Por Sergio A. Amaya S.

VI
De vuelta en México

En tanto regresaban a la ciudad de México, Agustín había pasado los datos a su oficina para que iniciaran la búsqueda del auto, un Carman Ghía modelo 73, color rojo, convertible, con placas de circulación del Estado de Aguascalientes. Todo parecía indicar que el asunto estaba resuelto en su primera parte, la identidad del occiso; pero gran sorpresa se llevó Agustín cuando le informaron que se había hallado otro cuerpo, muerto de la misma forma y, según las fotografías que integraban el expediente, el muerto presentaba en el omóplato derecho, el tatuaje de una pequeña flor de liz y sobre ella una calavera roja. Esto desde luego que no podía ser una macabra coincidencia. El sorprendido detective se encaminó a la morgue para hablar con el Doctor Santoyo.

_Buen día, Comandante, ¿tuviste buen viaje a Aguascalientes?

_Buenos días, matasanos, contestó malhumorado Agustín. Conque me tienes alguna sorpresa ¿verdad?

_!Vaya, pues me echaron a perder mi sorpresa! Debo decirte que yo estoy tan sorprendido como tú mismo.

_Medio leí el informe, pero primero quiero ver a la víctima. ¿Me permites?

_El Doctor se encaminó a una puerta del frigorífico y extrajo una camilla deslizable con el cuerpo del muerto.

_Pues sí, es un hombre joven. Muerto de la misma manera, una limpia puñalada hecha por la espalda, en el costado izquierdo de la víctima. ¿Cuándo lo encontraron y a qué hora?

_Lo encontraron esta madrugada, como a las dos de la mañana. Si te fijas, es la misma forma de la herida del occiso anterior; se trata de una especie de puñal de doble filo, o mas bien, un tipo de bayoneta militar o un cuchillo de cacería, tiene un ancho de hoja de cinco centímetros de ancho y el largo es de quince centímetros. Quien los asesinó, sabe muy bien que en ese sitio, la herida es mortal por necesidad, además causa un dolor paralizante. El tiempo de muerte es de mas o menos veinte minutos, es decir, que esta persona murió entre la una y la una cuarenta y cinco, pues cuando lo encontraron, aún no alcanzaba el rigor mortis.

_Bien, concluyó Agustín, pues todo hace suponer que tenemos un asesino en serie, habrá que trabajar de prisa para detenerlo antes de que siga matando. Nos veremos luego, Doctor, por favor dile a Lucas que me mande las fotos tan pronto termine.

_Con gusto, Agustín, yo también te haré llegar los resultados de la autopsia en cuanto concluya. Y suerte en tus pesquisas.


En cuanto Agustín abandonó la morgue, el Doctor Santoyo puso manos a la obra, a fin de tener la autopsia lo mas pronto posible. Auxiliado por un ayudante, pasaron el cuerpo a la mesa de trabajo. Después de tomar todas las medidas antropomórficas, hizo un corte transversal de clavícula a clavícula, otro similar a nivel del bajo vientre y uno longitudinal, uniendo los cortes transversos; en seguida levantó la piel, dejan al descubierto las costillas y el esternón. Utilizando una sierra eléctrica, cortó las costillas a la altura de las tetillas, levantando limpiamente todo el frente, junto con el esternón, dejando al descubierto los órganos fundamentales de la vida; poco a poco fue descubriendo la trayectoria de la herida causante del deceso. La trayectoria era ascendente y había seccionado dos nervios intercostales, la arteria renal y lesionado el riñón. El resto de la autopsia demostró que el occiso no había bebido alcohol ni utilizado substancias prohibidas. La muerte fue producida por la fuerte hemorragia.

