Por Sergio A. Amaya S.
Coincidencias

Ya por la tarde-noche, los Agentes se reunieron en la oficina del comandante Agustín, con el fin de comparar las notas de las investigaciones realizadas y comparar lo referente a ambos crímenes.

Conforme iba recibiendo los informes de los Agentes, el Comandante se asombraba de la similitud de hechos que unían a dos personas de tan distinto estrato social.

_!Caramba!, expresó el Comandante, nunca como ahora he entendido mejor el dicho de que “la muerte es demócrata”, pues no solamente por el fallecimiento en sí, se igualaron estas personas, sino por la marca en la espalda, la forma de ser asesinados, pero sobre todo, por el hecho genético de ser ambos resultado de un parto gemelar. En todos mis años de servicio, jamás me había topado con algo así.

_Es cierto, Comandante, dijo Samaniego, tal parece que el autor material e intelectual de estos hechos, es la misma persona, tal como lo sugiere la similitud de arma y heridas que causaron el fallecimiento de estas personas.

_A ver, Juvenal, vamos recordando en el pizarrón lo que hemos descubierto de cada asesinato, para no irnos a perder de algo importante.

El subordinado acercó el pizarrón, donde habían listado los hallazgos.

Primer asesinato:
-Nombre: Germán Escobar,
-Edad: 34 años
-Estatura: 1.75 metros.
-Complexión: regular
-Color de piel: blanca
-Cabello: castaño
-Color de ojos: azules
-Seña particular: Tatuaje en omóplato derecho, 3 x 2 centímetros, una flor de liz blanca y encima una calavera roja.
-Forma de muerte Por apuñalamiento en la zona
intercostal izquierda, con una
hoja de doble filo de 5 x 15 centímetros.
-Estrato social Alto, posición desahogada, familia poderosa.
Característica Gemelo


Segundo asesinato:
-Nombre: Augusto Méndez
-Edad: 35 años
-Estatura: 1.70 metros.
-Complexión: regular
-Color de piel: moreno claro
-Cabello: negro
-Color de ojos: cafés
-Seña particular: Tatuaje en omóplato derecho, 3 x 2 centímetros, una flor de liz blanca y encima una calavera roja.
-Forma de muerte Por apuñalamiento en la zona
intercostal izquierda, con una
hoja de doble filo de 5 x 15 centímetros
Estrato social: Medio, Profesionista empleado
de una fábrica.
Característica Gemelo

_Es paradójico lo que ocurre, además de los tatuajes que los igualan, estos hombres, casi de la misma edad, nacieron de igual forma y murieron de la misma manera. Uno nació en cuna de plata y el otro de clase media, pero ambos murieron en un barrio que tira mas bien a la clase baja. Si alguien me hubiera dicho que lo tenía planeado así, le hubiese dicho que estaba loco.

Los tres ayudantes del Comandante escuchaban el monólogo de su jefe, sin tener argumento para intervenir en la idea, aunque, definitivamente, era una situación bastante singular.

_Bien, volvió a hablar el Comandante, ¿qué mas hemos averiguado?

_Pues por nuestra parte, intervino Arturo, dimos rápido con la identidad del occiso, pues en un papel bien doblado y casi escondido en la billetera, había sido escrito el nombre de la señorita Evangelina Soares y su número telefónico; al hablar con ella nos comentó que el día de ayer había estado con el difunto, a quien identificó con el nombre de Baldemar Méndez, nos dio su dirección y al entrevistarlo, resultó ser hermano gemelo del difunto. Dijo desconocer, fuera de su ámbito de trabajo, a qué otra cosa se dedicara su hermano y tampoco sabía del misterioso tatuaje. El Agente vuelve a consultar su libreta de notas y continúa: El difunto trabajaba en una fábrica de cartón corrugado, era el Contador del negocio, su nombre es Augusto Méndez. Según lo referido por el propietario del negocio, Augusto era una persona muy popular, aunque realmente su único amigo es un hombre muy distinto a él; se trata de un hombre alcohólico, pero sin fijarnos en sus preferencias de amistad, encontramos al citado amigo, cuyo nombre es Encarnación Macías, mejor conocido como “Chon”, quien por cierto no había ido a trabajar, así es que lo fuimos a buscar a su domicilio y su esposa nos mandó a buscarlo a una conocida pulquería de la zona. Luego de platicar con él, nos comentó que el día de los hechos, Augusto lo llevó a cierto domicilio en la colonia Obrera, donde se celebró una especie de “junta”, donde, según relata Chon, hablaban de la vida y de la muerte y, seguimos citando a Chon, “esas ondas no le pasan”, por lo que le pidió a Augusto que lo llevara a su casa, lo que hizo el difunto, conduciendo su automóvil, uno marca Opel. Después que lo dejó en el barrio, según le indicó Augusto a Chon, volvería al lugar de la junta, a la colonia Obrera. Según el propio Chon, el nombre de quien dirigía el lugar es algo así como “Adrian”

