Por Sergio A. Amaya S.

Capítulo 15

Temprano, por la mañana, después del desayuno, Fray Michel se hallaba ordenando algunas notas referentes a los estudios que se realizaban en la Botica, cuando escuchó unos ligeros golpes en la puerta, indicando a quien fuese que podía pasar. Era el novicio a quien había citado para entrevistarlo, José de María, criollo, hijo de un hermano del alguacil mayor. El recién llegado era un joven de facciones agradables, de tez morena clara y ojos cafés, de cabello negro medio ondulado. Su estatura era media y su cuerpo no muy fuerte, se veía que el ejercicio físico no era de su agrado. Unos lentes redondos con armazón de madera destacaban en su rostro.

_Adelante, pasad, hermano José de María, dadme solamente un momento, en tanto termino de ordenar estos papeles, caso contrario, se me volverán a mezclar con el desorden que tengo en mi mesa.

El novicio, nada respondió, siguió parado en el mismo lugar, con la vista baja y las manos ocultas en las mangas del hábito. Al terminar de ordenar sus notas, Fray Michel se dirigió al novicio, invitándolo a tomar asiento para empezar la entrevista.

_Que os pasa, hermano José de María, os veo retraído, ¿es que tenéis algún problema?

_No, Padre, no me ocurre nada, por favor, empezad, ¿para qué me habéis llamado?

_¿Pero es que no sabéis nada?, ¿tus compañeros, nada os han dicho?

_Perdonad, Padre, lo que sucede es que tengo poca comunicación con mis compañeros, pues dicen que soy el sirviente de los “españoles”

_Y dale nuevamente con este grupito, dijo por lo bajo el fraile. Decidme José de María, ¿realmente te tratan como sirviente?

_Bueno, Padre, es que el Señor nos dice que debemos servir a nuestros hermanos y es lo que yo hago.

_No confundáis, José, lo que el Evangelio nos enseña es a ser útiles a nuestros hermanos, cuando alguno de ellos esté en necesidad; en ninguna parte dice que debemos ser los mandaderos de nuestros hermanos. Yo pienso que tú escondéis algo y os pido que te sinceres conmigo. O ¿queréis hacerlo en confesión?

_Creo que sería lo mejor, Padre, si vos lo permitís.

_Desde luego que sí, José, pero eso tendrá que ser mas tarde, cuando ambos podamos ir a la Capilla, por lo pronto, os voy a pedir que me contéis la historia de vuestra vida; todo lo lo que recordéis, desde tu infancia, hasta tu llegada a esta casa.

_Pues es una historia bastante simple, pero si vos así lo pedís, lo haré:

HISTORIA DE JOSÉ DE MARÍA
Hace diez y ocho años nací en el pueblo de Tacubaya, soy el mas chico de tres hijos del matrimonio; mi padre es Don antonio de Tamayo, hermano del actual Alguacil Mayor, Don Tomás de Tamayo; mi madre, Doña Ana de Castelazo. Mis padres son españoles, andaluces y vivnieron a Nueva España invitados por mi tío Don Tomás, quien por entonces tenía un puesto menor en el gobierno de la Colonia. Mi vida en la niñez, fue divertida, pues se desarrollaba entre juegos y la escuela Parroquial. Mi padre ha sido muy enérgico, tal vez no he llenado lsus espectativas, pues mis hermanos mayores son militares y empiezan a destacar en el ejército de Su Majestad, por mi parte, me han atraído las cosas de la Iglesia y desde chamaco, aparte de jugar con mis amigos, cuando lo hacía en casa, buscaba una mesa y con vestiduras de mis padres simulaba la misa y yo me ponía capas y camisas y decía que era el padrecito. Mi madre se mostraba feliz por mi inclinación a la carrera eclesiástica, pero mi padre me reñía y golpeaba para que dejara esas “cosas de mujeres”, como él decía. Cuando había oportunidad, me llevaba a hacer grandes excursiones acompañados de mis hermanos. Caminábamos a campo traviesa hasta los montes del Ajusco, entre espinos y pedregales y si por alguna razón me quejaba o me veía llorar por las lastimaduras, me golpeaba con un cinto de cuero hasta hacerme desfallecer, me decía que así me haría hombre. Mis hermanos nada podían hacer por protegerme, pues también le temían a mi padre.

