Por el Mtro. Rodrigo Juárez Ortiz
El ser humano, para efecto de tener una convivencia con el resto de sus semejantes que le permita desarrollar a plenitud sus facultades, así como el logro de sus objetivos, ha creado normas de conducta de todo tipo: del trato social, religiosas, morales, incluso las normas jurídicas, es decir, ha creado el derecho, entendido como el orden coactivo de la conducta, que no tiene nada que ver con una visión ingenua de tipo iusnaturalista, habida cuenta de que el derecho es una creación humana, producto de la cultura, no de natura.
De esta guisa, ha creado, merced a esta extraordinaria herramienta del comportamiento humano, una serie de compromisos, básicamente para cumplir y, en su caso, hacer cumplir todas las normas ( norma fundamental hipotética, origen lógico del deber), todas las leyes que ha considerado adecuadas para lograr la paz social, el bienestar y la superación de sus condiciones vitales y, concomitantemente, dentro de estos compromisos y exteriorización de su voluntad , ha creado también un capítulo de sanciones para aquellos que no las cumplen, siguiendo la lógica del supuesto normativo considerado como el hecho mencionado por la norma, de cuya realización depende el nacimiento de las consecuencias jurídicas. y las consecuencias pueden ser, en su caso, premio o castigo.
Sin embargo, tal parece que en nuestra realidad nacional y local, este concepto no opera habida cuenta de la impunidad en que se manejan la gran cantidad de infractores de la ley, toda suerte de delincuentes, de todo tipo y jaez: de los llamados de cuello blanco, de los “administradores públicos”, de los “ políticos”, de los “líderes sindicales”, de los profesionistas, de los profesores, de los “ estudiantes”, de los empleados públicos, de los guías de paracaidistas, de la delincuencia organizada, de la no organizada, en fin, de toda una serie de todos conocida, que tanto daño causan a la credibilidad de las instituciones.
Ya sea por ineptitud o por corrupción que se dan los hechos de impunidad, el caso es que nuestra sociedad está harta de tantos desmanes, violencia, delitos, y de todas aquellas conductas delictivas que tienen en plena zozobra, pánico y desesperación a los habitantes de estos lares.
No olvidemos que la impunidad es la acción de impune y que impune significa sin castigo, sin pena o sea, sin sanción, lo que lleva a impulsar a los bípedos implumes a delinquir y a hacer su agosto en contra de la seguridad, integridad física, vida y patrimonio de las personas, de aquellas que sí trabajan, que sí estudian, que sí producen, que sí crean, con positividad, mejores de vida para todos.
De dar pena, angustia, miedo, psicosis, son las notas cotidianas de los medios difundiendo las “ hazañas” de los delincuentes, pero es de llamar la atención, si se vale la expresión, que lo concerniente a los robos de autos, con violencia, en nuestro puerto, es desquiciante, de locura, jamás se había sabido de algo así, vea usted: “ Asciende a 33 mil 87 el número de vehículos robados en Acapulco”, esto en lo que va del año 2011y la mayoría con violencia. Insólito. Si bien las autoridades dicen estar haciendo algo, no es posible que en cualquier calle, en plena luz del día, incluso en calles céntricas se cometan estos asaltos y no se detengan a los malhechores, ni se sepa a dónde los venden o qué les hacen; tampoco se sabe quiénes los compran; ni tampoco se sabe quién compra el cobre robado a casas habitación o cableado público; por cierto acaban de detener, en flagrancia y confeso a un ladrón habitual de cobre y se aduce que si no hay quien lo denuncie, saldrá libre; tampoco se sabe quién compra fierro, o las coladeras o atarjeas de las vías públicas; sin perjuicio de la contradicción en los informes oficiales que dicen que las capturas que hacen de los delincuentes, son producto del trabajo de inteligencia, de acción operativa y de ubicación del lugar, pero luego aceptan que “ se debió a una llamada ciudadana que atendieron de inmediato” ¡Me doy!
Recién se denunció ante el Cabildo municipal que policías viales están extorsionando con grandes cantidades de dinero a los conductores bajo una supuesta aplicación de la “revista electromecánica vehicular “; que ya llevan 300 quejas y dicen que van a investigar, sin perjuicio de que han llegado a extorsionar hasta con 60 mil pesos por ello. ¿Qué no debería haberse investigado desde la primera?
Todo este panorama caótico, desquiciante, de locura nos lleva a la contundencia lógica de admitir lo evidente: que la delincuencia en Acapulco vive su mejor momento cobijada, envuelta y protegida por la mas completa impunidad, salvo las excepciones de siempre. ¡No se vale! O usted, aterrorizado lector, ¿qué opina?
