De las soluciones...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Una vez mas recordamos que el derecho, entendido como el orden coactivo de la conducta y no de otra manera, es producto de la cultura, de la creación humana ( como la ciencia, la técnica, la religión, la política, el arte, etc.) y no de natura…

Y el hombre creó al derecho, otorgando a los individuos una serie de prerrogativas y sus concomitantes deberes, como un instrumento para encontrar sus valores (del derecho), a saber: la justicia, el bien común, como un instrumento idóneo para la convivencia pacífica, a efecto de estar en óptimas condiciones para realizar sus fines (del ser humano), usando y desarrollando toda su capacidad, merced al ejercicio de su voluntad regulada, obviamente, por el derecho. De ahí el principio fundamental de que “No hay mas libertad, que la libertad jurídica”.

De esta guisa, existen en el mundo, en nuestro país, y en nuestro estado, cientos de escuelas, institutos y facultades de derecho en donde se imparten todas las materias tanto de la jurisprudencia pura, como de la jurisprudencia normativa, relativas al conocimiento, aplicación y sobre todo, el respeto irrestricto a la ley.

Sin embargo, de qué sirve todo ese caudal de conocimientos, toda esa preparación hacia nuestros estudiantes, todos esos esfuerzos de los padres para darles a sus hijos un instrumento muy valioso para manejarse en la vida, en beneficio de sus personas y de su colectividad, si en la praxis, en el mundo cotidiano, se está viviendo en una vorágine de anarquía, ingobernabilidad, de violencia extrema, de salvajismo, de barbarie, auspiciada por la corrupción, la cual le abre un arco triunfal a la impunidad.

Todo ello produce incertidumbre, temor, pánico, y las consecuencias lógicas: ausentismo laboral y escolar, disminución en la productividad, la casi inmovilidad social, etc., y ya conocemos las cusas que producen estas situaciones extremas: desempleo, ignorancia, desintegración familiar, falta de oportunidades para el desarrollo pleno de nuestra niñez y nuestra juventud, y otras mas que pudieran aducirse, pero lo mas grave es la falta del cultivo, enseñanza y práctica de los valores personales y sociales y la influencia nefasta del mal ejemplo. Son las autoridades respecto a los gobernados y los adultos respecto a sus educandos, quienes tenemos la obligación de predicar con el ejemplo, solo que si éste se ve desacreditado o sin ninguna efectividad fáctica, hace caer en la anarquía a ciertos grupúsculos sociales. Cuando la norma, la ley no se aplican, se crean situaciones reales que conculcan la credibilidad del orden jurídico.

Tenemos por ejemplo el caso de las manifestaciones de grupos sociales llamando la atención de las autoridades para ser escuchados en sus planteamientos, pero lo hacen al margen de la ley y no se sabe de los resultados de la aplicación del derecho en estos casos, creando con ello una inercia social, de anarquía.

Hace unos días, una vez mas, los alumnos de la escuela rural de Ayotzinapa, irrumpieron en la caseta de Palo Blanco, transportados en autobuses que han secuestrado de líneas regulares de pasajeros, “pidiendo” a los automovilistas el pago de 50 pesos para dejarlos pasar en su camino a sus destinos y eso por dos horas, para sostener su “movimiento”, aduciendo que la SEP pretende avalar el ingreso de 6 alumnos que no reúnen los requisitos de ingreso; sin embargo se sabe que el rechazo es porque estos alumnos de nuevo ingreso no estuvieron dispuestos a
“realizar el ritual de ingreso a la normal que va desde permitir que se les corte el pelo a rape, participar en movilizaciones diurnas y nocturnas, en las que se instalan retenes en la carretera para detener camiones y quitarles el combustible, asimismo hacer labores diversas y tomar adiestramiento tipo paramilitar en los cerros aledaños a la normal”, dicen los medios. El resultado es que no se ha iniciado la inscripción de 140 alumnos de nuevo ingreso y tampoco el ciclo escolar. Y no se sabe de las acciones de las autoridades al respecto.

Y toda proporción guardada, acostumbrados como estamos a la falta del respeto a las normas se ha provocado que un grupo de jóvenes estén en una huelga de hambre para obligar a las autoridades universitarias a que los inscriban en la escuela de medicina, a pesar de que no aprobaron el examen de admisión del CENEVAL, requisito elemental para ingresar. Sin perjuicio de la limitante del cupo de esa escuela y la falta de recursos para el sostenimiento de una mayor matrícula. A pesar de que nuestras mejores intenciones sean para que nuestros jóvenes se preparen y accedan a la educación superior, no se pueden pasar por alto las normas de admisión y si el deseo es estudiar, que estudien y en próxima ocasión podrán pasar y la UAG ya se comprometió a prepararlos para tal examen, sin perjuicio de otras alternativas. Tenemos que educarnos para respetar la norma, vía la unidad social. O usted, convencido lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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