Cuando terminé la escuela parroquial, por consejo del Párroco, fui inscrito en el Colegio de San Pedro y San Pablo, de Artes y Oficios; mis maestros fueron monjes jesuitas y dominicos, siendo la voluntad de mi madre, mi padre no puso objeción alguna. Puedo decir que esos años de formación, fueron los mas felices de mi vida, aunque siempre he sido de pocos amigos, pues mi carácter siempre ha sido retraído. Cuando la Orden de la Cruz se fundó en México, mis maestros buscaron el apoyo del Arzobispo García Guerra para que fuese aceptado, ante tal recomendación, mi padre no tuvo mas que dar una dote, que fue mi parte de herencia materna y eso fue todo. Aquí me encuentro, gracias a Dios y espero dedicar la vida que el Señor me conceda, para estar a su servicio.

_Bien, José, gracias por vuestro relato, que para nada es común. Ahora os voy a pedir que lo pongáis por escrito, sin omitir ningún dato, por sencillo que vos lo creáis.

En tanto el novicio extraía de su morral los útiles necesarios para cumplir con la tarea encomendada, Fray Michel tomó su devocionario y empezó a caminar por la estancia, pero sin perder de vista los movimientos de José; desde luego que por el relato del muchacho ya se había hecho la idea de que este joven era incapaz de matar a nadie, pues los malos tratos del padre le habían dejado un carácter apocado y miedoso, razón por la cual abusaban de él los llamados “españoles”. La escritura de José de María, aunque no era un dechado de belleza, sí era regular y agradable a la vista, escrita por alguien que es diestro de nacimiento.

Cuando el novicio terminó su trabajo, lo entregó a Fray Michel, pidiéndole al Boticario que mas tarde le confesara en la Capilla, a lo que el monje accedió, ofreciendo hacerlo antes de Completas. Luego pidió a José que llamara a su compañero, Antonio, que sería el último a entrevistar.

Sin llamar a la puerta, el novicio Antonio entró al estudio de Fray Michel, cosa que desagradó al monje, por considerarlo una descortesía, no obstante, no le reclamó al visitante, antes bien, le saludó con la cortesía que le era común. El muchacho era alto, de complexión robusta, de porte altanero y mirada desafiante.

_Y bien, Fray Michel, aquí me tenéis, ¿En qué os puedo servir?

_A fin de calmar el impulso de levantar la voz al novicio impertinente, el monje aspiró profundamente y se ocupó en silencio a arreglar sus papeles sobre la mesa, como si nadie hubiese hablado. Cuando se sintió tranquilo, habló:

_Así que vos sois el novicio Antonio de Villafuerte, sentaos. El fraile hablaba sin quitar la vista del novicio, hasta que este bajó la vista, como limpiando la mesa. Desde luego que estaréis enterado del motivo de mi llamado, ¿Estoy en lo correcto?

_Sí, Padre, estoy enterado y me extraña que me convoquéis a mi, pues no tengo el menor interés en la farmacia, pues debéis estar enterado que mi interés está mas bien en la política eclesiástica, por lo que al ordenarme en esta casa, pediré la dispensa para trasladarme a Roma, al lado de mi tío, el Cardenal de Villafuerte, hermano de mi padre y mi protector. Esto lo dijo mirando de frente al fraile, como para que le quedase bien claro con quien estaba hablando.

_Vaya, dijo Michel, pues espero que os ordenéis en pocos años, aunque sé de hermanos que han tardado hasta quince años en lograrlo, pues el camino monacal está lleno de cardos y espinas, pero solamente Dios y nuestro Padre el señor Abad, sabrán cuando será ello.

El novicio escuchó lo dicho por Fray Michel con una expresión de hastío, como muy seguro del piso en que se paraba. Con mirada desafiante contestó a lo dicho por el Boticario.

_Os aseguro, Fray Michel, que yo no nací para vivir encerrado entre los muros de un convento. Es mi obligación continuar dando lustre a mis apellidos, los cuales tienen peso, tanto en la corte de Madrid, como en el Vaticano.

_Pues os deseo la mejor de las suertes, novicio Antonio, en verdad os harán falta tres cosas: Humildad, paciencia y suerte.... mucha suerte. Pero dejemos esto que no es importante en este momento. Os voy a pedir que me contéis vuestra historia, desde vuestra infancia, hasta la llegada a esta casa. Empezad.