El ser humano, para efecto de tener una convivencia con el resto de sus semejantes que le permita desarrollar a plenitud sus facultades, así como el logro de sus objetivos, ha creado normas de conducta de todo tipo: del trato social, religiosas, morales, incluso las normas jurídicas, es decir, ha creado el derecho, entendido como el orden coactivo de la conducta, que no tiene nada que ver con una visión ingenua de tipo iusnaturalista, habida cuenta de que el derecho es una creación humana, producto de la cultura, no de natura.
De esta guisa, ha creado, merced a esta extraordinaria herramienta del comportamiento humano, una serie de compromisos, básicamente para cumplir y, en su caso, hacer cumplir todas las normas ( norma fundamental hipotética, origen lógico del deber), todas las leyes que ha considerado adecuadas para lograr la paz social, el bienestar y la superación de sus condiciones vitales y, concomitantemente, dentro de estos compromisos y exteriorización de su voluntad , ha creado también un capítulo de sanciones para aquellos que no las cumplen, siguiendo la lógica del supuesto normativo considerado como el hecho mencionado por la norma, de cuya realización depende el nacimiento de las consecuencias jurídicas. y las consecuencias pueden ser, en su caso, premio o castigo.
Sin embargo, tal parece que en nuestra realidad nacional y local, este concepto no opera habida cuenta de la impunidad en que se manejan la gran cantidad de infractores de la ley, toda suerte de delincuentes, de todo tipo y jaez: de los llamados de cuello blanco, de los “administradores públicos”, de los “ políticos”, de los “líderes sindicales”, de los profesionistas, de los profesores, de los “ estudiantes”, de los empleados públicos, de los guías de paracaidistas, de la delincuencia organizada, de la no organizada, en fin, de toda una serie de todos conocida, que tanto daño causan a la credibilidad de las instituciones.
Ya sea por ineptitud o por corrupción que se dan los hechos de impunidad, el caso es que nuestra sociedad está harta de tantos desmanes, violencia, delitos, y de todas aquellas conductas delictivas que tienen en plena zozobra, pánico y desesperación a los habitantes de estos lares.
No olvidemos que la impunidad es la acción de impune y que impune significa sin castigo, sin pena o sea, sin sanción, lo que lleva a impulsar a los bípedos implumes a delinquir y a hacer su agosto en contra de la seguridad, integridad física, vida y patrimonio de las personas, de aquellas que sí trabajan, que sí estudian, que sí producen, que sí crean, con positividad, mejores de vida para todos.
De dar pena, angustia, miedo, psicosis, son las notas cotidianas de los medios difundiendo las “ hazañas” de los delincuentes, pero es de llamar la atención, si se vale la expresión, que lo concerniente a los robos de autos, con violencia, en nuestro puerto, es desquiciante, de locura, jamás se había sabido de algo así, vea usted: “ Asciende a 33 mil 87 el número de vehículos robados en Acapulco”, esto en lo que va del año 2011y la mayoría con violencia. Insólito. Si bien las autoridades dicen estar haciendo algo, no es posible que en cualquier calle, en plena luz del día, incluso en calles céntricas se cometan estos asaltos y no se detengan a los malhechores, ni se sepa a dónde los venden o qué les hacen; tampoco se sabe quiénes los compran; ni tampoco se sabe quién compra el cobre robado a casas habitación o cableado público; por cierto acaban de detener, en flagrancia y confeso a un ladrón habitual de cobre y se aduce que si no hay quien lo denuncie, saldrá libre; tampoco se sabe quién compra fierro, o las coladeras o atarjeas de las vías públicas; sin perjuicio de la contradicción en los informes oficiales que dicen que las capturas que hacen de los delincuentes, son producto del trabajo de inteligencia, de acción operativa y de ubicación del lugar, pero luego aceptan que “ se debió a una llamada ciudadana que atendieron de inmediato” ¡Me doy!
Recién se denunció ante el Cabildo municipal que policías viales están extorsionando con grandes cantidades de dinero a los conductores bajo una supuesta aplicación de la “revista electromecánica vehicular “; que ya llevan 300 quejas y dicen que van a investigar, sin perjuicio de que han llegado a extorsionar hasta con 60 mil pesos por ello. ¿Qué no debería haberse investigado desde la primera?
Todo este panorama caótico, desquiciante, de locura nos lleva a la contundencia lógica de admitir lo evidente: que la delincuencia en Acapulco vive su mejor momento cobijada, envuelta y protegida por la mas completa impunidad, salvo las excepciones de siempre. ¡No se vale! O usted, aterrorizado lector, ¿qué opina?
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