_Pues parece, comandante, intervino Juvenal, que ambas investigaciones convergen en el mismo sitio, según lo investigado por nosotros, así que yo creo que debemos visitar al tal “Adrian”, o como se llame y ver qué sabe de este asunto.

_Muy bien, habó el Comandante, los felicito, Arturo y Gustavo, pues hicieron una buena investigación. En vista de que las investigaciones nos llevan al mismo origen, Juvenal y yo la seguiremos y ustedes, por favor, vuelvan a los casos que dejaron pendientes, pues no podemos descuidar ninguno. En caso de ser necesario su apoyo, les llamaremos por el radio.

Los Detectives, se retiraron a retomar sus asuntos, quedando pendientes para cualquier llamado de Juvenal o el Comandante.

_Bueno, ahora vamos a llamar al buen amigo Melquiades para que nos introduzca en el medio.

El Comandante descolgó el auricular y marcó el número telefónico de la residencia de don Melquiades. Le contestó un sirviente y a poco tomó la vocina el dueño de la casa.

_A sus órdenes, Comandante, ¿en qué puedo servirle?

_Don Melquiades, entendiendo que usted quiere deslindarse de responsabilidad en el homicidio, que por cierto, ya son dos cadáveres, le voy a pedir que nos haga el favor de introducirnos en el círculo que se reúne en cierta casa de la colonia Obrera, espero sepa usted a cuál me refiero.

_Desde luego que sí, Comandante, yo soy miembro de ese grupo, pero mi interés es el estudio y de ninguna manera deseo verme envuelto en un escándalo que pueda manchar mi nombre. Así que, dígame como quiere que actuemos.

_Si le parece, Don Melquiades, nos podemos reunir hoy por la noche, le invito a cenar y me platica lo referente a las actividades del grupo, ¿le parece bien?

_Excelente, Comandante Solís, pero si me lo permite, le invito a usted y a su compañero, a que cenemos en mi casa, de esa forma podremos hablar mas en confianza.

_Muy bien, don Melquiades, ¿le parece bien que estemos en su casa a las 8:00 de la noche?

_Los espero, Comandante, hasta entonces.

El Comandante colgó el auricular y comentó con Juvenal lo acordado. En ello estaban cuando entró el Doctor Santoyo, saludando entusiasta, como era su costumbre.

_Buenas noches, Comandante, tú siempre pegado a tu chamba, por eso te quedaste solterón.

_Tienes razón, matasanos, me casé con esta profesión y ya no la puedo abandonar. ¿Qué te trae por aquí, nuevos datos?

_En efecto, Agustín, el segundo cuerpo llevaba adheridas a sus zapatos unas extrañas semillas, luego de analizarlas y compararlas, he llegado a la determinación de que son semillas de Adansonia digitata, comúnmente conocido como boabab o árbol del pan del mono. Este peculiar árbol, es originario de las zonas áridas de África y es el emblema de Madagascar. Es el símbolo de resistencia, tolerancia, vida comunitaria y longevidad. También es apreciado por considerarle propiedades curativas. Por siglos se ha usado para las reuniones de las comunidades de ciertas partes de África. Desde luego que no es común hallar ese tipo de semillas en nuestro país. El Médico entregó su informe al Investigador y luego abandonó la oficina.

_Bueno, Juvenal, dijo el Comandante agitando las hojas recibidas, esta puede ser una pista que nos de certeza del lugar donde estuvo el segundo hombre asesinado, veremos que mas aprendemos en la cena. Vámonos.

Los dos Detectives abandonaron las oficinas y a bordo del Chevrolet se dirigieron a la Colonia del Valle, a la casa de Don Melquiades, llegando a su cita unos cuantos minutos antes de las 8:00 de la noche. Acudió a abrirles la puerta un sirviente, quien los condujo a la espaciosa sala, donde ya los esperaba el anfitrión.