HISTORIA DE ANTONIO DE VILLAFUERTE
_Pues bien. Inició el novicio, nací en Alcalá de Henares, donde mi padre posee muchos negocios, aunque el mayor es la importación y exportación de lana y tejidos, con viajes constantes a Madrid y Guadalajara, donde tenía grandes almacenes. Mis primeras letras me fueron dadas con Mentores particulares, pues por nuestra posición social no era conveniente que me mezclara con las clases bajas. Mi tío Don Domingo de Villafuerte, en esos tiempos era Dean de la Catedral de Alcalá y mi padre Don Justo De villafuerte, casado con Doña Adela de Cisneros, quien era Dama en la Corte de Madrid. La fortuna de mi padre y la posición social de mi madre se combinaron para tener un buen nombre en la Corte, donde mi padre realizó buenos negocios, surtiendo la lana que se requería en palacio. Como vos entenderéis, mis compañeros de juego eran todos chicos de la misma clase social que yo. Cuando terminé las primeras letras, mis amigos y yo nos divertíamos con las mujeres de los siervos, trabajadores de mi padre, quienes se cuidaban mucho de ir con chismes, pues bien sabían que ninguno de nosotros, hombres de clase, les perdonaríamos la traición. Luego, con recomendación de Monseñor de Villafuerte, fui aceptado en la Universidad. Guardo agradables recuerdos de aquellos días, pues seguíamos unidos los mismos amigos de la infancia. Hacíamos grandes excursiones al río de Henares, sobre todo en los veranos.... Fueron tiempos felices.... mujeres....vino.... nunca nos faltaba dinero y si no lo teníamos, en cualquier hostería teníamos crédito, pues todos sabían que mi padre respondería por mis deudas. Todo iba bien, hasta que uno de mis amigos se llevó a una doncella, hija de un campesino, quien sabiendo el peligro que su hija corría, fue con mi padre a pedirle que la rescatara. Desde luego que mi padre acudió presto, no tanto por la muchacha, sino para evitar que yo me metiera en líos que pudiesen poner en riesgo mi futuro, pues mi tío había sido muy claro, no importaba lo que se hiciera, lo importante era que no se hiciese público. A fin de evitar males mayores, mis padres movieron sus influencias, además de una jugosa dote para que fuese admitido en la nueva casa de la Orden de la Cruz en Nueva España y, heme aquí, dispuesto a conseguir lo que mi familia requiere, un religioso ordenado para seguir bajo la dirección de Monseñor, el Cardenal de Villafuerte.

Antonio terminó su relato y se quedó en silencio, como para que al monje le penetrara el mensaje. Por su parte, Fray Michel guardó silencio, pensando con trisiteza que la Santa Iglesia y la Santa Orden de los Hermanos de la Cruz no necesitaban de esos seres ruines y bajos, que tanto mal le podían causar. Finalmente habló:

_Impresionante vuestra historia, Antonio. Ahora platicadme, ¿Cómo es vuestra relación con el resto de novicios y habitantes de esta casa?

__Perdonad, Padre, pero ¿qué relación podría tener alguien de mi clase con estas personas?, fuera de dos o tres, los demas solamente son sirvientes que deberáian estar a nuestro servicio.

Por momentos, la furia parecía querer aflorar en el monje, pero una gran disciplina interior le obligaba a guardar la compostura.

_Decidme, Antonio, ¿por qué causa pensáis que algunos compañeros deberían ser vuestros sirvientes?

_Por la sencilla razón de que los españoles de sangre pura estamos elegidos por Dios para gobernar el mundo.

_¿Es que acaso conocéis a alguien de sangre impura, Antonio?

_Perdonad que no responda a esa pregunta, Padre, pero es algo que vosotros deberéis investigar, para estar seguros de a quien ordenaréis, pues supongo que no olvidáis que servís a Su Majestad el Rey.

Cansado ya de escuchar tanta tontería, Fray Michel pidió a Antonio que escribiese lo relatado, pidiéndole de manera clara que incluyese lo referente a la pureza de sangre que pretendía ostentar.

Cuando finalmente entregó su trabajo y abandonó la Botica, Michel respiró con descanso, pues realmente se le había hecho fatigosa la entrevista con semejante persona. Preguntándose para sus adentros ¿cómo era posible que los santos Padres de la Casa en Madrid, recomendasen la aceptación de tales personas? ¿Era acaso cuestión de recomendaciones y una dote suficiente para ser aceptados como siervos de Dios? Ya habría oportunidad de tratar este asunto con Fray Andrés, pues era algo que le molestaba en su interior.

