De la ambición...

Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


De acuerdo al diccionario enciclopédico Larousse Conciso Ilustrado, la ambición es la “Pasión por conseguir poder, dignidades, fama, etc.” De esta suerte también se puede ser ambicioso cuando se tiene ansias o deseo vehemente de algo.

En esta segunda acepción, es legítimo y se vale soñar, para realizar y agotar todos los pasos que sean menester para lograr los objetivos propuestos, siempre y cuando los fines señalados sean para mejorar a la persona o personas en su entorno, en beneficio de todos o de la gran mayoría, en donde se ayude a quienes lo necesitan y para mejorarles sus condiciones de vida, dentro del marco, obviamente, del deber ser, visto desde el punto de vista deontológico; dentro de la vida institucional del país y, por supuesto, dentro del respeto irrestricto a la ley.

En política es y debe ser un requisito sine qua non, lo anterior, para participar en ella. Nadie pone en duda que los requisitos elementales para toda campaña deben ser, por un lado la presentación de las características del candidato, las cuales se deben reasaltar en sus ángulos positivos, como la honradez, la verticalidad de la conducta, la inteligencia profunda y reflexiva, la capacidad de decisión, el apuntamiento de decisiones difíciles cuando se actúa bajo presión, la ponderación, la visión de estado y la fortaleza de ánimo, entre otras.

Y por otro lado, el proyecto o plan de trabajo en donde se haga un diagnóstico de las cosas que se entiende no funcionan de la manera deseable ni real, después señalar lo que no está funcionando y por último, la manera de resolverlo, de hacer propuestas viables, factibles. Es el caso que la triste realidad es que son contadas o muy pocas las personas que llenan estos requisitos, de ahí que seguimos opinando que no hay políticos o no tantos mientras lo que abundan son los grillos, esos sí, oportunistas, mezquinos, ventajistas, corruptos, desleales, acomodaticios, demagogos, ignorantes y ambiciosos, en el real sentido del término. Y si alguien dijera que el perfil descrito del político es muy difícil de alcanzar, pues entonces que no se metan en estas lides, si es que queremos mejorar el vacilante paso que como país estamos realizando y que en la última década se ha deteriorado notable y ostensiblemente.

Por mas que se quiera maquillar desde el poder, la ineficiencia e ineficacia de la gestión panista en la presente década, por mas que se trate de responsabilizar a administraciones anteriores, que también tienen una gran responsabilidad en ello, no podemos ocultar los reportes de organismos oficiales nacionales y extranjeros, sobre la pobreza extrema en que hemos caído, en el desempleo, en la falta de oportunidades para los jóvenes, en el aumento de la economía informal, en el contrabando, en la inmoralidad oficial, en la corrupción vergonzosa y por si fuera poco, en la violencia galopante que nos pone de rodillas ante las organizaciones criminales, en la vulnerabilidad total, a pesar de los esfuerzos de las fuerzas gubernamentales para vencerlos, a pesar de que quienes opinan que la estrategia seguida es fallida, inoperante e ineficaz, no dicen ni sugieren ninguna acción que sí lo sea.

Por inercias históricas, actualmente los integrantes del gabinete del ejecutivo se sienten presidenciables y, una vez mas, están usando las mismas prácticas que antes criticaban y están usando los recursos de los programas sociales con fines electoreros, entre otros. Llenan a los medios con declaraciones fuera de toda realidad como la del secretario de Hacienda quien sostiene que con el salario mínimo actual, se puede comprar mas que antes. Habría que preguntarles a las amas de casa si esto es real, cuando van al mercado. Esto se parece a las cuentas del gran capitán, que tal vez en la macroeconomía haya avances pero que no se perciben en el bolsillo de la gran mayoría de los mexicanos.

Baste, como botón de muestra, el informe titulado “México sin crecimiento y sin empleo” elaborado y presentado por la fracción tricolor en la LXI Legislatura de la Cámara de Diputados, con datos del INEGI y del Banco Mundial que señala las grandes deficiencias que solo acabamos de esbozar.

No se trata de denostar, ni de descalificar, se trata de ser realistas, de ser objetivos y de pugnar por una verdadera y eficaz democracia, que mejore lo incipiente de la actual. México es un gran país. Es tiempo de demostrarlo propiciando la apertura a verdaderos políticos, que los hay, y dejar en el cabús de la historia a los grillos y ambiciosos. La última palabra está en poder de los electores. O usted, visionario lector, ¿Qué opina?