_Buenas, noches, señores. La puntualidad habla bien de las personas, pues demuestran su educación y la importancia que le dan a la persona que entrevistarán, les agradezco la deferencia. Por favor, tomen asiento.

_¿Les ofrezco alguna bebida?

_Un brandy solo, si me hace el favor, aceptó el Comandante.

_Para mi un Vodka con agua tónica, gracias, pidió Juvenal.

El anfitrión se dirigió a una elegante barra adosada a uno de los muros, donde aguardaba un barman, dispuesto a satisfacer cualquier deseo de los visitantes. De inmediato sirvió las bebidas y les acercó los vasos a sus invitados.

_Espero le guste este Brandy, Comandante es un Carlos I original, una cosecha muy buena, 1986, un año excelente.

_A usted, amigo Juvenal, un auténtico Stolisnaya. Este es un Vodka ruso, excelente, usted lo prefiere con agua tónica, disfrútelo, pero le recomiendo que alguna vez lo beba solo, bien frío, entonces conocerá el verdadero espíritu de esta tradicional bebida rusa. Salud, caballeros, dijo levantando su copa de Cognac francés.

_Muy bien, en tanto disfrutamos de las bebidas y está lista la cena, les comentaré lo que se realiza en la casa de la colonia Obrera. El Director y fundador de este grupo, el señor Randrianantenaina, es originario de la República de Madagascar y trae una doctrina relacionada con la santería Bantou. Las reuniones se realizan alrededor de un arreglo de flores y frutos de un curioso árbol llamado Boabab, que es el emblema de ese país. Según lo referido, el señor Radrianantenaina, es un Santón de Mananjary, una ciudad de Madagascar. Realmente el grupo apenas empieza a formarse, pues esta persona no tiene mas de quince meses de haber llegado a nuestro país, aunque habla muy buen español. Por lo que nos ha contado, el citado árbol tiene propiedades curativas para ciertas enfermedades y los estudios que se realizan están relacionados con la vida y la muerte del hombre. El director quiere instaurar una especie de iniciación, donde los elegidos serán tatuados con la flor de lis y la calavera, yo no lo he hecho y dudo que lo haga, por convicción personal, pero tengo entendido que algunos miembros ya lo han hecho.

_Muy interesante todo esto y, cuando menos, conocemos dos personas que se tatuaron, aunque ambos ahora están muertos.

El Comandante pensó en la coincidencia de las semillas encontradas en las suelas de los zapatos del segundo cuerpo, lo que probaba su estancia en la citada casa; desde luego que estos detalles no se los revelaría al anfitrión, pues eran parte de la investigación. Lo que no cuadraba aún, era la cuestión de la herida con la que les habían privado de la vida y, desde luego, el móvil de los asesinatos.

_Hasta donde tengo sabido, Don Melquiades, en los ritos de la santería, en ocasiones se sacrifican algunos animales, ¿sucede algo así en este grupo?
_Tengo entendido que se hace, pero nunca he presenciado tales ceremonias, aunque es común que en el arreglo de flores y frutos del boabab, haya presente una especie de puñal, que por cierto es una excelente obra de arte, pues tiene una cacha de marfil tallado y la hoja es de doble filo, de un acero muy fino.

El Comandante cruzó una significativa mirada con su ayudante, el Detective Juvenal Heredia, quien no perdía detalle de lo narrado.

_Bien, señores, si me hacen el favor, pasemos a la mesa, que ya está servida.

Los tres hombres pasaron a la mesa, don Melquiades en la cabecera, Agustín a su derecha y Juvenal a la izquierda. La mesa, espléndidamente servida, presentaba varias fuentes, las calientes cubiertas y las ensaladas a la vista. Estaban dispuestos varios tipos de copas y cubiertos, algo poco usual, o tal vez desconocido para los Investigadores. Al ver el desconcierto de sus invitados, el anfitrión entró en su ayuda:

_No se preocupen de ver tantos cubiertos, por lo general yo utilizo lo básico, pero el mayordomo tiene la costumbre de vestir la mesa como lo ordena la etiqueta. A veces me aburre.

Los Investigadores respiraron aliviados, pues no querían cometer alguna descortesía al darle un uso indebido a los cubiertos. El encargado de la mesa, ante la mirada del mayordomo, acercó una sopera al Comandante, quien se sirvió un poco de una crema de ostión. Lo mismo hizo Juvenal y al final el Anfitrión se sirvió.

