De la Escénica...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Dos son las principales avenidas que circundan a la hermosísima bahía de Acapulco, ambas de carácter predominantemente turístico, llamadas coloquialmente, la Costera y la Escénica. Existen otras secundarías, pero no revisten la importancia de las dos primeras.

Es obvio que la principal es la Costera, habida cuenta de que está cerca del mar y por ahí se tiene el acceso a la mayoría de las playas que embellecen a nuestro puerto, que a fuer de ser objetivos sólo son tres: Hornos, La Condesa e Icacos, las demás fueron bautizadas arbitrariamente como Tulipanes, Clavelitos, Hornitos y anexas, pero sin ningún antecedente nacido de la tradición popular, sino por “iluminación” de alguna autoridad administrativa de su tiempo, claro sin la consulta y mucho menos del conocimiento de nuestra población.

Padecemos, por desgracia, de las consecuencias del permitir la construcción de adefesios (que no edificios) sobre la playa, obstruyendo la vista a los paseantes de la contemplación del mar, lo cual es la motivación principal para su visita a nuestro puerto y tienen que imaginarse que detrás de estas edificaciones monstruosas, “por ahí debe estar el mar”.

Pues bien, la Costera tiene nombre y está en los anuncios de señalización, en el correo exigen ponerle este nombre a la correspondencia que circula por estafeta y, en fin, todos los comercios que la abarrotan, al señalar su domicilio, lógicamente señalan el nombre que lleva.

La Escénica, por otro lado, es la Av. principal que nos lleva a varios fraccionamientos en Las Brisas, a Puerto Marqués, al Revolcadero, al aeropuerto internacional Juan Álvarez, a la playa Bonfil, a las playas de la zona Diamante de Acapulco, a Tres Vidas y a la famosísima Barra Vieja, famosa por su pescado a la talla.

Aunado a ello, en términos generales la circulación es fluida, pero el “negrote” (no negrito) en el arroz es la peligrosísima presencia de los kamikases “amarillos”, los taxis colectivos que por irse ganando el pasaje, vienen a exceso de velocidad y por si fuera poco no sé de dónde inventaron manejar con el brazo izquierdo colgado a un lado, por fuera de la portezuela, como si sus autos fueran automáticos, provocando los accidentes mortales que protagonizan muy seguido al salirse de su carril y chocar de frente con quienes vienen correctamente en el suyo.

Hay que reconocer, sin embargo, que esta avenida tiene unos paisajes bellísimos, escenas dignas de contemplar, contando con miradores para admirar las bahías de Acapulco y de Puerto Marqués; cuenta además con las discotecas más famosas del puerto y los restaurantes de postín.

Pues bien, nadie o muy pocos saben que la Escénica tiene nombre y se llama Clemente Mejía Ávila a propuesta de la Asociación de Natación del Estado de Guerrero en la administración municipal del Dr. Amín Zarur Ménez.

Recordemos que nuestro personaje, de orígenes modestos, nació en el Barrio del Hueso, humilde como él, en 1928, viviendo después en el Barrio de la Pocita. A los 12 años en 1943, su hermano Paulino lo presentó a su compadre y entrenador Joaquín de la Peña, quien le enseñó lo suficiente para hacer de él un gran campeón internacional. Nadando en las aguas del malecón, pues no había albercas, se distinguió por su habilidad en el nado de dorso, especialidad que le llevó a ganar múltiples premios en Acapulco, compitiendo por el club “Tigres Marinos”, con los principales nadadores locales de su tiempo; a nivel nacional ganando los primeros lugares y que le permitió representar a México en contiendas internacionales como los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, los II Juegos Deportivos Panamericanos y los Juegos de la XIV Olimpíada en Londres, Inglaterra y la de Helsinki, Finlandia, entre otros; eventos en donde puso en alto el nombre de México en el concierto de las naciones. Durante 15 años fue campeón nacional de nado de dorso. En 1959 se despidió de las competencias ganando los 100 metros dorso de los VII Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe en Caracas, Venezuela y se dedicó a la enseñanza en la alberca del IMSS, en donde murió de un infarto en 1978. Se desempeñó como presidente de la Unión Deportiva Municipal de Acapulco, trabajando para el Ayuntamiento por 18 años y 13 en la Junta Federal de Mejoras Materiales. Junto con otros atletas destacados, hizo gestiones para la construcción de la Unidad Deportiva, en Santa Cruz. En fin un deportista inigualable, honra y prez de Acapulco, de Guerrero y de México, que bien merece que se empiece a agregar su nombre a la Escénica de Acapulco. O usted, entusiasta lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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