Del abogado...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz

In memoriam. Para mi amigo
el almirante Alfonso Argudín.

Un 12 de Julio pero del año de 1960, siendo presidente de la república el Lic. Adolfo López Mateos, a instancias del periódico El Diario de México del Lic. Bracamontes, se instituyó el Día del Abogado el cual se celebra, desde entonces, en toda la república. Y se escogió esa fecha como recordatorio de que un 12 de Julio pero de 1553 se impartió la primera cátedra de derecho en América por el Lic. Bartolomé de Frías y Albornoz, en la Real y Pontificia Universidad de México la cual, toda proporción guardada, es el antecedente de nuestra actual Universidad Nacional Autónoma de México.

Obviamente el día de antier celebramos, los abogados, nuestro día. Por la mañana con un desayuno a invitación del titular del Ejecutivo estatal en Casa Guerrero y por la tarde con una comida ofrecida por la Barra de Acapulco, Colegio de Abogados, A. C. ( de la cual soy miembro fundador).

Se aprovecha en el estado esta fecha para otorgar el premio jurídico “Lic. Alberto Saavedra Torija” a quien se haya distinguido en el ámbito de la docencia, o en los trabajos legislativos o jurisdiccionales como un estímulo a la actividad de la abogacía.
Por cierto que el gobernador, en el caso, se mostró muy generoso, pues por primera en este evento hubo rifas muy significativas, entre los concurrentes, incluidos dos automóviles, así como la creación, por venir, de un decreto en virtud de premiar no solo con una medalla y un diploma a quien se lo gane, sino también con un estímulo económico de $ 50, 000.00, lo cual fue recibido con júbilo por la concurrencia, siendo los galardonados (pues ahora el premio fue doble) nuestros queridos amigos, Vicky López Valencia y Toño Hernández Díaz.

Posteriormente, en el ámbito de la Barra se entregaron sus membresías a los nuevos integrantes de nuestro colegio, así como los reconocimientos a aquellos barristas que se han distinguido en el ejercicio profesional en el ámbito del litigio, de la judicatura, de la docencia y de la función pública.

Sin embargo para algunas personas les parecería impropio celebrar a estos profesionistas partiendo de la idea de que algunos de ellos no se lo merecen y tendrían razón, habida cuenta de que existen algunos individuos, que pasaron por una universidad, pero carecen de los mas elementales principios de ética, de honradez, de verticalidad, incluso de honor ( como en todas las actividades humanas) y que se comportan como unos verdaderos mecapaleros y es que la educación se mama, los principios, la nobleza, el honor, la honradez, es la formación que recibimos en casa y que, combinada con los estudios y las formas sociales, van conformando nuestro universo y ello nos permitirá tener los parámetros válidos para nuestro desenvolvimiento positivo en el entorno social en el que escogimos vivir.

Fuimos invitados a luchar por la paz y la justicia, solo que ello dependerá de la responsabilidad que cada quien adopte para lograr estos fines y cada quien podrá hacerlo en el ámbito de su esfera de acción.

Por ello resulta de trascendental importancia establecer la colegiación obligatoria y, consecuentemente, la certificación nuestra para la continuación positiva y práctica del ejercicio de nuestra profesión.

Y es que una sociedad sin leyes, sin normas, sin Derecho, está condenada, de inicio, a la anarquía, al caos, al desorden y ahora que se están viviendo en todo el país estos extremos la gente se preguntará y donde están estas normas pues parecería que no existen y es entonces que complementamos la idea y es que las normas, para que funcionen, tienen que ser observadas, respetadas, cumplidas, obedecidas, por gobernantes y gobernados, no solo por convicción, sino porque así lo determina la propia norma y si a pesar de que existe el derecho, subsisten los excesos que estamos viviendo, imagínense lo que sería si no hubiera leyes o normas que regulen nuestra conducta.

Y es que merced al derecho, es que pueden darse en una sociedad todos los elementos para que podamos realizar todos nuestros fines, desarrollando toda nuestra potencialidad humana. Y compete a los abogados, precisamente predicar, con el ejemplo, el respeto irrestricto a la ley y hacer que se apliquen las sanciones correspondientes a quienes la infrinjan, logrando con ello abatir la execrable corrupción, propiciando el respeto a las garantías individuales y sus concomitantes derechos humanos. O usted, legalista lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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