Por María Ascensión Rivera Serván
Con los cinco sentidos yo te amo, uno a uno recorren tu geografía, hacen que se unan tu alma y la mía. Mis manos extendidas buscando las curvas, los huecos, decididas a encontrar todos los recovecos de tu anatomía. Ahora sé de todos sus secretos. Caricias que esconden las palabras que no dicen las bocas calladas, ellas expresan todo y la vez nada. Tacto sublime al que tú jamás eres inmune. A mis oídos llegan los susurros más suaves, el más callado de los murmullos, esos gemidos quedos cuando estás extenuado, mecidos en el amor más grande cuando estás a mi lado. Mis labios saborean lenta y dulcemente cada centímetro de tu piel. Sé que mis besos te queman. | Ardieron en un ayer y ahora encienden esta hoguera avidos y atrevidos, jugando el baile más desinhibido. El fuego está prendido, da gusto quemarse estando contigo. La vista se alza hacia el cielo, recorre el infinito ese horizonte que separa tu mundo y el mío, se desdibuja entre las nubes, y la mirada se hunde en el azul inmenso del mar de tus ojos. Asoman tus deseos y ese cariño intenso, esas ganas de amar ahora, clavadas en mí yo las tengo, son, de tí, el espejo en el que me miro. El aroma que desprendes huele a recuerdos de niña, a chimenea encendida, a flores de lavanda, huerto de amapolas y jazmines, a hierba mojada, envuelta en esa ternura que jamás se acaba. Y en este nuestro paisaje ni siquiera nos falta la luna ¡que ahora también brilla! |
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