Terminada la entrevista, Fray Michel escuchó la campana de la Capilla, llamando a Vísperas, por lo que salió de la Botica, teniendo buen cuidado de dejar cerrada la puerta.

De paso a la Capilla, Michel se encontró con Fray Alfonso, que salía del Scriptorium y juntos caminaron a cumplir con la grata tarea de orar a Dios y a su amado unigénito, Jesucristo.

El Oficio Divino tenía la virtud de aplacar los ánimos y sosegar el espíritu, por lo que Michel salió tranquilo al terminar la ceremonia, habiendo cumplido con el deber cristiano de pedir por las almas de los hermanos perdidos o desorientados, especialmente por ese desventurado de Antonio de Villafuerte, tan necesitado del Amor de Cristo. Pidió también por sus Superiores, para que fuesen guiados por el Espíritu Santo en la toma de sus decisiones; finalmente pidió por él mismo, para que fuese aplacado su espíritu, recordándole que solamente es un humilde siervo del Señor, el mas humilde de los humildes, sin derecho a juzgar a nadie, sino mas bien a comprender y amar a todos sus hermanos. A la salida se acercó a Fray Andrés y poniendo una rodilla en tierra besó la mano de su amado Padre.


Tal como se había convenido, después de la cena los frailes nuevamente se reunieron en la Sala Capitular, encabezados por Fray Michel. Antes de iniciar el análisis que tenían pendiente, Fray Andrés les pidió penerse de rodillas a fin de elevar sus oraciones al Padre, para que el Espíritu Santo les iluminara las entendederas y fuesen justos y objetivos en sus decisiones. Luego de hecha la oración, el Abad pidió a Michel que iniciase el análisis de sus entrevistas, particularmente de aquellos novicios que fueron considerados cercanos al sitio del crimen, de acuerdo a lo visto el día anterior. Fray Andrés pasó a Michel la hoja en que se habían anotado los nombres:

 Fray Serafín, monje Jardinero.
 Novicio Nicolás, Ayudante de la Botica y del hermano Jardinero.
 Novicio Juan (español)
 Novicio Nuño (español)
 Novicio Agustín (español)
 Novicio Antonio (español)
 Novicio José de María
 Fray David de María, cenobita franciscano, escribano del Abad.

_Muy bien, querido Padre, de esta lista nos ocuparemos, de momento, de los novicios, así que empezaré con Nicolás, mi ayudante en el cuidado y recolección de plantas; su trabajo se desarrolla generalmente en la huerta, motivo por el cual se le incluyó en la lista.

_Nicolás es un criollo, hijo bastardo de un rico hacendado de Texcoco. Zurdo de nacimiento, fue obligado a utilizar la mano derecha por un monje Jesuita, Fray Ambrosio. Relata que en alguna ocasión lo mantuvo a pan y agua, apaleado y atado durante varios días. Este malvado jesuita, que Dios perdone, además de los maltratos, en un afán de maldad, le recordaba su bastardía, supuestamente para que encontrara una auténtica humildad. Lo considero sospechoso importante, por dos razones: Por ser zurdo, al igual que el asesino y por el rencor guardado por los malos tratos y su condición de hijo bastardo, motivo que no dudo lo vuelva violento si se le recuerda bajo ciertas condiciones.

Fray Alfonso tomó la hoja donde había escrito los nombres y subrayó el nombre de Nicolás, escribiendo, delante del nombre, la letra “Z”

_El siguiente en la lista, pronunció Fray Alfonso, es el novicio Juan de Sayavedra, a quien todos conocemos bastante bien, pero no nos predispongamos contra nuestro hermano, escuchemos mas bien lo que nos pueda decir Fray Michel.

