De la unidad...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Un día como hoy, 5 de Mayo, pero de 1862, se libró una batalla en contra de las fuerzas francesas de Napoleón III, el “Pequeño”, en la ciudad de Puebla, capital del estado del mismo nombre, quienes movidos por la ambición y el deseo de poder y riquezas, decidieron invadir a nuestra patria, no acatando los tratados de “La Soledad” a los que había convocado el entonces presidente de la República, Don Benito Juárez García (ínclita figura de trascendental relevancia en nuestra historia y uno de los forjadores de nuestra nacionalidad), tanto a Inglaterra como a España, como consecuencia de la invasión que pretendieron estas tres potencias con motivo de la moratoria de pagos de la deuda externa de México, solo por dos años, habida cuenta de lo exhausto y gastado que estaba el país con motivo de la guerra de Reforma habida en contra de las fuerzas mas retardatarias y conservadoras de México que, auspiciadas por el clero católico, querían volver por sus fueros y privilegios obtenidos durante mas de trescientos años de dominación española y que perdieron como consecuencia de estas Leyes de Reforma.

Es el caso que retiradas las escuadras de Inglaterra y España por haberse logrado arreglos diplomáticos aceptables por las partes, solo Francia quedó e inició la toma del país, desde Veracruz (donde desembarcaron) para tomar la ciudad de México, solo que en el camino estaba la ciudad de Puebla, la cual deberían de tomar previamente y el comandante en jefe de tal expedición lo era Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez, quien tuvo la peregrina idea de que sus tropas, a todas luces eran superiores a las mexicanas y que se considerara que ya la conquista de México era un hecho, lo que hizo saber previamente a su gobierno en un comunicado.

Todos recordamos los pormenores de tan histórica batalla: la distracción de soldados que Zaragoza destinó para parar al traidor conservador Manuel Robles Pezuela, quien había reunido 1,200 hombres e iba en auxilio de las tropas francesas, las cuales venían precedidas de una fama de superioridad por las batallas sostenidas en otras regiones, dándose la acción en Atlixco en la llamada Batalla Antidiplomática; el inicio de las hostilidades a las 11: 15 hrs. con un cañonazo de los franceses acompañado del repique de las campanas de las iglesias de la ciudad, mayoritariamente conservadora y proclives a la invasión - ¿alguien duda ahora del auspicio de la clerecía católica?

Se combatió muy arduamente, llovió, se rechazaron todos los ataques franceses y finalmente éstos se retiraron y se dice que el conde de Lorencez lloró su derrota; siendo que de 4700 soldados mexicanos , mas 100 y 300 milicianos y civiles que combatieron, hubo 83 muertos, 131 heridos y 12 desaparecidos y en el bando francés de 6048 soldados entre zuavos, argelinos y marinos, hubo 476 muertos y 345 heridos.

Finalmente pasadas las 17:00 hrs. en la capital de la República el secretario de Guerra recibía el parte del héroe, Gral. Ignacio Zaragoza, en donde le comunica el triunfo que en su inicio decía: “ Las Armas del Supremo Gobierno se han cubierto de Gloria”.

Triunfo indiscutible, que debemos seguir celebrando, de los patriotas mexicanos, a pesar de los esfuerzos de los vende patrias conservadores como Leonardo Márquez que seguía juntando los remanentes de las fuerzas conservadoras para apoyar a los franceses.

Esta noticia se esparció por todo el país y fue de gran impacto en la población la que unió esfuerzos para resistir la posterior dominación francesa que duró hasta 1867 con el fusilamiento de Maximiliano y los traidores Miguel Miramón y Tomás Mejía en el cerro de Las Campanas.

Es triste y lamentable recordar la escisión de los mexicanos que, una vez mas, instigados por las fuerzas retardatarias del momento y que por desgracia subsisten hasta nuestros días, con la burguesía y la clerecía en el poder (como lo demuestra la gran intromisión que han tenido en los tres niveles en donde el PAN es gobierno) han propiciado la desunión cuando que la experiencia nos enseña que la unidad, entendida como concordia, convergencia de pensamientos y sentimientos entre dos o mas personas, es el camino idóneo para lograr avances significativos en el desarrollo de un país y que tanta falta le hace al nuestro.

Ya basta de seguir incidiendo en la recuperación de privilegios perdidos (cuando menos en la ley). Ya es tiempo de unirnos y hacer causa común en asuntos de previo y especial pronunciamiento como la seguridad, el empleo remunerador, la paz social, el orden y la confianza en las instituciones. O usted, unificador lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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