegación, entrega total, desvelos, protección, e incluso, heroicidad, en el diario trajín de la educación, formación y estructuración del desarrollo necesario físico, mental y espiritual que requerimos los seres humanos.
Sin embargo, habida cuenta del desarrollo de las sociedades del mundo occidental, que es de donde abrevamos la cultura que actualmente nos conforma y que merced a la conquista se nos incorporó a ese mundo, aun cuando tuvimos que pagar la cuenta de una forma dolorosa y brutal, finalmente nuestra cultura es la de occidente, no como concepto estrictamente geográfico (sí en sus orígenes), sino gnoseológico.
No hay duda, pues, el conocer de la valía de la mujer para el desarrollo de nuestra vida en común. Y tampoco debe de haberla en el reconocimiento a su participación vital en ese sentido, y sus manifestaciones de entrega, de dulzura, de ternura, de firmeza, en su caso, de valentía, de resistencia física al dolor (pues el umbral de éste es mas alto), entre otros; lo que sí impacta es que, como seres humanos, también del género femenino se desprenden características humanas como el egoísmo, la envidia, el odio , el coraje, la venganza, la intriga, la mentira, entre otros y eso le resta puntos para su glorificación, sin embargo el problema real es que al haberle dado en la cultura y civilización occidentales, un carácter minusvaluado, al tenerla como un ser inferior sujeto a la hegemonía del hombre, varón, macho, masculino, y que las propias mujeres perpetúan en la educación de sus hijos, sujetos a ese esquema, cuesta trabajo cambiar y hacer cambiar estos esquemas, clichés, cartabones, moldes o estereotipos , con lo cual podría resultar una quimera la equidad de género, pregunta que se hace el Lic. en Derecho y Dr. en Administración Pública Alejandro Carrillo Castro, quien lo planteó en la magnífica conferencia que impartió, con sencillez (que no con simpleza) y con profundidad de conocimientos, el 8 de los corrientes en la Universidad Americana de Acapulco y que culmina diciendo: “ Quienes consideramos que actualmente existe un serio peligro de que la equidad de género se convierta en una simple quimera, esto es, en mera aspiración en la vida cotidiana o en un hermoso sueño que hemos relegado al olvido, debemos de tomar pronto cartas en el asunto y luchar porque esto no ocurra, al menos en este país, pues las generaciones futuras habrán sin duda de reclamárnoslo” Idea que compartimos a plenitud, cuenta habida de que a pesar de todas estas manifestaciones en pro, subsisten, lamentablemente, situaciones de facto de maltrato físico y psicológico hacia la mujer, así como una violencia extrema que podrá quitarse bajo la proposición de educarnos en la equidad de género. O usted, feminista lector, ¿qué opina?
¿Por qué la mujer? Se preguntan muchos, tratando de minusvaluar el concepto, haciendo abstracción del significado universal que tiene la mujer en la vida misma del ser humano.
Empezando por el propio término que significa hembra persona del género femenino de la especie humana, es decir, el ser humano con quien compartimos la existencia en este planeta y con quien, a través del intercurso sexual, la naturaleza nos dotó de la capacidad reproductora de la especie para que ésta no se extinga. Así de sencillo y así de extraordinario.
La mujer, en este sentido, tiene la función natural de conservar en el claustro materno al producto de la concepción motivada por la unión del espermatozoide al fecundar el óvulo, cuyo embrión crecerá y se desarrollará en un período normal de nueve meses.
De esta guisa, el ser en gestación se nutre de la propia madre, vía el cordón umbilical, está en un medio muy agradable y placentero, protegido por un líquido amniótico que le resguarda y en el acto de amamantar al producto, el hacerlo con el pecho materno, le da seguridad infinita ya que el bebé escucha en el regazo de la madre el palpitar del corazón que estuvo presente en su tiempo de gestación, sin perjuicio de que el calostro que se encuentra en el producto lácteo de la madre, tiene los anticuerpos necesarios para su protección y los nutrientes que son menester para su alimentación.
Ya desde ahí, es innegable la relevancia trascendental del papel de la mujer en nuestra vida, con las consabidas situaciones de abnegación, entrega total, desvelos, protección, e incluso, heroicidad, en el diario trajín de la educación, formación y estructuración del desarrollo necesario físico, mental y espiritual que requerimos los seres humanos.
Sin embargo, habida cuenta del desarrollo de las sociedades del mundo occidental, que es de donde abrevamos la cultura que actualmente nos conforma y que merced a la conquista se nos incorporó a ese mundo, aun cuando tuvimos que pagar la cuenta de una forma dolorosa y brutal, finalmente nuestra cultura es la de occidente, no como concepto estrictamente geográfico (sí en sus orígenes), sino gnoseológico.
No hay duda, pues, el conocer de la valía de la mujer para el desarrollo de nuestra vida en común. Y tampoco debe de haberla en el reconocimiento a su participación vital en ese sentido, y sus manifestaciones de entrega, de dulzura, de ternura, de firmeza, en su caso, de valentía, de resistencia física al dolor (pues el umbral de éste es mas alto), entre otros; lo que sí impacta es que, como seres humanos, también del género femenino se desprenden características humanas como el egoísmo, la envidia, el odio , el coraje, la venganza, la intriga, la mentira, entre otros y eso le resta puntos para su glorificación, sin embargo el problema real es que al haberle dado en la cultura y civilización occidentales, un carácter minusvaluado, al tenerla como un ser inferior sujeto a la hegemonía del hombre, varón, macho, masculino, y que las propias mujeres perpetúan en la educación de sus hijos, sujetos a ese esquema, cuesta trabajo cambiar y hacer cambiar estos esquemas, clichés, cartabones, moldes o estereotipos , con lo cual podría resultar una quimera la equidad de género, pregunta que se hace el Lic. en Derecho y Dr. en Administración Pública Alejandro Carrillo Castro, quien lo planteó en la magnífica conferencia que impartió, con sencillez (que no con simpleza) y con profundidad de conocimientos, el 8 de los corrientes en la Universidad Americana de Acapulco y que culmina diciendo: “ Quienes consideramos que actualmente existe un serio peligro de que la equidad de género se convierta en una simple quimera, esto es, en mera aspiración en la vida cotidiana o en un hermoso sueño que hemos relegado al olvido, debemos de tomar pronto cartas en el asunto y luchar porque esto no ocurra, al menos en este país, pues las generaciones futuras habrán sin duda de reclamárnoslo” Idea que compartimos a plenitud, cuenta habida de que a pesar de todas estas manifestaciones en pro, subsisten, lamentablemente, situaciones de facto de maltrato físico y psicológico hacia la mujer, así como una violencia extrema que podrá quitarse bajo la proposición de educarnos en la equidad de género. O usted, feminista lector, ¿qué opina?
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