La crema le pareció deliciosa a Juvenal, quien nunca había comido algo así; tenía una textura cremosa que se deslizaba sugestiva sobre la lengua, con un leve sabor a mariscos y alguna yerba que no supo definir. Luego de la crema, el sirviente retiró en silencio los platos y acercó a cada uno un plato con un poco de pasta a la crema y enseguida les ofreció una charola con tiernas lonchas de pescado en salsa blanca, que los invitados disfrutaron como el mejor manjar de sus vidas.

En tanto, el Somelier escanciaba un aromático vino blanco, convenientemente frío. Don Melquiades alzó su copa y en silencio invitó a sus invitados a probar el fino vino alemán que había elegido para la ocasión. Agustín y Juvenal se sentían fascinados, ante el inesperado banquete que estaban disfrutando. Luego del espléndido platillo, los sirvientes retiraron platos y copas, colocaron platos de mayor tamaño y les ofrecieron una fuente con sugestivas escalopas de ternera bañadas en salsa agridulce, acompañadas de una fresca ensalada de diversos vegetales. Para acompañar este platillo, les sirvieron un vino rojo semiseco, servido a la temperatura ambiente. Un excelente vino de La Rioja. Al finalizar la opípara cena, les ofrecieron un postre de leche y una copa de Oporto embotellado de origen. Los Detectives, aún cuando se sentían satisfechos, no pudieron negarse el placer de ese cierre de banquete, que tal vez no volvieran a tener en sus vidas. Finalmente habló Agustín:

_Don Melquiades, realmente nos ha dejado sin habla por el banquete ofrecido, se lo agradecemos, pero no era necesario tal dispendio. Sin querer parecer descortés, quiero suponer que no tiene ninguna segunda intención este hecho. Por favor, no me diga nada. Usted me ha dicho que quiere deslindarse de los homicidios y yo le creo. Cuando esto se haya aclarado y usted esté plenamente fuera de sospecha, me permitirá invitarlo a cenar. Desde luego que no se comparará para nada con esto, pero usted comprenderá que, con nuestros sueldos, nunca podríamos darnos tales lujos. Este comentario tampoco lleva otra intención, nos preciamos de ser una Unidad Investigadora totalmente imparcial y profesional y jamás hemos recibido mas pago que nuestro propio salario, suena raro en nuestro medio, pero es verdad.

_Comandante Solís, dijo al fin el anfitrión, agradezco su franqueza y le reitero mi total colaboración en este asunto. Si los atendí de esta forma, es porque los invitados a mi mesa son solamente aquellas personas en quienes puedo confiar desde la primera impresión y ustedes me parecieron personas íntegras. Considérense ustedes mis amigos, incondicionales.

_Pues gracias, a nombre de los dos, dijo Agustín y cuente usted con dos verdaderos amigos para toda la vida.

_Pero no se hable mas, vamos a reunirnos con el señor Randrianantenaina y veremos qué encuentran ustedes. Los presentaré como dos personas interesadas en los estudios, para nada haré mención de su profesión policial, el resto quedará en sus manos. ¿De acuerdo?

Ante la aceptación del Comandante y a sugerencia de éste, los tres hombres y un acompañante de Don Melquiades, su guardaespaldas, se acomodaron en el Chevrolet de Agustín y se dirigieron a la colonia Obrera. Ya a esa hora de la noche las calles estaban mas tranquilas, por lo que no tuvieron contratiempo para cruzar la colonia Roma, los Doctores y ya estaban en la Obrera. La calle buscada estaba cerca del Viaducto Tlalpan, en su tramo de San Antonio Abad.

La casa buscada era una construcción de dos pisos, con dos ventanas a la calle y la puerta de acceso directa a una estancia grande, donde eran recibidos los participantes. Los recibió el señor Randrianantenaina, quien era un hombre de estatura media, de piel morena ligeramente obscura y ojos levemente rasgados, de unos cincuenta y pocos años y, al parecer, de gran fuerza física. Vestía una holgada bata floreada y sandalias de piel, con los pies desnudos.

Don Melquiades hizo las presentaciones, recomendándolos como personas de su confianza y a quienes conocía desde hacía varios años. El santón los miró y observó durante varios minutos, revisión que a los Investigadores se les hizo incómoda, luego les habló:

_Hermanos, dijo con voz profunda, Zanahary, nuestro creador, los ha traído hasta este sagrado lugar, pediremos que Andriamanitra, los cubra con su fragancia espiritual, pues lo aquí aprendido y escuchado los acercará a ese cielo prometido por nuestros dioses. Sean bienvenidos. Pasemos ahora al salón.

