Por María Ascensión Rivera Serván
Crucé aquella delgada línea
en el horizonte
que separa realidad y fantasía
allí es donde mi alma
yo perdí.
En ese puente invisible
tendido entre mis manos
con peldaños gastados
rotos y ajados.
Por entre sus grietas
mis sueños se deslizaron
en el vacío
inacabable
en la oscuridad
impenetrable
de la soledad.
Dormidos los pensamientos
perdidos ya
los momentos
que jamás volverán
Y sin mirar atrás
con pasos cansinos
apartando las sombras
camino hacia mi destino.
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