De lo fallido...

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Por Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Los derechos fundamentales de los seres humanos, así como la estructura jurídico- política de nuestro pueblo, se encuentran en la parte dogmática y orgánica, respectivamente, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

La Constitución es la máxima ley del país y todos, gobernantes y gobernados, tenemos la obligación de respetarla y hacerla respetar, en su caso.

Ello en función del origen lógico del deber, es decir, que todas las leyes, en una base piramidal, desde ésta (sentencias de los tribunales aplicadas a los casos concretos) hacia la cúspide (la propia Constitución), tienen su fundamento de validez en la norma inmediata superior y al llegar a la Constitución encontramos que su obligatoriedad nace en función de la norma fundamental hipotética en la cual, el Constituyente Permanente, estableció las bases de cumplimiento y observancia obligatoria de dicha norma para darle certidumbre a toda su estructura jurídica.

De esta guisa, todos los habitantes de la república tenemos la obligación de ajustar nuestros actos a dicha Constitución y a las leyes que de ella emanen, para lo cual tenemos a los organismos estaduales encargados de su cumplimiento en su creación (Poder Legislativo), en su ejecución en la rama administrativa (Poder Ejecutivo) y en su interpretación y aplicación (Poder Judicial).

Sólo que para llegar a ello, el pueblo mexicano tuvo un muy alto costo en vidas humanas, siempre en lucha permanente para lograr mejores estadios de vida, oponiéndose a los abusos y excesos de los detentadores de los factores reales de poder, el económico, el militar, el eclesiástico, el político y, últimamente el mediático.

Después de tantas luchas para ir logrando este anhelo y necesidad nacionales, en ese camino permanente para acceder a lo mas cercano a la democracia y a pesar de lo todavía alejados que estamos de conseguirlo, tenemos atisbos y, en su caso, concreciones muy obvias y evidentes.

Sin embargo, analistas políticos, académicos, y gruesos núcleos de la población, mexicanos y extranjeros nos hablan de México como un Estado fallido e, incluso, ya hay quienes opinan de un presidente fallido, (entendiendo por el término fallido: frustrado, sin efecto), habida cuenta de la realidad que estamos viviendo y padeciendo y que su programa de gobierno ha fallado, v.gr.: en la situación económica, en materia de empleo y en el rubro de seguridad, entre otros, de todos conocidos. Y a propósito de seguridad, recordemos que el Art. 14 Constitucional nos protege contra actos de las autoridades en cuestiones de privación y el Art.16, en asuntos de molestia, los cuales no deben darse sino por orden de autoridad competente y otros requisitos constitucionales e incluso, el Art. 17 del mismo ordenamiento nos habla de que: “Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho. Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial…” y es el caso que ayer nos enteramos ( a ocho columnas y con fotos a todo color) que dos individuos aparecieron colgados de un puente sobre la Autopista del Sol, a la altura de Chilpancingo, con los brazos cercenados y amarrados a la altura de sus hombros con un letrero que decía: “ Esto nos pasó por ratas.”

El asunto es que este tipo de noticias no solamente en nuestro terruño, sino en todo el país, se dan con una cotidianidad alarmante. El imperio de la ley parece no existir, que es letra muerta. Que personas ajenas a los órganos jurisdiccionales se arrogan la facultad de decidir quién es culpable o no de la comisión de algún delito, desde luego sin seguir las formalidades esenciales del procedimiento que señala la ley. Es inconcuso que estamos frente a una situación de facto y a merced de acciones audaces y temerarias que se suceden sin que los órganos estaduales encargados de proporcionar seguridad a los habitantes del país, lo logren, y hablamos de secuestros, de extorsiones, de amenazas, y todo lo demás conocido, razón por la cual el común de la gente se cuestiona en dónde están los representantes gubernamentales encargados de estos menesteres, sin perjuicio de todo lo que, hasta el momento, se haya realizado, pero al parecer no es suficiente. Como pueblo no nos merecemos esto. O usted, atemorizado lector, ¿qué opina?

2 Comentarios:

Nadia dijo...

Creo que como país nos merecemos lo que tenemos, es decir es la responsabilidad de CADA UNO de los ciudadanos construir el país en el que quieren vivir. Nadie nos obliga a votar cada vez por políticos que de antemano sabemos corruptos, ni a aceptar fraudes evidentes etc. Si el estado es fallido es porque el interés del estado no es garantizar ningún nivel de vida decente para sus habitantes....pero de quién es culpa esto? Culaquier persona en condición de poder y que pudiese usarlo sin tener consecuencia por sus errores quizá actuaría de la misma forma.Y quién debe castigar al mal papel de un presidente, senador etc? Nosotros, sin embargo hay que ver que Salinas es aún venerado...o al menos tolerado para ver que sencillamente nos sentimos víctimas pero no tomamos el poder en nuestras manos...y tenemos mucho poder, al menos el de la mayoría númerica!

fernando reyes baños dijo...

¡Pues no es cierto! ja ja ja, no, la verdad es que sí, que mucho de lo que le falta a nuestro país tiene que ver con voluntad para hacer las cosas, con trabajar, con colaborar entre nosotros, con pensar estrategicamente, con planear a futuro, con ser más honestos, con procurar hacer las cosas en orden, con ser más responsables y puntuales, con analizar nuestra lista de prioridades existenciales, con aprender a ponernos en los zapátos del otro, con cultivar más el intelecto, con aprender por el simple gusto de aprender, con aceptar la trascendencia en nuestras vidas, con imaginar más y buscar que las cosas sucedan y... ¿se me olvida algo? ¡Por supuesto! Con aprender que todo cuando nos rodea es efímero y que por eso, justamente por eso, lo que seamos, hagamos, pensemos y sintamos debe quedar para la posteridad... ¡Ja! Se dice fácil, pero hacerlo es otra cosa, he ahí el desafío. Saludos Nadia.



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