El hombre los condujo por un pasillo hacia la parte trasera de la casa, cruzaron un espacioso patio; al fondo, los Investigadores observaron dos autos cubiertos con lonas, solamente se les miraba parte de las llantas. Ambos cruzaron una mirada inteligente, sin decir nada.

Llegaron a un salón grande, con dos ventanas que miraban hacia el patio, cubiertas por gruesas cortinas color guinda. La estancia se encontraba pobremente iluminada por un foco colgando del techo y varias velas y veladoras repartidas en diversos lugares, lo que daba un ambiente de claroscuros. El espacio estaba lleno de una fragancia dulzona y del aroma de diversos tipos de flores. Al centro de la estancia, bajo el foco, habían trazado con cal o algún polvo blanco, un cuadrado, en medio de él, una estrella de cinco puntas y al centro de ésta, un arreglo de flores y frutos extraños para los Detectives. Las flores eran blancas y los frutos ovoides y peludos, algunos estaban abiertos y presentaban una pulpa blanca y fibrosa y semillas negras. Algunas hojas verdes y grandes, de unos doce centímetros. Junto al arreglo, estaba colocado un puñal de doble filo, cuya hoja mediría unos cinco centímetros de ancho por quince de largo; el mango del arma estaba finamente tallado en marfil y era una especie de arma ritual, sobre la hoja de acero, se podían observar algunas marcas, como de letras, pero en un lenguaje de tipo arábigo.

Después de los Detectives llegaron algunas otras personas, que al igual que ellos, se sentaron en el suelo, en el perímetro del cuadro. Ya estando todos reunidos, hizo su aparición el santón, cubierta la cara por una máscara negra con marcas blancas y una especie de barbas de una fibra parecida al henequén, pero mas blanca, en las manos llevaba algunas flores iguales a las del arreglo y un bastón de madera negra. Empezó a hablar en una lengua desconocida, hablaba muy rápido y hacía muecas y caminaba alrededor de los reunidos. En un rincón obscuro, un hombre pintado de blanco hacía sonar un tambor, golpeando con unos huesos. Entre los reunidos había tres de raza negra, uno mas salió después, semidesnudo y pintado de blanco, danzando al ritmo del tambor y cantando en lengua desconocida.

De pronto el santón levantó los brazos y cesó el sonido del tambor y el danzante se quedó quieto. Viéndonos uno a uno, a los reunidos en torno al cuadrado, el santón preguntó:

_Entre los aquí reunidos, ¿hay alguien que tenga gemelo?

Nuevamente los Investigadores se miraron significativamente, lo que no pasó desapercibido para el santón, que de inmediato preguntó a Agustín:

_Tú, hermano, ¿tienes un hermano gemelo? Si es así, debes decirlo ahora, pues es de mala suerte. Si mas adelante nos damos cuenta de ello y nada escapa a la mirada de Zanahary, las consecuencias pueden ser fatales. Si alguno lo es y no ha sido iniciado, es tiempo de abandonar esta santo lugar.

Luego de un momento de no recibir ninguna respuesta, la ceremonia continuó. Cuando el santón se encontraba de espaldas, Juvenal tomó un poco de semillas de la ofrenda y, disimuladamente las depositó en el bolsillo de su camisa. Dos de los asistentes iban a ser iniciados, por lo que se quitaron las camisas y sus cuerpos fueron untados con una pasta blanquizca, luego retiraron unos parches que llevaban adheridos a la espalda, quedando al descubierto el tatuaje ya bien conocido por los investigadores. El santón tomó unos pétalos blancos de la ofrenda y un poco de la pulpa del fruto y con ellos frotó sobre las pieles tatuadas. Luego les sopló y pronunció una especie de plegaria en lengua extraña. Al terminar este ritual, Randrianantenaina se sentó dentro de la zona del cuadrado y empezó a hablar:

_Hermanos, todos deben conocer el por qué de esta iniciación. Deben saber que estas flores, hojas y frutos, son del árbol baobab, el árbol sagrado que Zanahary creo para sus hijos; en Madagascar, de donde procedo y en diversas partes de África, los pueblos se reúnen alrededor de tal árbol, nosotros, por medio de sus hojas, flores y fruto, simbolizamos tal reunión. Este árbol, bien llamado árbol del pan, es suficiente para la supervivencia del hombre, pues contiene agua en abundancia, pasta para ser harina, semillas que dan aceite y hojas comestibles como cualquier vegetal que ustedes conozcan. Por eso es sagrado. Solo hay algo que enoja a nuestro amado creador Zanahary y es que haya hermanos gemelos en la comunidad, entonces nos envía maleficios que duran en tanto no se deshaga esa antinatural hermandad, para ello debemos utilizar el cuchillo sagrado que tenemos en la ofrenda, pues es el único que puede romper esa unión de hermanos, desde su propio espíritu, unión propiciada por el maligno que no podemos nombrar.