En tanto trabajaba, Santoyo recordó sus clases de anatomía, en la antigua Escuela de Medicina, su querido Maestro, el Doctor Andrade, indicándole la mejor forma de realizar una autopsia. Eran tiempos distintos, la vida era mas tranquila y el barrio estudiantil en el centro de la ciudad, era un mundo maravilloso. Gobernaba entonces el General Ávila Camacho, los taxis, de distintos colores, aparcaban en los alrededores del Zócalo, que en aquellos tiempos estaba jardinado y lucía esbeltas palmeras. Recordaba con nostalgia los puestos grises adosados a las columnas del Portal de Mercaderes. Los viejos y ruidosos tranvías amarillos, que hacían terminal frente a los edificios del Departamento Central. De pronto volvió a su realidad y se dio cuenta que ya estaba suturando el cadáver, había terminado su trabajo de manera automática, pero al revisarlo se dio cuenta que era correcto. Ordenó sus papeles y se fue a comer, ya por la tarde los enviaría al comandante Agustín, para integrarlos al expediente.



En cuanto Agustín entró al edificio, la Recepcionista le pasó el recado de que el Jefe le esperaba en su despacho, por lo que el Detective subió por el elevador hasta el piso siete, donde estaba la Jefatura. Se anunció con la Secretaria y de inmediato fue introducido al despacho de su Jefe.

_Que tal Comandante, ¿cómo estuvo el viaje a Aguascalientes?, espero que haya obtenido algunos resultados, pues el Jefe del Departamento no me suelta; quiere respuestas a la brevedad posible, pues los medios ya hablan de un asesino en serie y no queremos que cunda el pánico.

_Pues tenemos el nombre del difunto, Germán Escobar y resulta que tiene un hermano gemelo, de nombre Vidal. Es una familia de vitivinicultores de Aguascalientes, gente muy poderosa, sin embargo el difunto fue como la oveja negra de la familia. Percibía una buena mensualidad que le permitía vivir a todo lujo sin tener que trabajar. Ahora estamos investigando algún círculo de amistades, a fin de saber qué estaba haciendo en la Pensil. Ya sabemos qué auto manejaba y lo están buscando, espero noticias en cualquier momento.

_Me han informado, volvió a hablar el General, que han localizado el cuerpo de otro individuo, muerto en las mismas circunstancias. ¿qué sabemos de eso?

_De ese asunto me estoy enterando apenas, General. Ahora vengo de la Morgue y vi el cadáver y sí, efectivamente, murió en las mismas circunstancias: herido por la espalda con una hoja de doble filo, mismo sitio de la herida; igual eficacia que en el anterior, lo que nos habla de alguien con conocimientos de medicina o con un gran entrenamiento para matar, pero en seguida nos avocaremos a este caso, a fin de encontrar similitudes que nos acerquen al posible asesino. Yo le mantendré informado. Por lo pronto y si usted no dispone otra cosa, detendré las otras investigaciones para avocarnos los cuatro a este asunto.

_Me parece bien, Agustín, confirmó el funcionario, démosle prioridad a este asunto, para tener respuestas qué darle al Licenciado Casas.

Agustín salió del despacho del Jefe y por las escaleras descendió al sexto piso, donde tenía su oficina. De inmediato llamó a Juvenal, Arturo y Gustavo, sus auxiliares, a fin de organizar la investigación.

_Muchachos, inició el Comandante, vamos a detener temporalmente las investigaciones en que estén ocupados. Debemos dar prioridad al asunto de los dos asesinatos recientes. Vamos a analizar los datos que tenemos a fin de repartirnos la investigación. Vamos anotando en el pizarrón, los elementos de que disponemos.

Agustín se levantó y se dirigió al pizarrón que ocupaba parte del muro que daba frente a la ventana. Escribió:

Primer asesinato:
-Nombre: Germán Escobar,
-Edad: 34 años
-Estatura: 1.75 metros.
-Complexión: regular
-Color de piel: blanca
-Cabello: castaño
-Color de ojos: azules
-Seña particular: Tatuaje en omóplato derecho, 3 x 2 centímetros, una flor de liz blanca y encima una calavera roja.
-Forma de muerte Por apuñalamiento en la zona intercostal izquierda, con una hoja de doble filo de 5 x 15 centímetros.