_Bien, dijo Michel, el novicio Juan es un español, de pura sangre, como le gusta decir a él mismo, hijo de los condes de Sayavedra. Estu muchacho, es una de esas piedras que de vez en cuando le cargan a la Iglesia, su mismo padre está seguro que no hay vocación religiosa en Juan, pero ayudado por sus poderosas relaciones, consiguió que fuese aceptado en la Orden, a fin de alejarlo de malas compañías y se fuese apegando al estudio. El joven Juan sufrió mucho en la niñez por el estigma de ser zurdo, fue muy maltratado por su preceptor, un franciscano, fray Atenógenes. Según su relato, el monje le ataba la mano izquierda y a punta de vara le hacía escribir con la derecha. Siendo el único hijo legítimo del conde, será el heredero de todas las propiedades, aunque en su condado existen bastantes hijos de sangre del conde, mas ninguno reconocido oficialmente. De hecho el muchacho se crió con la servidumbre, a quienes trataba de mala manera. Su preceptor lo tenía amenazado de mas palizas si se iba a quejar con sus padres; de ese hecho, Juan ha acumulado mucho rencor contra todo lo que sea disciplina y autoridad y creo que el rencor contra el preceptor lo lleva también hacia la Iglesia. A mi manera de verlo, pienso que podría haber atentado contra el
novicio Luis por el hecho de verlo tan apegado a sus estudios religiosos. Pienso que es un sospechoso de primer orden.

Fray Alfonso tomó nuevamente la hoja donde estaban escritos los nombres de los probables sospechosos marcó el nombre del novicio Juan de Sayavedra. Frente al nombre dibujó una letra “Z”

Bien, hermano Michel, en la lista sigue el novicio Nuño de Aguilar, ¿qué nos podéis decir de él?

_Pues en realidad no es gran cosa; según su relato, fue de chamaco un granujilla que vivió en el Puerto de Palos, donde su padre alcohólico tenía una zahurda. Su padre, Artemio de Aguilar, fue hijo de un supuesto soldado de Don Hernando Cortez. Juan fue un chico maltratado por su padre y un malilla del puerto, los cuentos del abuelo le despertaron la curiosidad por conocer México y poseer esclavos indios; solamento eso y alguna recomendación de algún amigo del abuelo cerca del Rey, hicieron que Su Majestad intercediera por el muchacho y fuese admitido sin dote en la Orden, también sin un mínimo de preparación previa y, desde luego, sin vocación alguna. Es un racista extremo y ello me lleva a considerarlo sospechoso de haber participado de alguna forma en el crimen.

_Continuemos, pues, hermano Michel, dijo Fray Alfonso, quien puso una cruz frenta al nombre del novicio, toca el turno al Novicio Agustín, ¿qué nos podéis decir de él?

_Este es un caso con características muy peculiares, dijo Michel, el muchacho es arrogante y prepotente en extremo; hace alarde de su sangre y las relaciones que su familia tiene en la Corte de Madrid. Siente un profundo desprecio por los criollos y naturales de esta tierra, a quienes trata como sirvientes y a quienes exige sometimiento total. Me confesó que en alguna ocasión dio una bofetada al difunto Luis, solo por no haberle cedido el paso al dormitorio. Su padre les celebraba cuando alguno de sus hermanos y él mismo, aplicaban la vara a algún siervo. Es uno mas de los novicios sin vocación sacerdotal, simplemente se está educando a fin de lograr una buena colocación en la Corte. Una característica extraordinaria de este novicio, es que es ambidextro. En mi opinión él no se mancharía las manos con la sangre de un “inferior”, pero sí sería capaz de ordenar a otro que lo llevase a cabo. Habrá qué tener en cuenta todo esto cuando analicemos a nuestros probables homicidadas.

Fray Alfonso siguió incrementando la lista de novicios sospechosos, delante del nombre de Agustín dibujó una ZX, pero a la vez tomó en cuenta que faltaban dos personajes, no novicios, que se encontraban en las inmediaciones de la escena del crimen, por lo que lo hizo ver a Fray Michel.

_Hermano Michel, haciendo caso al mensaje recibido, ahora tenemos que considerar a nuestros hermanos cenobitas, el primero de ellos es Fray Serafín, monje Jardinero. ¿Qué sabemos de él?