Después de casi tres horas, la ceremonia terminó y todos se retiraron. Ya en el auto, comentando lo escuchado, Don Melquiades les preguntó:

_Comandante, supongo que con lo escuchado tiene elementos para esclarecer las muertes, ¿no es así?

_Efectivamente, querido amigo, está claro que ese hombre los asesinó para cumplir con esa absurda Ley.

_Si usted supiera, Comandante, cuantos cientos de niños son abandonados en Madagasacar y cuyo pecado fue ser producto de un parto gemelar. Es un problema social que en nuestros tiempos no ha podido ser erradicado. Pero, si ya tiene elementos, ¿por qué no lo arrestó?

_No era conveniente en ese momento, pues desconocemos cuantas personas pudieran salir en defensa del santón y no quisiéramos vernos necesitados de usar nuestras armas. Prefiero obtener una orden judicial para catear la casa, pues sospechamos que los autos de los hombres asesinados están escondidos en la finca y, desde luego, traeremos también una orden de arresto y vendremos con la gente suficiente para que no vayan a evitar el arresto.

_Pues sí, me parece muy prudente, pero ¿no teme que se le escape?

_No, pues no levantamos sospechas, solamente usted conoce nuestros planes y estoy seguro que no le avisará.

_Desde luego que no, comandante, solo le voy a pedir que me avise cuando hagan el arresto y, de ser posible, que me mantenga fuera de su investigación.

_Desde luego, Don Melquiades, usted nos ha sido de mucha utilidad para resolver este caso y, en lo que esté en mis manos, nadie sabrá de usted.

En tanto establecieron ese compromiso, los cuatro hombres llegaron a la residencia de Don Melquiades, despidiéndose todos en buenos términos. Los Agentes tomaron rumbo al centro de la ciudad.

_Bien, Juvenal, creo que el caso está terminando y por lo tanto, nos merecemos un buen descanso, déjame en mi casa y llévate el auto y mañana te espero para desayunar.

Efectivamente, se hizo como lo planeó el comandante Agustín Solís. En el cateo que se realizó en la casa de la Colonia Obrera, se descubrieron los dos autos de los hombres asesinados; la mano ejecutora fue el propio santón Randrianantenaina y la causa fue la que él mismo explicó en sus declaraciones. De ninguna manera se sentía culpable, pues estaba cumpliendo una Ley dictada por sus dioses. El Comandante Solís puso una estrella mas a su larga carrera de éxitos y los familiares y amigos de los muertos se sintieron satisfechos con la aplicación de la Ley. Durante la investigación salió a la luz que, tanto el santón, como sus dos ayudantes, estaban ilegalmente en el país. El santón fue sentenciado a 15 años de prisión y sus compañeros fueron extraditados; en caso de que Randrianantenaina sobreviviera a su condena, también sería devuelto a su país.

Como lo había prometido a Don Melquiades, Agustín y sus tres ayudantes lo llevaron a cenar a un pequeño restaurante de la colonia Roma, ya entrados en confianza, el millonario les confesó que él mismo provenía de una familia humilde, pero el trabajo constante en el comercio y la buena fortuna, lo habían llevado a amasar una respetable fortuna. Desafortunadamente no hay felicidad completa, pues como siempre estuvo pegado al trabajo, no tuvo tiempo de formar una familia. Esa era la razón de que viviera rodeado de sirvientes, para no sentirse solo y propuso al comandante que, si algún día se retiraba, se iría a trabajar con él, pues se estaba dando una amistad que duraría el resto de sus días.

Una noche mas cayó sobre la ciudad de México, la Ciudad de los Palacios que nombró el Varón Von Humboldt y que día a día se iba degradando, motivado por la sobrepoblación que se acumulaba en lo que fue la Gran Tenochtitlán. Agustín había vivido toda su vida en ella y la conocía en todos sus detalles, desafortunadamente, por su trabajo, conocía los bajos fondos que se ocultan en las sombras.

FIN



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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