Del recordatorio...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


El lunes retropróximo, 1º. de Marzo, se celebró la Proclamación del Plan de Ayutla de 1854 en virtud del cual se desconoció al gobierno dictatorial del General Antonio López de Santa Anna, quien se había concedido el título de Su Alteza Serenísima y se convocó a elegir a un presidente interino, dados los excesos que cometió en el ejercicio del poder, movimiento armado que tuvo por objeto (y lo logró) reencausar el sino de “la nación bajo la forma de república representativa popular” según disponía el artículo 5º. de los 9 que contenía dicha proclama.

Vale la pena recordar a los ignaros que en 1851 le tocó a Mariano Arista suceder a José Joaquín de Herrera (quien convocó a la erección del estado de Guerrero en 1849), en la presidencia de la República y también le tocó sofocar una rebelión de los conservadores (los eternos enemigos de México, reacios a la consecución de libertades), que bajo el Plan del Hospicio, pretendía, una vez mas, cambiar la forma de gobierno de federal a centralista. Y dadas las condiciones políticas del país, los conservadores apoyados como siempre (hasta nuestros días) por el clero, trajeron del exilio a Santa Anna a lo que sería el último período de sus desgobiernos con los consabidos abusos, bajo el lema “encierro, destierro o entierro” aplicado a sus enemigos.

Y para efecto de tener el control en nuestro estado, envió un contingente militar y naval que entró por la bahía de Acapulco, destituyó a Ignacio Comonfort como encargado de la aduana en el puerto y al coronel Florencio Villarreal le quitó el mando en la Costa Chica.

Ya para febrero de 1854 Juan Álvarez Hurtado reunió en su hacienda de La Providencia a los generales Comonfort, Tomás Moreno y Eligio Romero en donde redactaron el Plan que se proclamó en Ayutla y que se reformó en Acapulco por el mismo Comonfort y con la participación valiosísima de nuestro patricio epónimo Don Benito Juárez García. El dictador comprendió la seriedad del asunto y decidió combatirlos personalmente pero en la mayoría de los frentes fue derrotado y tuvo que huir del país. Álvarez fue nombrado presidente interino y convocó a un Congreso Constituyente así como promulgó la Ley Juárez redactada por su ministro de Justicia e Instrucción Pública Dn. Benito Juárez cuya ley proponía la impartición equitativa de justicia, así como algo urgente e insoslayable: suprimir los privilegios eclesiásticos y militares que eran en exceso abusivos razón por la que el clero todavía anatematiza al gran Patricio Juárez.

Tal vez a algunos les parezca ocioso recordar este u otros eventos de la historia patria habida cuenta de pretender aducir que ya son otros tiempos, que debemos enfrentar el porvenir con acciones concretas y olvidarnos del pasado pues dicen: “el pasado ya pasó”.

El problema es que pretender tal aberración significa tratar de borrar los antecedentes, le génesis, el origen de nuestra patria y, por ende, de nuestra nacionalidad, toda vez que como pueblo hemos luchado a brazo partido por conquistar no solo la independencia sino también la libertad, lo cual es indispensable para sentar los pródromos de una patria con mejores perspectivas de vida para todos sus habitantes.

Es triste observar cómo los jóvenes, los niños y no menos los adultos, ignoran los hechos trascendentales de nuestra historia y lo mas grave es que tampoco les interesa, reflejan una estulticia realmente grave al desdeñar tales acontecimientos lo que implica, necesariamente, una ignorancia supina y, lo mas aterrador, un desinterés total por ello, solo que no son conscientes del gravísimo peligro que encierra esta deplorable actitud, ya que un pueblo que olvida su historia, está condenado a repetir los errores que le causaron agravio, debilitamiento y sujeción a los intereses mezquinos de grupos, de cofradías, de caciques y dictadores, que lo mantiene en la ignorancia, la explotación y en víctima del abuso.

Recordar las gestas patrias no es añorar el pasado, de una manera inerte, ociosa o simplemente evocativa, es reconocer y mantener actualizado el sinnúmero de acciones que nuestros próceres realizaron, aun con riesgo de perder no solo su patrimonio, sino la vida misma, en aras de lograr mejores condiciones de vida y un mejor futuro a las generaciones que los siguieron y que actualmente disfrutamos y que tenemos la obligación de perpetuar para nuestros descendientes, pero en una perspectiva de mayor visión, de mayor y mejor participación, así como de una apertura que permita la conjunción de ideas y de trabajo, en la consecución de los objetivos comunes para lograr el país que queremos y que necesitamos. ¡Pero ya! Hay que actuar al unísono, privilegiando las coincidencias y desterrando las mezquindades sectarias. O usted, visionario lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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