Vestía ropa de buena calidad, aunque aparentemente portaba un reloj Rolex, de gran precio; el móvil no fue el robo, pues tenía en la cartera $ 12,000.00 en efectivo. Se le encontró en un barrio donde no encaja por su posición socio-económica. No se ha hallado su auto, un Carman Ghia, color rojo, ultimo modelo, con placas de Aguascalientes.

Segundo asesinato:
-Nombre: Desconocido
-Edad: 30/36 años
-Estatura: 1.70 metros.
-Complexión: regular
-Color de piel: moreno claro
-Cabello: negro
-Color de ojos: cafés
-Seña particular: Tatuaje en omóplato derecho, 3 x 2 centímetros, una flor de liz blanca y encima una calavera roja.
-Forma de muerte Por apuñalamiento en la zona intercostal izquierda, con una hoja de doble filo de 5 x 15 centímetros.

_Veamos ahora el expediente de este individuo, a fin de extraer información para colocar en el pizarrón.

Arturo abrió el expediente y comenzó a leer en voz alta:

_La madrugada del viernes 16 de Junio de 1973, los Patrulleros Efraín Pérez y su compañero Abundio Sánchez, localizaron en la calle Lago Ginebra, a la altura del número 825, en un lote baldío, de la Colonia Pensil. Sin identificación, pero con $ 500.00 en su cartera y un reloj marca Casio, de caja dorada. Vestía pantalón de casimir, camisa de vestir marca Arrow y un saco sport marca Roberts. Zapatos color café, tipo mocasín, marca Canada. Se le encontró un llavero con llaves de algún domicilio u oficina y de un auto marca Opel, pero no se ha encontrado el auto en las calles cercanas.

_Por lo que podemos ver, este sujeto no era adinerado; su ropa es común, de la que se puede comprar en cualquier almacén y su auto, de ser cierto, es un auto económico, de clase media. Lo único que lo iguala con el primer muerto, es el tatuaje y la forma de ser asesinado.

_Pues estamos como al principio, dijo Agustín, así es que tenemos qué aplicarnos para poder evitar mas muertes. Pero en tanto, tenemos mas información del primer crimen; dime, Juvenal, que hay de los Patrulleros del primer caso ¿saben algo del reloj del difunto?

_Sí, Comandante, ya declararon y ellos le quitaron el reloj al cadáver, aunque parece ser que ya lo vendieron a un comprador de “chueco”, ahora los está investigando Asuntos Internos. Están detenidos y asustados.

_Pobres tontos, a lo que se exponen por unos cuantos pesos. Pide que te los manden, los quiero interrogar, pues esto urge.

Juvenal tomó el teléfono del escritorio de Agustín y se comunicó a la Oficina de guardia, donde tenían detenidos a los dos policías, dio algunas instrucciones y colgó.

_En seguida los mandan, Comandante, están en los separos del sótano.

Poco tiempo después llegaron los Patrulleros detenidos, los acompañaba un custodio armado, aunque los dos Patrulleros se mostraban temerosos, pues sabían de la rectitud del Comandante Solís. Agustín les indicó que se sentaran en unas sillas, frente a su escritorio; el custodio permaneció fuera del despacho. Los cuatro investigadores los miraban en silencio, haciendo que la tensión nerviosa los invadiera. Luego de algunos minutos de silencio, les habó el Comandante.

_Vamos a ver, Lupe, dijo al primer hombre, ¿saben ustedes el valor del reloj que robaron al cadáver?

_Pos yo creo que como “un milagro”, taba re bonito y pos se nos hizo fácil quitárselo al difuntito, a él ya no le servía y, pos nosotros siempre ‘stamos bien jodidos.

_Es cierto, jefecito, habló Hermenegildo, nos dieron ochocientos varos y, pos nos alivianamos, yo le pude comprar zapatos a mis chamacos, pos ya andaban a raiz.

