Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
Sin catastrofismo, sin pesimismo, sin pretender ser agoreros del pasado o enanos del tapanco, sino con la mas sana intención de objetividad, la realidad que estamos viviendo en la actualidad nos mueve a reflexión, como seres humanos y, por ende, como mexicanos.
Ya nadie desconoce, a estas alturas, que a pesar de los grandes adelantos en materia científica y tecnológica, el ser humano no ha sabido mantener un sano equilibrio con la naturaleza y así, resulta evidente el gravísimo deterioro que le hemos causado al planeta de tal suerte que ya estamos no solo viviendo, sino padeciendo, trágicamente, los embates desequilibrados de ésta: ciclones y huracanes desmesurados, inundaciones, sequías prolongadas, temblores, marejadas mortales, cambio climático desmedido e imprevisible, entre otros, cuyas consecuencias saltan a la vista en donde quiera que se presentan, sin perjuicio de que la acción humana está produciendo la mas grave contaminación ambiental (agua, aire y tierra) de que se tenga noticia, aunado a la hambruna, epidemias, enfermedades mortales y guerras, esclavitud y muerte. ¿Esto significa un fracaso para la humanidad?
Por lo que respecta a México, en nuestro país estamos a un mes y días para el advenimiento del Bicentenario y del Centenario del inicio de nuestra Guerra de Independencia y de nuestra Revolución. ¿ Pero estamos en condiciones, con orgullo, de celebrar estos acontecimientos? ¿ Como pueblo hemos realizado las acciones necesarias tendentes al logro de mejores niveles de vida, en la salud, en lo cultural, en lo económico, en la procuración y administración de justicia, en la mas equilibrada producción y distribución de la riqueza, en el aprovechamiento sustentable de nuestros recursos naturales, en lo político, en el adelanto científico y tecnológico, entre otros?
La respuesta la tenemos encima: narcotráfico (y su secuela de violencia criminal); ignorancia supina, corrupción galopante, enfermedades, deterioro de la planta productiva, carencia de oferta de empleo, muerte de la actividad en el campo, dependencia alimentaria del extranjero (especialmente de las semillas transgénicas mortales de la Monsanto); “grillos” con pretensiones de políticos, que han minusvaluado a esta actividad y, por ende, demagogos, falsos, ignorantes e ineptos; cuerpos legales hechos a modo para las clases dominantes; miseria extrema (mas de 40 millones de mexicanos inmersos en ella); drogadicción y alcoholismo (especialmente en jóvenes), de salud pública y para qué seguimos, si ya todos conocemos de qué estamos hablando.
Entonces para llegar a estos extremos ¿qué fue lo que nos pasó?
La gran masa de nuestro pueblo, en la época pre-cuahutémica, era de siervos y esclavos sujetos al dominio de una clase representada por un tlatoani, los sacerdotes y los guerreros.
Después de 300 años de un dominio avasallante, cruel y esclavista, de parte de los gobernantes, la clerecía católica y los militares (se repite la estructura), logramos culminar la guerra de Independencia y contábamos con una población de aproximadamente 6 millones y medio de habitantes, distribuidos de manera desigual en 4 millones y medio de kilómetros cuadrados, siendo ésta de “… un millón de criollos, 30,000 españoles, tres y medio millones de indígenas y millón y medio de castas”.
Vino la lucha fratricida por darnos una forma de gobierno que representara verdaderamente los anhelos del pueblo, estando de un lado los gobernantes, apoyados por los plutócratas, el clero y los militares y en contrario el pueblo llano, luchando por reivindicaciones sociales. Salvo el destello de la Reforma y sus orígenes en el Plan de Ayutla, después todo ha sido un quítate tú, para ponerme yo, los golpes de estado (que es una etapa ya superada), incluyendo la contrarrevolución y la desastrosa, por ineficaz e ineficiente, alternancia (salvo sus excepciones).
Es el caso que ahora ya no proveemos, como país, las oportunidades necesarias para satisfacer siquiera los requerimientos mínimos de nuestro pueblo, lo que los obliga a salir y se van a los EUA, en donde son discriminados, abusados, golpeados brutalmente, despreciados como lo hace la llamada Ley Arizona y que entrará en vigor el día de hoy
.
Y si hay especialistas en denigrar al ser humano, esos son nuestros vecinos del norte, v.gr.: Iraq, Afganistán, Guantánamo y los indocumentados mexicanos. ¿Eso es un fracaso? O seguiremos confiando, como debe de ser, en la grandeza de México y su pueblo. O usted, optimista lector, ¿qué opina?
