De la ejemplaridad...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


La calidad de ejemplar nos la da la ejemplaridad, entendiendo por ello lo que sirve de ejemplo o que merece ser puesto como ejemplo. Y viene a colación porque parámetros válidos en la vida de los seres humanos son desconocidos o ignorados a propósito o bien, no son motivo ni de preocupación y mucho menos de consideración, especialmente si se refieren a hechos acaecidos con muchísima anterioridad, como los hechos históricos de un pueblo, aun cuando hayan sido determinantes para su desarrollo, su bienestar o, en última instancia, básicos para la consecución de su desideratum en un ámbito de libertades, en el contexto democrático del término.

Es el caso que pasado mañana sábado 25 de los corrientes, en un día como este pero de 1856, el presidente de la república Ignacio Comonfort promulgó la Ley de desamortización de las fincas rústicas y urbanas de las corporaciones civiles y religiosas de México, dentro del grupo de las llamadas Leyes de Reforma, conocida como Ley Lerdo, por la intensa participación de este personaje en su proyecto e, incluso, en su reglamentación y ejecución.

Esta ley tuvo como idea fundamental el darle una reactivación a la economía, así como sanear las finanzas públicas, toda vez que era menester generar ingresos para el estado, habida cuenta de que la iglesia católica era poseedora y dueña de una cantidad inconmensurable de bienes inmuebles, la gran mayoría sin producir, los llamados “bienes de manos muertas” por la exagerada acumulación de riqueza de parte de la clerecía, producto de trescientos años de dominación, explotación y esclavitud de los naturales de este país, quienes fueron conquistados a sangre y fuego por aventureros sin escrúpulos, ambiciosos y ávidos de botín y riquezas y con el “ paliativo” de la resignación y el conformismo enseñado por los clérigos católicos, con la honrosísima excepción de algunos de verdaderamente gratísima memoria y cuyos nombres nos son del todo conocidos, v.gr.: De las Casas,Vasco de Quiroga, Benavente, Motolinía, entre otros.

Y para la obtención de recursos para la causa y el gobierno de la república, a los arrendatarios de estas propiedades se les vendieron por un costo proporcional al precio de la renta y aquellas que no tenían arrendatario, se vendieron en pública subasta. Al respecto hay que recordar que esta ley prohibía a los grupos religiosos el adquirir bienes raíces y solo se les permitió los que fueran menester para el culto, ya que los religiosos miembros de familias adineradas dejaban sus propiedades en herencia para la iglesia.

En suma, el fin final de estas medidas, a todas luces profilácticas y necesarias, eran tendentes a la separación iglesia-estado, por la insistencia permanente de aquella en contar no solo con el poder espiritual, sino también en querer seguir gozando del poder temporal, controversia sin fin y que la historia nos da cuenta muy prolija de esta tendencia permanente en busca y detentación del poder, a toda costa y caiga quien caiga. Ejemplo vivo de ello es la situación actual en nuestro país el cual, a pesar de que constitucionalmente es un país laico, (lo cual no significa estar en contra de las religiones, sino tener apertura y tolerancia por las que quieran y adopten las personas), tiene constantemente la presión clerical y los gobernantes, de alguna manera, por considerarlos factores reales de poder, pretenden contemporizar con ellos, aun cuando luego tiene que soportar sus críticas, pues en la medida que se les otorga consideración, cada vez “quieren maj mucho” como dicen en mi pueblo.

Volviendo a la ley citada y recordada, para que no se nos olvide, abolía los fueros eclesiásticos, de los cuales abusaron ad nauseam y nuestro ínclito prócer, Don Benito Juárez García, siendo abogado postulante, lo padeció al defender a un grupo de indígenas e incluso hasta fue privado de su libertad.

Y otro dato tan importante como los anteriores, es que se secularizó el registro de los nacimientos, las defunciones y los matrimonios, dando origen con ello a nuestra actual institución del Registro Civil.

Pero nunca falta un prietito en el arroz, toda vez que una de las consecuencias de esta ley, permitió posteriormente, en el Porfiriato, que extranjeros adquirieran latifundios inmensos a través de las llamadas compañías deslindadoras.

Honremos pues a nuestros verdaderos próceres recordando su ejemplo e interés auténtico por nuestra patria. Los tiempos lo exigen. O usted, patriota lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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