_Yo los entiendo, dijo paternal el Detective, pero lo que hicieron fue una tarugada, pues contaminaron una escena de crimen, primer delito y realizaron un robo, segundo delito. ¿Saben cuántos años les pueden echar?, de doce a quince.

Los dos hombres estaban a punto de llorar, nada mas de pensar en lo que podría terminar un momento de ambición. Ambos miraban implorantes al Comandante, quien los miraba con frialdad.
_Yo puedo ayudarlos, muchachos, solo espero que no lo hayan “enfriado” ustedes. ¿no lo hicieron, verdad?

_!Desde luego que no, Comandante!, cuando lo vimos ya estaba frío.

_Bien, en principio les voy a creer, pero me tienen qué ayudar. Primero me van a decir a quien le vendieron el reloj y tendrán que recuperarlo, ¿cómo le van a hacer?, ese es su problema. A fin de que les devuelvan el reloj, le ofrecerán silencio al comprador, en caso de no aceptar, lo detendremos por comprar mercancía robada y ustedes se van con él, ¿está claro?

_!Custodio!, llamó el Comandante, lleve a los detenidos a la Mesa de Guardia, lo acompañará el Oficial Gustavo Samaniego, a fin de que deje en libertad a los detenidos, quienes se deberán reportar mañana a esta misma hora, de no hacerlo, se les consignará por robo y obstrucción a una investigación criminal.

Los apesadumbrados patrulleros salieron del despacho del Comandante Agustín, sin saber cómo le iban a hacer para recuperar el reloj, confiando, tal vez, en que sus compañeros los podrían sacar del apuro. En tanto, los detectives se quedaron planeando la investigación.

_Gustavo y Arturo, ustedes se encargarán de investigar al segundo muerto y Juvenal y yo nos dedicaremos al primero, Don Germán Escobar.

Los dos detectives salieron del despacho, comentando entre ellos los pasos que deberían seguir, en tanto el Comandante planeaba con Juvenal su siguiente paso.

_Juvenal, por ahora nos dedicaremos al dichoso tatuaje, iremos a ver al tatuador de Polanco, supongo que él hizo el del difunto. Si miramos las dos fotografías, los tatuajes son idénticos, hechos por la misma mano. Vamos pues.

Los detectives se fueron en busca del Chevrolet del Comandante y a bordo de él se encaminaron por Paseo de la Reforma hacia el rumbo de Polanco, un barrio residencial muy importante, por la avenida Mariano Escobedo tomaron por Horacio y en el número 137 se detuvieron. Era un edificio moderno, con puertas de cristal, al cruzar dichas puertas, fueron atendidos por un guardia de seguridad:

_A sus órdenes, caballeros, ¿puedo ayudarles en algo?

_Así es, dijo el Comandante mostrando su placa al empleado, vamos al despacho 201, con el tatuador, Thomas Sterling, dijo mirando al directorio puesto en la pared.

_Me temo que no podrá atenderlos el señor Sterling, pues solamente atiende previa cita.

_Pues yo creo que usted no ha entendido, contestó Juvenal mostrando su arma enfundada, no le preguntamos si nos podría atender. Mi comandante le dijo “vamos al 201, a ver al tatuador” y usted nos va a conducir. ¿entendido?

_S..Sí, señores, con gusto los acompaño, si me hacen el favor, pasen ustedes al elevador.

El atemorizado Guardia les cedió el paso al elevador y pasando detrás de ellos marcó el segundo piso, sintiendo un opresivo silencio en tanto subían al piso elegido. Se abrieron las puertas y salió por delante, los detectives lo siguieron por un pasillo, hasta el fondo, ante una puerta marcada con el el número 201. Llamó discretamente con dos golpes y abrió la puerta.

_Señor Sterling, lo buscan estos caballeros, son Agentes del Servicio Secreto.

El tatuador dejó a un lado el libro que estaba leyendo y se paró para recibir a sus visitantes.

_Gracias, Don Mauro, yo los atenderé.