Sin catastrofismo, sin pesimismo, sin pretender ser agoreros del pasado o enanos del tapanco, sino con la mas sana intención de objetividad, la realidad que estamos viviendo en la actualidad nos mueve a reflexión, como seres humanos y, por ende, como mexicanos.
Ya nadie desconoce, a estas alturas, que a pesar de los grandes adelantos en materia científica y tecnológica, el ser humano no ha sabido mantener un sano equilibrio con la naturaleza y así, resulta evidente el gravísimo deterioro que le hemos causado al planeta de tal suerte que ya estamos no solo viviendo, sino padeciendo, trágicamente, los embates desequilibrados de ésta: ciclones y huracanes desmesurados, inundaciones, sequías prolongadas, temblores, marejadas mortales, cambio climático desmedido e imprevisible, entre otros, cuyas consecuencias saltan a la vista en donde quiera que se presentan, sin perjuicio de que la acción humana está produciendo la mas grave contaminación ambiental (agua, aire y tierra) de que se tenga noticia, aunado a la hambruna, epidemias, enfermedades mortales y guerras, esclavitud y muerte. ¿Esto significa un fracaso para la humanidad?
Por lo que respecta a México, en nuestro país estamos a un mes y días para el advenimiento del Bicentenario y del Centenario del inicio de nuestra Guerra de Independencia y de nuestra Revolución. ¿ Pero estamos en condiciones, con orgullo, de celebrar estos acontecimientos? ¿ Como pueblo hemos realizado las acciones necesarias tendentes al logro de mejores niveles de vida, en la salud, en lo cultural, en lo económico, en la procuración y administración de justicia, en la mas equilibrada producción y distribución de la riqueza, en el aprovechamiento sustentable de nuestros recursos naturales, en lo político, en el adelanto científico y tecnológico, entre otros?
La respuesta la tenemos encima: narcotráfico (y su secuela de violencia criminal); ignorancia supina, corrupción galopante, enfermedades, deterioro de la planta productiva, carencia de oferta de empleo, muerte de la actividad en el campo, dependencia alimentaria del extranjero (especialmente de las semillas transgénicas mortales de la Monsanto); “grillos” con pretensiones de políticos, que han minusvaluado a esta actividad y, por ende, demagogos, falsos, ignorantes e ineptos; cuerpos legales hechos a modo para las clases dominantes; miseria extrema (mas de 40 millones de mexicanos inmersos en ella); drogadicción y alcoholismo (especialmente en jóvenes), de salud pública y para qué seguimos, si ya todos conocemos de qué estamos hablando.
Entonces para llegar a estos extremos ¿qué fue lo que nos pasó?
La gran masa de nuestro pueblo, en la época pre-cuahutémica, era de siervos y esclavos sujetos al dominio de una clase representada por un tlatoani, los sacerdotes y los guerreros.
Después de 300 años de un dominio avasallante, cruel y esclavista, de parte de los gobernantes, la clerecía católica y los militares (se repite la estructura), logramos culminar la guerra de Independencia y contábamos con una población de aproximadamente 6 millones y medio de habitantes, distribuidos de manera desigual en 4 millones y medio de kilómetros cuadrados, siendo ésta de “… un millón de criollos, 30,000 españoles, tres y medio millones de indígenas y millón y medio de castas”.
Vino la lucha fratricida por darnos una forma de gobierno que representara verdaderamente los anhelos del pueblo, estando de un lado los gobernantes, apoyados por los plutócratas, el clero y los militares y en contrario el pueblo llano, luchando por reivindicaciones sociales. Salvo el destello de la Reforma y sus orígenes en el Plan de Ayutla, después todo ha sido un quítate tú, para ponerme yo, los golpes de estado (que es una etapa ya superada), incluyendo la contrarrevolución y la desastrosa, por ineficaz e ineficiente, alternancia (salvo sus excepciones).
Es el caso que ahora ya no proveemos, como país, las oportunidades necesarias para satisfacer siquiera los requerimientos mínimos de nuestro pueblo, lo que los obliga a salir y se van a los EUA, en donde son discriminados, abusados, golpeados brutalmente, despreciados como lo hace la llamada Ley Arizona y que entrará en vigor el día de hoy
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Y si hay especialistas en denigrar al ser humano, esos son nuestros vecinos del norte, v.gr.: Iraq, Afganistán, Guantánamo y los indocumentados mexicanos. ¿Eso es un fracaso? O seguiremos confiando, como debe de ser, en la grandeza de México y su pueblo. O usted, optimista lector, ¿qué opina?
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