De la vida...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


La vida no se define, se vive. Pero cuántos pueden hacerlo a plenitud, en salud, en felicidad, en placer, en amor, en espiritualidad, en riqueza, en sexualidad,  en cordura, en generosidad, en cultura, en amistad, en inteligencia, en sensibilidad, en amistad, en solidaridad, y en todas aquellas dimensiones posibles y enriquecedoras dables en el género humano.

Ya nadie se conforma, en estos tiempos, con la simpleza de decir que la vida implica un conjunto de las propiedades características de los animales y de los vegetales transmisible a la descendencia o el período de tiempo entre el nacimiento y la muerte, entre otros conceptos al respecto.

La razón de ser de ello es que ya es muy discutible si la vida termina con la muerte o sea con la cesación de las funciones vitales de un individuo, cuenta habida de que existen muchas posturas en virtud de las cuales se cree que después de la “muerte” sigue habiendo vida, pero en otro sentido, es decir, que el cuerpo es solo un vehículo de nuestro ser, totalmente finito, pero al cesar en sus funciones y dejar este vehículo, se adentra en una dimensión diferente, con otro tipo de requerimientos, muy parecido a la postura de varias religiones que hablan, por ejemplo, de la vida eterna.

No obsta, sin embargo, el hecho de que al margen de estas convicciones, lógicas o no, pero indiscutiblemente espirituales, partiendo del principio de que el hombre, antes que nada es espíritu, tiene que vivir su vida de acuerdo a sus necesidades y a sus capacidades, darle un mantenimiento adecuado a este vehículo que es el cuerpo y vivir intensamente en todas las dimensiones posibles, merced al ejercicio de la voluntad, a la disciplina, al orden y a la constancia, entre otras fuerzas vitales, sin perjuicio del desarrollo permanente de su función espiritual, vertida en efluvios amorosos hacia nuestros semejantes, no solamente como satisfacción personal, sino como factor de enriquecimiento conductual hacia los demás en un fenómeno de retroalimentación.

Hay, sin embargo, quien piensa – como mi nueva amiga Aleida- que cito: “cada quien tiene posturas de acuerdo a como le ha sonreído la vida, y esto es a partir de nuestro comportamiento y moral, para poder parafrasear la conducta con nuestro yo, al menos el yo interior que es la lucha constante del ser humano a lo largo de su vida”.

Evidentemente que se está refiriendo al ego, a la creación humana del propio yo, con toda su serie de contingencias y que, al final de cuentas queda en la disyuntiva de apurar al máximo el elíxir de la vida o trascender espiritualmente en una plenitud sin parangón, pero con un óptimo aprovechamiento de nuestro vehículo temporal, nuestro cuerpo físico, nuestra entidad biológica.

Estas reflexiones me surgen después de enfrentar el fenómeno de la muerte física de tres personas importantes como mi sentida amiga Brenda, el Premio Nobel de literatura Saramago y Carlos Monsiváis, en quienes encuentro un denominador común que es: la congruencia, en virtud de haber vivido acorde con sus convicciones, producto de su transitar por la vida y adentrarse en su realidad, la que cada uno de ellos vivió con sus propias y peculiares experiencias y decisiones.

Cada uno en su estilo y toda proporción guardada, reaccionó a estímulos diferentes, se propuso objetivos diferentes, encaró lo que llamaron problemas de acuerdo a su personal manera de ver el mundo y la vida, pero todos consiguieron sus objetivos, al menos lo que ha sido público y notorio aceptando, sin embargo, que definitivamente no estuvieron satisfechos con sus logros que por seguro programaron y siempre quisieron mas, mucho mas de lo logrado.

Siempre fueron rebeldes y su congruencia los llevó a enfrentarse a todos los obstáculos que les puso la vida y  cada quien los fue resolviendo de acuerdo a su peculiar y personal estilo, solo cabría preguntarse si aquellos monstruos contra quienes lucharon siguen vivos, siguen importunando a los seres humanos y si existen nuevos seres con las mismas voluntades para vencer, aunque no a terminar con ellos.

En verdad, entendiendo así a la vida es difícil vivirla. La vida es difícil, pero cotidiana y tenemos todo para vivirla y disfrutarla a plenitud. O usted, vivo lector, ¿Qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

Periplos en red busca crear espacios intelectuales donde los universitarios y académicos expresen sus inquietudes en torno a diferentes temas, motivo por el cual, las opiniones e ideas que expresan los autores no reflejan necesariamente las de Periplos en red , porque son responsabilidad de quienes colaboran para el blog escribiendo sus artículos.



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