El Guardia les franqueó el paso, cerró la puerta y se retiró a su puesto de guardia.

_Pasen caballeros, tomen asiento, ¿en qué puedo servirles? ¿Desean algún tatuaje?

Agustín sacó la fotografía que había tomado del tatuaje de Germán y lo mostró al tatuador Sterling, quien la miró pensativo.

_¿Es esto lo que desean?, es una cosa muy especial… Pero deben saber ustedes que este diseño es exclusivo y solamente lo podemos realizar mediante petición expresa del dueño de la imagen.

_Y, se puede saber ¿quién es el dueño de esta imagen?, preguntó Juvenal.

_Bueno, señores, si ustedes traen esta fotografía, deben saber cómo obtener la autorización, respondió receloso el tatuador.

_¿Nos lo puede decir usted, señor Sterling?, preguntó el comandante.

_No estoy autorizado para hacerlo, señores, perdonen y les voy a pedir que se vayan, pues estoy en espera de un cliente que está por llegar.

_Pues me temo que tendrá que cancelar usted su agenda, Sterling y a menos que quiera rendir una declaración oficial en la Delegación, yo le recomiendo que nos diga lo que sabe a este respecto, pues hay dos homicidios de por medio y podríamos pedir una Orden de Presentación, ¿cómo la ve?

El tatuador se puso pálido al escuchar que se estaba investigando la muerte de dos personas y, desde luego que él no tenía ninguna responsabilidad, así que pensó que era mas inteligente decir lo que sabía de manera económica y no esperar a que lo llevaran a declarar de forma oficial.

_Perdonen señores, no tengo ni idea de qué hablan, pero de ninguna manera deseo estar implicado en asesinatos o cuestiones ilegales, así que les diré lo que yo sé respecto a ese diseño.

_Bien, señor Sterling, me parece una decisión inteligente, díganos, por favor, todo lo que sepa de este asunto.

_Mmmm…. Permítanme un momento, señores, déjenme ordenar mis ideas, pues el conocer lo que hay en juego me ha puesto un tanto nervioso….. Por principio de cuentas, hace unos dos años vino a mi negocio un hombre, Melquiades Ángeles, un hombre adinerado con el deseo de que le realizara el diseño de un tatuaje, así es que acordamos el precio y me dio los elementos que deseaba; mas bien, me indicó qué era lo que quería representar, me pagó el anticipo que acordamos y quedamos de vernos unos días después.

_Mi cliente es el señor Melquiades Ángeles. Se ve que es una persona adinerada, pues no objetó el precios que le di, además viste buenos trajes y trae alhajas que solamente alguien con una buena posición se puede costear.

_Platíquenos un poco del diseño, ¿qué representa?

_Bueno, es un poco curioso, pero en mi negocio mas vale no averiguar mucho, pues los diseños suelen ser caprichosos, de acuerdo a cada cliente.

_Lo entiendo, repuso el Comandante, si viera la cantidad de personas tatuadas que he visto en mi carrera policiaca, se asombraría. Pero, en especial, éste, nunca lo había visto. Dijo lo anterior golpeando con el dedo sobre la fotografía.

_El tatuador se dio cuenta que el comandante se empezaba a impacientar, por lo que empezó a relatarles lo referente al diseño en cuestión:

_Mire usted, Comandante, la heráldica se desarrolló durante la Edad Media en Europa hasta convertirse en un código de identificación de personas, con el tiempo fue incorporado por elementos de la sociedad, como la nobleza y la Iglesia Católica para la identificación de linajes y miembros de la jerarquía, siendo también adoptado por otros grupos humanos, como gremios y asociaciones.

_Por principio, los colores no son blanco y rojo, sino Plata y de gules. En donde una flor de liz de plata, representa la supremacía, la nobleza, la autoridad y una calavera de gules. En cuanto al significado de la calavera, indudablemente es la muerte, luego entonces, el significado del conjunto podría ser: La supremacía de la muerte, o la autoridad de la muerte.

