Amores fríos

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Por Guillermo Exequiel Tibaldo


Sabía desde el principio que debía resistir a la tentación. Solo pensar en lo que podría suceder si expresaba mis deseos, me producía unas latentes ansias de dejarme llevar por la locura.

Pero por otro lado, conocía también las desgracias que podrían recaer sobre mi cuerpo si me atrevía a ceder a mis impulsos, a completar la desdicha. No ablandaría mi semblante, ni siquiera con esa mirada cremosa e inevitable espada contra mis principios. No, no podría hacerlo sin temer las consecuencias.

Al fin, despejé mi mente y me propuse luchar contra ese demonio, contra esa injuria que me punzaba el vientre hasta hacerme sentir agonizar: no me derretiría antes que aquella estructura tan fría y cegadora.

Solo cuando hube acabado, me di cuenta de lo feliz que estaba, y lo bien que hacía sentir haber terminado con ese asunto.
En el fondo reconocía que el temor de volver a encontrarme con una textura semejante, no tardaría en regresar.

Porque encontraría incluso en los lugares más perdidos, otra heladería.

1 Comentario:

Anónimo dijo...

me gusto mucho amores frios! simplemente muy bueno! abrazo amigo!



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