_Permitidme, hijo, intervino el Abad, Michel tiene poco tiempo de haber llegado a esta casa y ya estaba aquí Fray Serafín; esta es su historia, hasta donde yo sé:


HISTORIA DE FRAY SERAFÍN

Serafín nació en Barcelona, su padre, Joaquín Serrato, era tahonero y su mujer, Serafina Godínez, era su ayudante, siendo el primer hijo, debía seguir el oficio del padre y así fue en sus primeros años. Creció siendo analfabeta y así pasó hasta la edad de quince años, en que, por simpatía, lo acogió a su cuidado un fraile servita mendicante, quien le enseño a leer y escribir y le inculcó las cosas de Dios, a las que el muchacho tomo interés. Como los hermanos de Serafín ya estaban grandecitos, el padre no tuvo reparo alguno en que su primogénito se recluyera en un convento, sería una boca menos qué mantener, asi pues, en 1540 el joven Serafín fue admitido en la Orden como novicio, en 1555, ya ordenado, fue enviado a Nueva España a participar en la evangelización de los indios de Xochimilco. En 1599, siendo ya un hombre viejo y ante la imposibilidad de continuar con su ministerio, fue aceptado en la Casa de la Cruz, recién fundada en México, donde se le encomendó el cuidado de la huerta. Hasta donde sabemos, ha sido un hombre piadoso y un religioso constante y dedicado a la oración, como bien saben, no sale jamás de la casa y es querido y respetado por los novicios, por lo que no veo una razón para que hubiese atentado contra la vida de Luis.

_Pues como podéis ver, Hermano Alfonso, continuó Michel, además de los antecedentes que hemos escuchado y tomando en cuenta, la edad de Fray Serafín y sus limitaciones físicas, por el derioro de su edad, veo muy improbable que Fray Serafín sea considerado “sospechoso”, tal vez la única circunstancia que lo señale, es la cercanía que tuvo con la escena del crimen, por lo demás, no creo que haya visto u oído nada, pues de ser así, ya lo hubiese comunicado al señor Abad.

_Tenéis razón, Michel, no debemos perder tiempo con el hermano Serafín, vayamos pues al siguiente, Fray David de María, cenobita franciscano, escribano del Abad.

_Vamos pues a él, volvió a intervenir Fray Andrés. Fray David de María, como vosotros sabéis, es un franciscano, nacido en Roma, pero de padres españoles, en la actualidad tiene 45 años y voluntariamente pidió a su Superior que le permitiese su cambio a la Orden de la Cruz, pues sentía una gran atracción por el servicio de esta Orden. Fue aceptado por Fray Justino, que en Gloria esté, como cenobita al cuidado de la biblioteca y, ocasionalmente, dando su servicios de amanuense del Abad. Es un hombre reservado, un tanto frío con todos; muy exigente con los novicios, a quienes tiene poca paciencia cuando visitan la biblioteca. Ahora que recuerdo, no sé si vosotros os habéis dado cuenta.... Fray David de María es zurdo redimido, aunque en alguna ocasión he observado que, cuando escribe pensando que no estoy en el despacho, me ha parecido verle escribir con la mano izquierda.

_Y vos, hermano Alfonso, que por vuestro oficio tenéis mas contacto con David de María, ¿qué habéis observado?

_Efectivamente, amado Padre, yo tengo mucho contacto con David y he visto que guarda con gran celo los libros que posee la biblioteca. También he notado que es un tanto irascible y en alguna oportunidad observé que tenía una fuerte discusión con el difunto Luis, cuando pregunté por la causa del problema, simplemente me contestó que no era importante, que él mismo podría resolver la cuestión. En ese momento no le di importancia, pero ahora que recapacito en ello, fue por los tiempos en que se dio el lamentable deceso del novicio Luis.....

_Pues, que Dios me perdone, dijo fray Nepomuceno, pero a fe mía que este hermano David, tiene méritos suficientes para que, cuando menos sea considerado un sospechoso de primer orden. Ponedlo en la lista, hermano Alfonso.

Fray Alfonso procedió a incluir al monje cenobita en su lista, anotando delante del nombre, la letra X, concluyendo así con la lista de los sospechosos, mostrando a los asistentes cómo había queda concluido el análisis de las personas que podrían estar involucradas en el crimen.
Los sospechosos
 Novicio Nicolás, Ayudante de la Botica y del hermano Jardinero. Z
 Novicio Juan (español) Z
 Novicio Nuño (español) X
 Novicio Agustín (español) ZX
 Fray David de María, cenobita franciscano, escribano del Abad. ZX

_Bueno, dijo el Abad, bastante hemos adelantado en esta jornada, pues la lista ya solo nos remite a cinco posibles. Por hoy es suficiente, debemos descansar para estar listos para Completas, si me permitís, hermano Alfonso, yo conservaré la lista, no caiga en manos inconvenientes. Id pues a descansar y que dios os acompañe, haciendo el signo de la cruz sobre los asistentes, dio por terminada la sesión.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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