_Bien, ya vemos que se trata del culto a la muerte, pero ¿cual es el papel que juega Melquiades Ángeles?

_Bueno, sin estar plenamente seguro, yo creo que es como el “santón” del culto a la muerte y hay mucha gente que aporta dinero para ser “bendecidos”. Esto debe ser un negocio muy productivo.

_Pues visto esto, solo falta que nos diga en donde podemos encontrar al señor Melquiades Ángeles.

El tatuador se levantó a buscar en el cajón de un archivador metálico; luego de remover algunas carpetas, extrajo una, dentro estaba el dibujo original del diseño que fue tatuado en los omóplatos de los occisos, de una hoja indicó a los investigadores el domicilio que tenía registrado: Calle Guillermo Prieto 4320, Colonia del Valle. Una zona residencial de clase media alta.

_Le agradecemos su colaboración, señor Sterling, en caso de requerir alguna aclaración, volveremos a visitarlo. Buenas tardes.

Los Agentes salieron del edificio, abordaron el auto y enfilaron rumbo a la Avenida Reforma, en el camino fueron comentando lo recién escuchado:

_Pues qué le parece, Comandante, cada vez entiendo menos el por qué del asesinato de estos hombres, aunque el denominador común es el culto a la muerte.

_Es cierto, Juvenal, pero la investigación apenas empieza, veremos qué nos dice el tal Melquiades Ángeles.

Los Agentes continuaron especulando, en tanto se movían entre el tráfico que a esa hora del día llenaba la Avenida de los Insurgentes, rumbo al Sur de la Ciudad.

Cuando llegaron al domicilio señalado, fueron recibidos por un sirviente muy bien vestido, quien, al enterarse que eran Policías, les franqueó el paso y los condujo a la sala de la casa. Una estancia amplia, donde estaban holgadamente acomodados, tres juegos de salas y diversas mesas y cómodas, las que tenían encima jarrones y floreros de fina cerámica y costosos cristales multicolores. Óleos de excelente manufactura colgaban es sitios estratégicos; en cada rincón se apreciaba el buen gusto del propietario. En esa observación estaban, cuando entró un caballero de mas de cincuenta años, vestido con un impecable traje sport de fino paño color tabaco.

_Caballeros, soy Melquiades Ángeles, propietario de esta casa, ¿a qué debo el honor de su visita?

_Ante todo, Don Melquiades, respondió cortésmente el Comandante, suplico nos disculpe por venir sin avisar, pero no disponemos de algún número telefónico para hacerlo. Nuestra visita, me apena decirlo, no es social. Soy el Comandante Solís y mi compañero, el Agente Heredia, somos Investigadores del Servicio Secreto y nos trae la necesidad de investigar un curioso diseño de tatuaje, esto lo dijo mostrando la fotografía tomada en la espalda de uno de los cadáveres. Estuvimos con el diseñador y él nos indicó que usted lo mandó a hacer.

Sin mostrar la mínima turbación, el señor Ángeles tomó la fotografía y la observó detenidamente.

_Efectivamente, señores, yo encargué este diseño, atendiendo la petición del Director de un centro de estudios filosóficos y religiosos, al cual pertenezco.

_¿Nos puede decir, don Melquiades, la dirección del Centro de Estudios a que se refiere y el nombre de la persona que le encargó mandar hacer el diseño?

_Desde luego que se los puedo decir, pues es algo legal, pero quisiera saber, ¿por qué razón les interesa?, pues hasta donde puedo apreciar, el diseño está tatuado sobre la piel de una persona.

_En efecto, don Melquiades, sobre el cuerpo de un hombre…. Muerto, asesinado.

_!Ah caramba!, esto es mas serio de lo que parece y con gusto le doy los datos que solicita.

Una vez recibida la información, los dos Agentes se despidieron de don Melquiades y salieron en busca de su auto, para dirigirse a sus oficinas y comentar las investigaciones con los compañeros Alvírez y Samaniego.



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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