De la libertad...

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Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz


Un día como ayer, 5 de octubre, pero del año de 1813, estando en Chilpancingo, ahora capital del estado Libre y Soberano de Guerrero el titular del ejecutivo de esta nación, el Generalísimo Don José María Morelos y Pavón (simplemente el Siervo de la Nación como prefirió, por su modestia, ser llamado), como consecuencia de la instalación del Primer Congreso de Anáhuac y su gran aportación a la estructura jurídico-política de este país en su documento magistral titulado Sentimientos de la Nación, con sus 23 históricos puntos, lanzó a toda la nación un Decreto en virtud del cual declaraba la abolición de la esclavitud, así como la supresión de las castas, ratificando con ello el Decreto de Abolición de la Esclavitud, promulgado por el Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla, tres años antes.

No olvidemos que a principios del siglo XIX una mínima parte de la población estaba sujeta a la esclavitud, institucionalizada y aceptada a pesar de que si bien podemos hablar de su existencia en el mundo de unos cinco mil años antes de nuestra era, en nuestro país ya existía en el mundo precuauhtémico y se continuó con esta nefasta e inhumana práctica por parte de los colonizadores europeos. Todos conocemos la existencia de la esclavitud propiciada por los mercaderes españoles, portugueses, ingleses y franceses que traficaban esclavos negros y aquí también con los indígenas, a quienes hacían trabajar en los campos de caña de azúcar, en las minas, en los obrajes y en el campo, en general.

Solo recordemos que en este documento se estableció que los intendentes de las provincias, así como los demás delegados deberían velar por otorgar la libertad a cuantos esclavos hubiera. Se hizo, asimismo, una prevención a las autoridades para no esclavizar “a los hijos de los pueblos con servicios personales que solo deben a la nación y soberanía y no al individuo”. También debería evitarse la distinción de castas. Recordemos al respecto lo oprobioso que resultaba esta clasificación que minusvaloraba a las personas, dándose las castas como producto de las mezclas de blanco, indio, negro, mestizo, mulato, cambujo, y las también denigrantes como salta pa´tras, no te entiendo, etc.

Y para cumplir con estas medidas, se ordenó a los intendentes que hicieran circular las copias necesarias del documento y que éstas se proporcionaran a cuantos lo pidieran para su instrucción y cumplimiento.

Es obvio que nuestros próceres tuvieron la visión de estado y la preocupación humana, humanista y humanitaria, de salvaguardar los derechos mas requeridos por el ser humano, siendo uno de los principales, después del derecho a la vida, el de la libertad, sabiendo de antemano que no hay mas libertad que la libertad jurídica, la cual consiste simplemente en acatar o no acatar la norma. De esta guisa y considerando el clima de poca libertad que existía, en términos generales para nuestros connacionales de antaño, es verdaderamente loable el que nuestros auténticos próceres hayan tenido la visión y el coraje para ofrendar su vida, inclusive, para legarnos un mundo que prometiera ser mejor.

Pero el problema es saber ¿Qué hemos hecho para preservar y salvaguardar nuestra libertad?, ¿Cómo estamos haciendo uso de nuestra libertad? ¿Qué es lo que nuestros gobernantes están haciendo en la defensa de nuestra libertad? ya que de todos es sabido que ésta se ha restringido enormemente. Que todas las libertades que comprenden el capítulo de nuestras Garantías Individuales, que son las de libertad de trabajo, de tránsito, de salud, de procreación responsable, de pensamiento, de imprenta, por solo mencionar algunas, la delincuencia organizada o no, las ha ido suprimiendo paulatina pero inexorablemente, actuando con una impunidad incontrovertible, lo que evidencia una enorme carga de corrupción de todos los colores. Y la ciudadanía ve con una lastimosa indiferencia cómo se va desvaneciendo su perfil, sin hacer nada al respecto, tal vez por miedo, o por ignorancia de cómo actuar.

Hagamos cada quien en su esfera de acción lo que corresponda para ese efecto. Urge. O usted, atemorizado lector, ¿qué opina?



El contenido plasmado en este blog es producto de la reflexión de su autor, de sus colaboradores y de los pensadores que en él se citan. Cualquier semejanza con la realidad o alguna ficcón literaria, televisiva, psicótica paranoide o de cualquier otra índole es mera coincidencia

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